Pasiones privadas para cifras públicas, ¿de verdad el arte vale lo que cuesta?
Admitámoslo. Ponerle precio al arte es complicado. Se valora el artista, la pieza –su calidad o rareza–, la demanda o el canal de venta. El mercado secundario es un ring con pocas reglas que lucha por ofrecer lo mejor y llevarse, de paso, una buena tajada.
Más información: La ¿buena? salud del mercado del arte