Javier Velázquez es novillero con picadores y tiene 35 años. El lunes llegó de madrugada a Madrid en autobús para hacer huelga de hambre en Las Ventas, según ha contado El País. Pedía una oportunidad. Este jueves ya se había marchado. No había rastro alguno de las dos noches que ha pasado a la intemperie esperando una respuesta.
"Sí, se ha ido ya", confirman fuentes cercanas a Plaza 1, la empresa de Las Ventas, a este diario. Apostado en la puerta de arrastre, la única compañía de Velázquez era una sabána blanca pintada. "Me siento torero pero sin una oportunidad no puedo serlo ni demostrarlo", había escrito.
"Simón Casas se ha reunido con él amablemente y le ha dicho que así es todo más complicado", dicen desde Las Ventas. El novillero sevillano no se ha vestido de luces este año. Según ha explicado a distintos medios, la oportunidad estaba prometida. Madrid es el precipicio de muchos, la última salida, una trampa si no se está preparado. ¿Y que le han dicho? "A lo mejor para el año que viene".
Javier Velázquez, con el que EL ESPAÑOL no ha podido contactar, ha recogido sus bártulos y anulado la huelga de hambre. En La Malagueta también hay estos días otro novillero pidiendo su sitio pasando noches en la calle. La Diputación, hace algunos años, cedió, e incluyó a un chaval encadenado a las puertas de su sede en una novillada, haciéndola de cuatro. Palomo Linares pasó ocho noches en los soportales de la antigua Vistalegre. El Cordobés saltó de espontáneo en Las Ventas antes de romper en mito. Javier Velázquez se ha ido. El hambre ya no doblega empresas.