El 15 de agosto es la fecha más taurina del año y en Madrid es territorio de chinos, pueblos, abonados valientes y veraneantes de interior, los intensos que existen en todas las provincias. Hacer el paseíllo en el Foro el día de la Paloma es muy torero pero no se notaba esa formalidad en el ambiente. La tarde, calurosa, el ferragosto taurino de bochorno y tinto de verano, se expandía por la piedra, ocupada por los touroperadores, sorprendidísimos con todo. Los oles alternaban con expresiones espontáneas de cómic. "Guau", "oh", "aahhh", hubo un momento en que la tarde era una sitcom con risas enlatadas.
La ganadería de Joselito dividida en el meandro de El Tajo y La Reina tomó antigüedad con una corrida de menos a más. Tampoco tuvo mucho mérito porque los dos primeros apenas se sostuvieron, el segundo se echó y tuvo que ser apuntillado, por lo que cualquier cosa mejoraba eso. El ganadero, con moreno de garrocha y gorra, no miraba cuando el castaño dijo hasta aquí, sentándose en la segunda raya, atronado en la arena convertida en matadero para la res débil y acabada.
Román tuvo el mejor lote. Resabido era burraco. Ancho de pechos, abierto de pitones, redondo. La expresión no cantaba el interior. Una revolución de más tenía, como el matador. Román cogió la velocidad del toro, no al revés. Los dos desde el capote se enredaron en una lucha abierta, una refriega sostenida decantada al final por la espada, pero hasta entonces todo estaba a los puntos. Resabido embestía con emoción, molestaba un poco el viento y a Román le daba igual torear con media muleta. La naturalidad de estarse quieto, no sé. La faena avanzaba y la gente lo observaba todo como tomando nota, haciendo cálculos, resolviendo fórmulas: la ecuación se resolvió cuando el matador intentó un pase de las flores suicida. El toro se quedaba corto por ese pitón, quizá no tocó por fuera del todo. Lo levantó desde atrás, como por la corva, y la acción pasó rápida, los alamares volaban y Resabido se lanzó en barrena. Parecía que lo había calado. Aprisionado contra el suelo pasó un buen rato. Indemne el matador. A pies juntos, un poco más relajado, toreó al natural y cerró al toro con unos doblones ligados, intensos y sin romper la tensión del accidente. Se tiró detrás de la espada y la gente entusiasmada puso la primera oreja en su mano.
El despojo le sirvió como bálsamo a esa inquietud. Hubo más pausa esta vez. El sexto, de El Tajo, fue el mejor de la tarde. Tenía clase, otro tempo. Algunas verónicas tuvieron forma. Los 639 kilos no se le veían por delante. Sí atrás, con un culo que se contoneaba, sobresaliendo en el galope del resto de hechuras, nigga, sabrosón. Román brindó a la mujer del ole. Y comenzó a torear por doblones, muy bien. El público con él. El toro embestía con el hocico por delante. Con mucha fijeza. En realidad todo terminó rápido, la faena fue cortísima: dos tantas con la derecha, con momentos buenos -lo mejor los pases de pecho- una con la izquierda a medias. Se fue a por la espada con la gente buscando la siguiente serie. Había runrún. Decidió cerrar al toro y sobresalió un trincherazo. Enterró el acero, el toro cayó sin puntilla colaborando para convertir el momento en la instántanea de la felicidad en una noche de verano, abierta su primera Puerta Grande de Madrid. A ver lo que dura.
A Iván Vicente se le vio queriendo hacer las cosas bien, templando las sacudidas impotentes del primero, tocando suave a su segundo. En realidad parecía que faltaba un poco. Con ese aire de torero de antes. Un paso o algo, es difícil. El comienzo de faena al cuarto fue intenso y trepó por los tendidos. Pero hasta ahí. Luego todo se diluyó entre buenas formas. Casi nada pudo hacer antes, con un toro al que no le había alcanzado el poder.
Precisamente con Japonés, se vio la peor versión de Juan Leal en Madrid. Tiene que ser complicado afrontar este tipo de tardes, con tanto que ganar, sin apenas torear. El concepto claro pero no las ideas, navegando sin timón ni rumbo, ni concretando casi nada de lo propuesto. Las habrá mejores.
Ficha del festejo
Monumental de las Ventas. Martes, 15 de agosto de 2017. Día de la Paloma. Un tercio de entrada. Toros de El Tajo (6º) con clase y La Reina, 1º sin poder, desfondado el 2º, 3º con transmisión, 4º a menos, de buen pitón izquierdo el 5º.
Iván Vicente, de grana y oro. Pinchazo arriba. Dos descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo trasero y estocada casi entera (ovación).
Juan Leal, de sangre de toro y oro. No pudo matar al segundo (silencio). En el quinto, pinchazo caído y espadazo trasero (silencio).
Román, de verde botella y oro. En el primero, estocada algo trasera (oreja). En el sexto, espadazo trasero y algo caído (oreja). Salió a hombros por la Puerta Grande.