Un interno de la cárcel Campos del Río-Murcia II ha asesinado a su compañero de celda. Durante la mañana de este lunes, justo después del recuento diario de los presos, ambos hombres se enzarzaron en una pelea que acabó con uno de ellos, de nacionalidad española, tendido en el suelo inconsciente.
El funcionario encargado de revisar las celdas a primera hora se percató de lo que estaba ocurriendo y acudió rápidamente para parar al presunto asesino. Al constatar la gravedad de su acción, el agresor salió corriendo de su celda y bajó las escaleras hacia la sala común, donde se acababa de llevar a cabo el recuento de cada mañana, entre las 8 y las 8:30.
Una vez allí, otros presos, entre los que se encontraba un familiar del agredido, rodearon al presunto asesino, de nacionalidad búlgara, con la intención de vengarse. Los trabajadores de la prisión trataron de evitar el conflicto entre los presos, interponiéndose entre ellos y calmando la situación. Según explican fuentes del sindicato Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM), el funcionario que primero se dio cuenta de la pelea fue igualmente agredido por el presunto asesino, quien le ha provocado heridas leves.
El agredido, que se encontraba inconsciente y con heridas de considerable gravedad, fue conducido con rapidez hacia la enfermería del centro penitenciario. Tal y como informan fuentes de TAMPM, al parecer el fallecido habría recibido varios golpes en la cabeza con el palo de la escoba de la celda y, posteriormente, habría sido sometido a una llave asfixiante, circunstancia que habría provocado su muerte.
Aunque en las dependencias del centro trataron de reanimarle durante más o menos una hora, el hombre finalmente falleció antes de que la UVI móvil pudiera alcanzar la cárcel de Campos del Río, situada a 30 kilómetros de la ciudad de Murcia.
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Según confirman fuentes cercanas al sindicato TAMPM, el motivo de la pelea habría sido un paquete de tabaco. Uno de los presos reclamó al otro el pago por unos cigarros y, tras una discusión, se habría desencadenado la pelea y el fatal desenlace. El fallecido era un viejo conocido del centro penitenciario, pues llevaba entrando y saliendo de Murcia II durante algún tiempo. De hecho, hacía apenas año y medio había sido puesto en libertad, para volver a ser condenado e internado en el centro poco después.
Por su parte, el agresor entró en las celdas de Murcia II hace más o menos medio año. Según algunas voces de la plantilla de la cárcel, el individuo se comportaba de manera extraña y rebelde, negándose a acatar la autoridad en repetidas ocasiones y provocando numerosos problemas al funcionariado de la institución. Actualmente, se encuentra en el módulo de reclusión del centro, a la espera de que la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (IIPP) decida su traslado.
Preparación insuficiente
Los dos sindicatos consultados por EL ESPAÑOL coinciden en señalar la más que deficiente preparación que reciben los funcionarios para velar por su seguridad en casos como estos. Según aseguran desde la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), los empleados no reciben más que una formación de ocho horas de defensa personal y no cuentan con ningún tipo de equipamiento destinado a protegerse frente a presos potencialmente peligrosos.
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Por otra parte, hacen notar que normalmente no hay suficiente personal en el módulo para poder aplacar una pelea de estas características. En el momento de la trifulca, solamente había tres funcionarios presentes y, como norma general, el ratio de empleados por preso suele ser de 145 internos por cada dos o tres de ellos. De hecho, hace pocas semanas, tuvo lugar una reyerta multitudinaria entre los presos del centro Murcia I, en Sangonera la Verde, en la que, debido al escaso personal penitenciario, varios funcionarios terminaron heridos al intentar ponerle punto y final.
A ello se une la escasa presencia de sanitarios que puedan actuar en caso de emergencia. Según fuentes del sindicato TAMPM, en estos momentos, no hay más que cuatro médicos empleados en el centro para un total de 1.200 reos. Tal y como apuntan desde la asociación, serían necesarios, por lo menos, cuatro más para poder lidiar con situaciones como esta, en la que el fallecido precisaba atención médica.
Buenismo en la Secretaría General
Por otra parte, en un comunicado, ACAIP ha acentuado la anómala situación que se vive en muchos módulos con el reparto de los presos en las celdas. La Ley Orgánica General Penitenciaria establece en su artículo 19 que todos los internos se alojarán en celdas individuales salvo circunstancias excepcionales. A su juicio, “la excepcionalidad se ha convertido en la realidad”. Según denuncian, prácticamente todos los internos comparten celda, produciendo un grave hacinamiento en los centros que, en épocas estivales, dificultan la convivencia y desencadenan sucesos como el ocurrido en el centro murciano.
Además, señalan a la deficiente clasificación interna de las prisiones por parte de la Secretaría General. Según este organismo, “es imposible entender que se haya reducido el número de primeros grados cuando en 2022, las agresiones a los trabajadores de prisiones se multiplicaron por tres y las peleas entre internos aumentaron en más de un 15 por ciento”. Esta reducción de presos en régimen de primer grado, es decir, en régimen de aislamiento, se debe, en opinión de la ACAIP, a un excesivo “buenismo”.
En declaraciones a este periódico, fuentes del sindicato TAMPM consideran que la Secretaría General engorda las cifras de reinserción concediendo a los presos un régimen de segundo grado, esto es, un régimen abierto, aun cuando la situación lo desaconseja. Según aseguran, fuerzan una reinserción penitenciaria con la que persiguen un lavado de cara. Con ello, añaden, quieren dar la impresión de que los tratamientos y las medidas de reinserción desarrolladas en los centros consiguen el objetivo de reformar a los internos.