La fiesta de hoy fue instituida en 1955 por el Papa Pío XII para venerar a María como Reina igual que se hace con su hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A María le corresponde no sólo por naturaleza, sino por mérito, el título de Reina Madre. Actualmente, 184 hombres y 559.542 mujeres celebran su santo gracias a la madre de Jesús.
Elegida para ser Madre de Dios, ella aceptó con felicidad, sin dudar en ningún momento. María fue elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su hijo. Este es el motivo por el que alcanza tales alturas de gloria. A ella le pertenece la corona del cielo y de la tierra. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos.
María tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su hijo por ser la que más cerca está de él. Se le representa en el cielo, en un trono junto a su hijo, coronada por toda la eternidad.
Es reina del cielo y de la tierra, gloriosa y digna reina del Universo. Se le puede invocar día y noche, no sólo con el nombre de madre, sino también con el de reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor.
La Iglesia la proclama señora y reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes.
El motivo de esta festividad no es introducir novedad alguna, sino que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males. La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo.
Este y otros santos son celebrados durante el 22 de agosto:
San Juan Kemble
San Juan Wall
Beato Tomás Percy
San Simfoniano
San Timoteo de Roma
San Filiberto de Toledo
Beato Bernardo Peroni
Beato Elías Leymarie de Laroche
San Fabricio de Toledo
San Felipe Benizio
Beato Jacobo Bianconi
Beato Simeón Lukac
Beato Timoteo de Montículos