Un jardinero del Ayuntamiento de Marbella (Málaga) ha grabado la llegada de una lancha con varias personas a la playa del Alcón, cerca del chiringuito Victors Beach. Más de quince mujeres y hombres -incluyendo menores- han desembarcado en esta zona de la Costa del Sol. Se trata de unas imágenes poco convencionales, ya que los marbellís no suelen observar cómo llegan inmigrantes a sus playas. La ruta en la que se produce más flujo de pateras es la que une las costas occidentales africanas con las Islas Canarias.
En las últimas semanas, del archipiélago canario se han rescatado o han llegado por sus propios medios más de 150 inmigrantes en una decena de embarcaciones. Unos números que no se veían en años. La última alarma se produjo en junio de 2018 cuando -coincidiendo con la recepción del buque Aquarius- se rescataron a 152 personas. Antes, desde 2015, la aparición de algún tipo de barca migratoria había sido testimonial, gracias a la férrea vigilancia que Senegal y Mauritania ejercen siempre con el respaldo económico de España.
A finales del mes de octubre, una patera alcanzó las costas de Fuerteventura, otra Lanzarote y una siete llegaron a Gran Canaria. Según los datos publicados por la DGT, el aumento de inmigrantes por esta ruta ha sido de un 7%, respecto al 2018 -cuando la cifra creció un 535%-. Para los especialistas, esta reactivación se ha producido por el Sahel o tras las dificultades que existen para esquivar los controles de Marruecos y las vallas de Ceuta y Melilla.
Las barcas migratorias ocupadas por argelinos llegan al Levante o a las playas de Baleares, así como Granada y Málaga. Con todo, las cifras mejoran cualquier expectativa: en lo que va de mes se ha computado el acceso ilegal a España de 1.600 personas, y en el mismo periodo de 2018 eran ya 8.036, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).