La maldición de Madrid: David Mora da una optimista vuelta al ruedo
El matador de Toledo traga con un tercer toro exigente, frágil y siempre a la deriva, antes de matarlo de un espadazo caído.
22 mayo, 2018 22:14Los carteles de toreros de Madrid son esos que no se pueden dar en ninguna otra parte. Se ven desde lejos. Con ciertos nombres saltan las alarmas fuera de la capital y no se vende ni una entrada. Eso define a Las Ventas y su afición, no se sabe cómo. Es conmovedor el silencio que se produce en algunas situaciones estos días, como si se avergonzaran de lo que ocurre en el ruedo porque les devuelve su propio reflejo. Lo que ellos han construido.
A ver. Al bochorno de los monzones primaverales se une el ambiente asfixiante, cargado de endogamia y compasión. Una película de Almodóvar. Pone la guinda la espesura de algunos matadores agarrados a Madrid como un salvavidas, en esa parte medio baja del escalafón a la que también hay que exigirle más o empezar con el plan renove —la que va a salir tocada este San Isidro— ¿cuántos toreros de los que están parados podrían funcionar mejor? Esa pregunta es incontestable. Al menos no veríamos los mismos nombres repetidos millones de veces.
La contestación es fácil: ha pasado siempre. Pues sigamos.
David Mora se dio una vuelta al ruedo con el tercero, que tenía un perfil feo, encogido el culo, también el cuello, con una expresión como si esperara algo. En banderillas a Carretero se le subió el gemelo. El toro tenía alegría en su embestida. Al menos en el capote de Otero —rima la cuadrilla si incluimos a Tejero—. David Mora se puso a torear sin pensarlo, muy metido en tablas. El toro hizo dos extraños, por dentro una vez, otro soltando una mirada. En la faena hubo momentos estimables.
Iba a decir que a su manera estuvo firme con el ventorrillo, que se imponía en cada final, con una embestida para poderle, pero en realidad era palpable la deriva. El mérito de David Mora fue tragar con todo sin que se notara mucho. Salir indemne del embrollo. El toro perdió ese picor y al natural, se relajó algo. La estocada tuvo una muerte espectacular. Madrid es muy respetuosa con este torero; la insuficiente petición dio lugar a una vuelta al ruedo, bueno, digamos que optimista.
El público estaba a la contra con el último. A las nuevo en punto había pinchado David Mora dos veces al toro, que tenía dos puntas pero bajaba del resto, comparado con los primeros. La gente trazaba el camino más corto a casa.
Morenito se salió a los medios con el alto segundo. Burraco, estaba a punto de cumplir cinco años. Los afisionaos dicen quinqueño y "domeñar". Las verónicas tuvieron calambre. A Morenito le gusta echar el capote y se lo cantan. A veces suave, como la segunda. Otras más rápido. Empujó el toro en el caballo. Las expectativas intactas cuando Morenito cogió la muleta.
¿Habra algo más terrible que un banderillero cobero? Cuando se apagó el toro, Morenito seguía allí. Había embestido bronco, con los pechos y sin ir hasta el final. En una tanda de derechazos alcanzó la muleta y cambió. Morenito estuvo un rato más en la cara, colocados un tanto por fuera de la segunda raya. Sólo llegaban los bienes de sus subalternos, con ese soniquete de Guadalajara para arriba. Un poco exagerados. Lo suficiente para mostrar que tampoco era para tanto. Los piropos boomerang.
Al toro de Valdefresno se le veía el pecho de rey de la selva. Era una criatura potente por delante, un toro normal desde atrás. David Mora hizo un quite por chicuelinas. Cuando se dio cuenta estaba encima del caballo que guarda la puerta y no podía girar después de ajustarse la última. Resolvió con una tafallera y ya el quite era largo y allí dejó el toro, como cuando te llora en los brazos un bebé que no es tuyo y lo sueltas en la primera gasolinera. Morenito lo enmendó con dos verónicas muy buenas. Una voz se lo agradeció desde el 7, tan contradictorio: mejor si eres de los suyos. El toro se gastó en las dos primeras tandas, sin fondo. Morenito no corrió la mano a su velocidad. Pensaba solucionarlo con tres cambios de mano que tampoco salieron limpios.
Al primero la falta de fuerza lo atenazaba. Era una mole, un pedazo de toro. Impotente, se quería quitar del medio a Curro Díaz. No podía con su alma seca. En dos derechazos se coló por el hueco que queda entre el palillo y la axila del matador con violencia. Al natural reponía furioso. Vaya regalo. Curro Díaz lo fulminó con un bajonazo a la velocidad del rayo. Lo mató con rabia.
El andaluz es un bon vivant de chaleco y sombrero saliendo de la cara del toro. Ese reposo contrasta con los saltitos con los que pierde pasos o esquiva a los toros. Las dos cosas me gustan. Con el cuarto, más estrecho, hubo cierta dejadez. Sobre todo del toro. Curro Díaz lo cogió con la derecha y sin ajustarse ligó cinco o seis muletazos con los que Madrid se reafirma. Luego, fatal colocado, mató bien. La metáfora de lo que ocurre en el ruedo: un torero de dos ambientes.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Martes, 22 de mayo de 2018. Décimoquinta de feria. 17.042 espectadores. Toros de El Ventorrillo, 1º violento y sin fuerza, se apagó el 2º, 3º con emoción, se dejó el 4º, 6º soso, y no humilló el 5º de Valdefresno.
Curro Díaz, de espuma macera y oro. Bajonazo (silencio). En el cuarto, espadazo trasero (palmas).
Morenito de Aranda, de corinto y oro. Pinchazo sin soltar y estocada casi entera, caída y atravesada (silencio). En el quinto, pinchazo suelto, pinchazo hondo. Un descabello. Aviso (silencio).
David Mora, de lila y oro. Espadazo caído (vuelta al ruedo). En el sexto, dos pinchazos y estocada (silencio).