La ‘afisión’ cae en la trampa de La Quinta
Décimocuarta de abono.- Excepto dos, los utreros de La Quinta tuvieron una embestida a medias, sacando las caras al final del muletazo. Buena dimensión de Francisco de Manuel.
27 mayo, 2019 21:48La diferencia entre Francisco de Manuel y los otros dos novilleros era evidente, no sólo en el oficio. El Galo y Ángel Jiménez tienen el aire de los que se escapaban de clase en el recreo. Cuántas lunas juntarán entre los dos. De Manuel estudia Inef, de los novilleros que vienen con la vida ordenada. Al lado de sus compañeros, parecía un balcón con vistas al Retiro, lúcido y luminoso. Jiménez y Galo eran buhardillas oscuras de Argüelles, quizá más literarios, interesantes, depresivos. Francisco de Manuel va directo al objetivo, por ahora.
La novillada de la Quinta engañó a la afisión. Sólo primero y sexto tuvieron clase. Los otros arrearon mucho a los hombres descubiertos y acudieron rabiosos al caballo pero se quedaron en nada: caras por el aire al final de cada muletazo. Los problemitas que suele tener la ganadería. Hubo exageradas ovaciones en el arrastre, rendidos los exigentes a la estela gris de Santa Coloma.
Francisco de Manuel ha madurado un poco en un año. Ya no pone banderillas. Se mueve en la plaza como un matador en miniatura. Solucionó la lidia del primero, cuando se quedó descubierto el lidiador. Lo hizo todo bien con el capote al tercero, al que cuajó dos gavillas de verónicas cantadas. Ángel Jiménez le respondió con dos lances de quejío que no levantaron ni un suspiro. Al tercer muletazo venía por dentro. Encontró al novillero una vez por cada pitón. Francisco de Manuel, muy centrado, no aburrió, del inicio por doblones a los redondos. Al descubrir que no iba a mejorar Callejito, cogió la espada. Mató bien a la segunda. Fue muy ovacionado el novillo, que no humilló nunca.
Le dio un tirón atlético al último para cambiarlo de terrenos. Recorrió en tres zancadas el ruedo, con el de La Quinta revoloteándole la muleta. El novillo tomaba mejor la muleta que ninguno. Y la soltaba por abajo. O al menos olisqueando el ruedo. Un milagro en una novillada que abrió las ventanas a la primera ocasión. Corría bien la mano Francisco de Manuel sobre los terrenos del 6. El manojo de muletazos que tuvo Orejisano. Hubo un garabato al natural. Se quedaba corto el novillo, que cogía bien los vuelos. Luego, se fue apagando, quedándose debajo. De Manuel no conectaba la embestida. La estocada fue muy buena.
Del volatín se levantó Chaparrito con el mismo temple. Hubo seriedad en todos sus movimientos. Me gusta la forma de juntar las manos que tienen algunos novillos de La Quinta. Derribó al picador, que salió despedido de la montura. Empujaba Chaparrito. Ángel Jiménez tiene un concepto macerado por la inactividad. Como si lo hubieran parido en el sótano de Fermín. Ayuda la carilla de cani de Écija, que le da un toque quinqui perdido entre la novillería. Le cogió bien la velocidad al novillo, que embistió despacio y soso. Los derechazos tenían algo bueno. No le hicieron caso. Chaparrito tenía la fuerza justa. Al natural, no hubo muletazos redondos. Volaban los pases de pecho. Más en línea, más abierta la reunión. Lo mató fatal.
Al picador se le escurrió la puya como si salieran topillos del lomo del utrero. Ningún puyazo concreto. Se descomponía con el toque brusco Soberbio. Le buscó la distancia, molesto por el viento, Ángel Jiménez, revolviendo la embestida desordenada. A los vuelos iba con algo parecido al ritmo, buscando la salida por arriba siempre, circunvalando al matador. Era difícil que surgiera algo interesante. ¿Puede que en los medios? La faena murió al irse el novillo a las tablas, rajado. Le cuesta matar a Jiménez. Azuquita majó un buen puntillazo. Ovacionaron al cadáver.
Era precioso el segundo, hecho cuesta abajo; se movía descolgado Marsellés. Una canica habría rodado desde la penca a la testuz. Se agarró fatal el picador. Puso en aprietos a los banderilleros el utrero. Salía a por ellos condenado y después los perseguía como si llevara la lista de Arya. El Galo pasaba el bulto. Se quedaron a medias todas las tandas. A pesar de las hechuras, tampoco humillaba el novillo, distraído en los finales. Al natural tenía más violencia. Hacía malabares con las dudas El Galo, lanzado hacia delante sin oficio. Como en las dos estocadas. Se rompieron las manos en el arrastre con un poco de recochineo.
El quinto era más serio. Las puntas hacia delante. Alto, despegado del suelo. Salió El Galo dispuesto a arreglarlo: las verónicas tuvieron chispilla. El novillo radiografió en el peto sus intenciones: atracón para desentenderse. Hubo una buena media de Francisco de Manuel, a pies juntos. Puso banderillas El Galo. Estaba verde hasta para quebrar. Salía de la cara pitando, como si lo persiguiera un profesor. Apretaba para dentro el novillo, que no fue fácil. Por dentro, sin humillar y gobernado por esa expresión seria. Se quería deshacer de la muleta. El Galo solucionaba las tandas como podía. Tres naturales buenos, al final. Lo cazó. Otra ovación incomprensible se llevó este torillo.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Lunes, 27 de mayo de 2019. Décimocuarta de abono. Menos de media entrada. Utreros de La Quinta, 1º embistió despacio, no terminó de humillar el 2º, por dentro el 3º, 4º rajado, 5º sin entrega, se apagó el 6º.
Ángel Jiménez, de coral y oro. Bajonazo (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y espadazo casi entero muy tendido (silencio).
El Galo, de rosa palo y plata. Estocada muy tendida que se salió y espadazo entero (pitos). En el quinto, espadazo caído (silencio).
Francisco de Manuel, de corinto y oro. Pinchazo y buena estocada (ovación). En el sexto, gran estocada (ovación).