La plaza de toros de Algeciras tiene una construcción que me parece exótica. Los tejados ondulados dan esa sensación, como si las olas llegaran hasta aquí, estando el mar tan abajo. Llegué a Las Palomas pensando en el graznido de las gaviotas y lo fascinante que sería verlas planear con el toro en el ruedo. Sin embargo, lo único que se escuchaba en la expectación era el golpe de subwofer de una atracción cercana cuando Morante, rezumando pereza, acabó con el primero, seriecito y alto. Cruzó este genio de la indiferencia el ruedo con apatía mientras le llovían los insultos. Un señor se golpeaba la cartera haciendo grandes aspavientos señalándolo con un dedo indignadísimo.
Las ensoñaciones las despejó 'El Juli' rápido, que no baja el ritmo ni en la última punta de Europa. Le dio igual el poniente que refrescaba los tendidos, convertido en un nervioso torbellino sobre el ruedo. Los papelillos le enredaban los tobillos como una manguera olvidada cuando recibió al segundo. Le gritaron el ole con ganas. Igual a las chicuelinas de mano baja; buenas las medias. Otro remate a una mano, más natural que larga, para dejarlo al caballo.
Este toro era armónico y con la cara que le gusta a los toreros. Tenía chispa. Pero se lo pensaba. La faena de 'Juli' tuvo una suficiencia tridimensional: toques, terrenos y distancias. De la combinación salió un lío de provincias, acortando los espacios progresivamente, con momentos muy buenos: el inicio rodilla en tierra vertiginoso, un derechazo larguísimo y cinco o seis naturales científicos, tirando de la embestida. El final se vivió con arrebato y la estocada traserilla puso en sus manos las dos orejas.
El tercer toro tenía pinta de radioactivo. Una mutación extraña con aire de rata peluda. La badana le daba cierta expresión derruida inmediatamente por un perfil lastimoso. Se estiraba para alcanzar la muleta con un estallido final que Roca no supo contener, desarmado dos veces al natural. Tampoco tenía mucha pinta el toro de agradecer nada. Lo solucionó rápido el peruano: arrimón y pista.
La merienda en los toros es un constructo social, como dicen los preocupados. Durante veinte minutos, la gente come platos que jamás sacaría de casa, los operarios riegan y repasan las rayas y los periodistas escriben mirando con envidia los bocadillos y las cervezas y los postres de alrededor –mirando con envidia yo. En Algeciras se merienda ligero. Morante toreó a la verónica con una pasmosa naturalidad sin ganar un paso. El toro tenía una fijeza hipnótica, anticipando su fondo cenagoso, el pozo ciego que cargaba. Soler sustituyó a Carretero, lesionado. Las dos tandas de Morante con la derecha fueron extraordinarias por la cadencia. No hubo más. Con él se da un caso de ensayo: le pitan preventivamente por cualquier gesto, creyendo intuir el desenlace fugaz de la faena. Normalmente aciertan.
Otra vez se estiró 'Juli' bien con el capote. Estas verónicas fueron mejores porque el viento no molestó. El toro cabía por una tronera sin meter mucha barriga. Soltaba un derrote traicionero que contrastaba con sus formas: tan cómodo, tan molesto. Rajado cuando 'Juli' se hizo con él. Se comprendió que fuese a por la espada. Por el tendido 3 un señor regordío gritó al resto que dónde estaban los pitos ahora. Molestó mucho eso a sus compañeros de tendido. A nadie le sienta bien que le expongan las contradicciones. El héroe pidió la oreja de forma irónica, cerrando así la tercera mejor actuación de la tarde.
El aire melancólico del último zalduendo tampoco gustó a la afición. El toro habría pasado por mil corrales. Le hacía falta una buena dosis de acero. En el caballo empujó con celo callando a los que pedían su devolución. Desahogado, era otro. Duro el puyazo, que dejó en el peto un rastro de sangre arrastrada y frotada. Roca Rey lo tanteó por los dos pitones retrasando el inevitable final. Al toro, dormido, apagado, le hacía falta un tonelada de lo que toma Maradona.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Algeciras. Jueves, 28 de junio de 2018. Casi lleno. Toros de Zalduendo, 1º complicado, con chispa el 2º, frenado el 3º, 4º parado, rajado el complicado 5º, apagado el 6º.
Morante de la Puebla, de verde botella y oro. Pinchazo hondo y caído (bronca). En el cuarto, pinchazo y espadazo entero (silencio).
'El Juli', de azul marino y oro. Estocada trasera (dos orejas). En el quinto, dos pinchazos y espadazo caído y algo trasero. Un descabello (saludos).
Roca Rey, de tabaco y oro. Espadazo algo caído (silencio). En el sexto, pinchazo y dos descabellos (silencio).