La Audiencia Provincial de Granada ha confirmado la condena de 15 meses de prisión que se le impuso un hombre por disparar y posteriormente cortar el cuello a un perro de raza border collie, cuyo cadáver apareció en febrero de 2017 dentro de un saco en en el municipio de Monachil (Granada).
Los magistrados de Plaza Nueva también han ratificado la indemnización que el procesado A. F., vecino de Monachil, tendrá que abonar al dueño del perro, de nombre Chico, que percibirá 3.500 euros por el daño moral que le causó la pérdida de su fiel mascota. Asimismo, recibirá 270 más por el valor del animal.
Tras visionar la grabación del juicio y examinar el expediente del caso, según ha informado Ideal, la Audiencia respalda las conclusiones a las que llegó el juez Antón Henares, titular del Juzgado de lo Penal 2 de Granada, que fue quien enjuició el caso. Descarta de este modo que haya cometido "errores o contradicciones" a la hora de valorar las declaraciones de los testigos.
El magistrado consideró al acusado autor de un delito de maltrato animal y, además de la pena de cárcel, le impuso tres años de inhabilitación especial "para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales". Además, el condenado tampoco podrá tener durante ese tiempo ningún tipo de animal doméstico, al igual que tener y portar armas.
El juez consideró probado que el 10 de febrero de 2017, sobre las 10.00 horas, el perro penetró en una finca de Monachil, y que el acusado, que se encontraba allí, "al observar el perro cogió una escopeta y efectuó un disparo sobre el mismo, aproximándose al perro y originándole un gran corte en el cuello". Lo que le causó finalmente la muerte.
Después, metió al can muerto en una "bolsa blanca", que introdujo en el maletero de su vehículo. A continuación, se desprendió del animal en el cruce denominado Hotel Encina Centenaria, en una pendiente situada a unos 10 metros del camino, enfrente del arroyo de Huenes. Chico era un animal doméstico que llevaba con su dueño unos siete u ocho años, y el vínculo afectivo que había entre ambos sumió a su amo en una situación de "tristeza/ansiedad", que derivó en una baja laboral de varios días.
El día del juicio acudieron numerosos testigos por la sala de vistas. Algunos indicaron que escucharon el disparo y al salir a ver qué ocurría vieron al acusado en la finca. Uno incluso identificó al condenado porque vieron cómo cogía al perro para meterlo en la bolsa.