No hubo nadie para salvar al pobre Sirio, que cayó a los pies del segundo, bajo las troneras. Hechizo se lanzó directo contra el muchacho cuando lo daban por muerto. En línea recta siempre gana el toro. Las protestas se callaron con la cercanía de la tragedia. El freno de las patas se desanudó para perseguir al subalterno. Hechizo era un toro extraño, con una pinta reducida a pesar de su expresión de calamidad. Era estrecho de sienes y de pechos y de culo. El perfil se lo anticiparon en Altamira. Le colgaban las carnes como cuelgan en los brazos de las señoras de mi gimnasio. Banderas de la edad.
Nada más ver colocado a Román sobre el tercio se lanzó sin titubeos. Hubo vértigo en los estatuarios. El toro tuvo cinco o seis arrancadas vistosas, con muchos metros por delante. Román gestionó ese impulso tan populista muy bien. Sin afectaciones inútiles. Hechizo cambió progresivamente. Al principio se quedaba en nada sin la inercia, apagado, limpio de reprís, protestón. Más tarde, fue cogiendo algo de ritmo y hubo sensación de buena embestida por momentos. Ambos navegaban con todas las imperfecciones, pero era emocionante verlos irse río abajo. Román avanzó posiciones. Rugió la plaza en un ole con un derechazo rematado y redondo. Eso fue lo mejor. Se cerraron con cinco o seis doblones al final. Al toro le quedaba gas cuando salió por la gatera del desprecio. El desplante confirmaba el premio pero pinchó: era un toro para matarlo y una faena –por el fallo– de vuelta al ruedo.
Para Holgazán ver a los banderillos fue una liberación. Puras vacaciones en el bufet de hombres sin trapos. Como en la novela de Modiano Viaje de novios. Un paisaje idílico tenía delante Holgazan para lanzarse en tromba. Una ciudad pequeña en la costa. Huía como aquella pareja. El último tramo de embestida era dinamita. Pulsaba el turbo en la jurisdicción de las ingles: cogió a Tomás López del muslo. Cuando iba a lanzarle la dentellada apareció una sombra verde salvadora. El Sirio sí le quitó el toro al compañero.
Había intensidad. Holgazan era un sol vivo, quemando genio para convertirlo en algo parecido a la bravura. En los quites de Román y el mexicano ya se vio lo que le molestaban las alturas. Joselito Adame tuvo momentos sin despegar. Le gritaban cosas propias de su tierra. Era difícil cogerle el aire al fuenteymbro. Sin ser bravo, Holgazán tenía un final poderoso por bajo. Algunas veces lo ganó él, otras Adame. Y ahí quedaron, en empate. El trabajo de sus jefes de prensa ha convertido el apellido Adame en un meme de las tertulias. Quizá eso explique por qué la plaza estaba tan a la contra.
Señoría llevaba aires del Serengueti. Guepardo negro y con pitones. La cabeza un tanto descolgada daba esa impresión delante de la mole de carne. Derribó tres veces a las cabalgaduras: del picador oficial se fue al que guarda la puerta como un Glovo encargado por el 7. Ahí lo llevas. Tumbaba a los caballos con facilidad y se piraba, consagrado en ese objetivo. El cambio de tercio los cabreó. Quedó sin picar. Fernando Sánchez puso un gran par sin esos aspavientos tan cursis.
A la muleta se lanzó a veces como un depredador. Mucha seriedad en los embroques, colgando de un hilo Joselito Adame. En la plaza se respiraba la importancia del precipicio. Por el borde anduvo el matador. Al acecho estaba el toro, soltando la cara. Apretó exhausto al final Adame logrando la única tanda de una faena marcada por el planteamiento del toro. Había que salir de allí como fuese. Abierto el paracaídas, Señoría metió la cara. Ya no había marcha atrás.
El quinto redujo el suflé de toros encendidos de Ricardo Gallardo. Hubo un descanso. Román no consiguió ir más lejos.
El tercero se había movido ya con las calderas a medio gas. Bajó un punto la intensidad de la tarde. Estaba mejor hecho. Desde el capote humilló. Se diría que para acariciarlo. Garrido es un hombre arrebatado y todo lo que toca galopa por los tendidos. Las verónicas rodilla en tierra lo tuvieron. A veces es contraproducente. Al toro había que esperarlo mínimamente. Cierta prisa en el matador dilapidó las primeras embestidas. Lo hizo mejor al natural, tirando paciente y suave del bonito castaño. Una gavilla de muletazos con buen aire.
Fue difícil conseguir que se lanzara el sexto a los capotes. Se hacía un lío con las manos, resbalaba, tropezaba, mordía la cal, con la tarde ya relajada. Un mexicano borracho pedía salir en mi fila. Estaba un poco flojo, como el toro. Imposible el lucimiento. Garrido, sin embargo, no abrevió.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Tercera de abono. Jueves, 10 de mayo de 2018. 14.822. Toros de Fuente Ymbro, con genio el 1º, emocionante el 2º, de buen pitón izquierdo el 3º, 4º reservón, 5º sin poder, flojo el 6º.
Joselito Adame, de verde manzana y oro. Estocada baja (silencio). En el cuarto, dos pinchazos sin soltar y espadazo bajo atravesado (silencio).
Román, de gris plomo y oro. Espadazo tendido y trasero y estocada casi entera atravesada. Aviso (saludos en el tercio). En el quinto, estocada trasera (silencio).
José Garrido, de rosa palo y oro. Estocada rinconera (silencio). En el sexto, estocada casi entera y trasera. Tres descabellos (silencio).