Así salvaron la vida a Mariano de la Viña en la enfermería de Zaragoza: “Era un muñeco, inerte”
Carlos Zúñiga, empresario de la plaza de toros de la Misericordia, presenció la secuencia desde el interior del quirófano: “Fue dramático”.
15 octubre, 2019 04:15"Fue dramático", acierta a describir la situación que vivió en el quirófano de la plaza de toros de Zaragoza Carlos Zúñiga, el empresario. Al filo de las ocho de la tarde del domingo, Sigiloso, el cuarto toro de la tarde de la ganadería de Montalvo, ya había descargado los pitones sobre el cuerpo de Mariano de la Viña como un torbellino. Dos cornadas arrancaron "las arterias iliacas interiores y la femoral superficial", según describe a este diario el cirujano Carlos Val-Carreres. Al torero lo transportaron dejando un reguero de sangre por el camino. Se formó un charco en el lugar donde cayó, barrido por el matador Miguel Ángel Perera mientras las asistencias dejaban en la enfermería al herido.
"Entré dentro", explica Zúñiga a EL ESPAÑOL. "Estaba solo detrás de los cristales del quirófano y vi cómo le salvaron la vida a Mariano de la Viña". Las dos cornadas, por separado, eran letales. "Hubo una hemorragia tremenda. Tuve que hacer frente a una situación cáotica", resume el cirujano. De hecho, a la enfermería entró "sin pulso. Pensé, sinceramente, que había muerto", añade Val-Carreres. Mariano de la Viña no respondía, cuenta el testigo. Según Carlos Zúñiga, parecía "un muñeco, estaba muerto, inerte. Era un muñeco, blanco como la pared, inerte, ya te digo. Lo vi con mis propios ojos. Fue terrible”.
Sin embargo, el equipo médico pudo remontar la tragedia. ¿Cómo? Primero, entraron en acción los anestesistas. "Lo recuperaron con sueros, medicamentos, no sé qué le pusieron, pero lograron reanimarlo. Le dieron esperanzas al médico, que se puso a trabajar sin la bata ni los guantes ni nada", descubre Zúñiga lo que ocurrió en la sala de operaciones. Hasta que lograron controlar al subalterno "pasó media hora larga", según sus cálculos.
Dios quiere que te pongas de pie y sigas luchando. Dale la oportunidad de transformarte, a través de las pruebas, pues Él en ti, puede hacer grandes cosas.
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"Cuando logró estabilizarlo, salió y se colocó la ropa", continua Zúñiga. "Vi que habían tratado de hacerse sobre todo con la cornada de la pierna. Tenía controlada la femoral pero yo había visto por las imágenes que tenía otra cornada en el parte baja de la espalda. Con todo el respeto del mundo, se lo dije a Val-Carreres. En ese momento, se pusieron a trabajar con esa herida", que afectó a la iliaca.
El empresario observó que al herido le colocaron "una cincha por debajo del cuerpo", una especie de torniquete, por lo que empezó "a sangrar menos". "Tras controlar la herida de la femoral, escuché al cirujano decir que notaba algo raro en sus constantes vitales. Supongo que no podía terminar de recuperarlo porque aún estaba afectado por la otra herida".
"Tuvimos que embolizar, restaurar las arterias, hacer muchas cosas", analiza el médico un día después la operación, cuando Mariano de la Viña se recupera de la cirugía, con varios bypass y algunos litros de sangre nueva, en la UCI de la clínica Quirón de Zaragoza. "Fue fundamental la actuación de los anestesistas", confirma el experimentado cirujano. "También poder hacer una hemostasia provisional y abordar el retroperitoneo en un tiempo récord", enumera las claves del milagro. "Me pude hacer con la aorta y la cava enseguida. Por supuesto, hay que tener en cuenta la acción de los que trajeron al herido a la enfermería, que fueron muy diligentes".
"Herida severísima"
“Es una herida severísima”, concluye Val-Carreres, pero no es la peor. “Si dividiéramos las cornadas, estaría en un grupo especial, desde luego. He visto de todas formas muchas. A Palomo Linares, a Ortega Cano, la rotura de la vena iliaca de Juan Ramos en la puerta de la enfermería...”, recuerda. Las horas en la Quirón fueron también angustiosas. “Ten en cuenta que tenía un traumatismo craneoencefálico. Se le hizo un escáner de arriba a abajo. En un enfermo con esas tensiones tan precarias, cada paso por la clínica costaba un suspiro, había que ir con intubación, no es fácil”.
Sin querer dar más detalles de lo ocurrido, Val-Carreres considera que el estado "de Mariano de la Viña es muy grave. Ya le he dicho que fue una situación cataclísmica", comenta algo enfadado. "¡Las preguntas que me hace! Tiene por delante un postoperatorio muy duro. Ha habido que ponerle mucha sangre. En esto manda el enfermo. Como mínimo tendrá que pasar una semana en la UCI, no es flor de un día, claro. Tiene tres arterias afectadas. Y ha pasado por una hemorragia masiva".
"Me ha dolido ver el vídeo del percance. Afortunadamente, no lo vi en el momento", continua el cirujano. Algunos cirujanos taurinos consideran que el vídeo les ayuda antes de que llegue el herido. "Se dicen muchas cosas por ahí. Yo me refiero a que aprecio a Mariano de la Viña y no me gusta verlo en esa situación. Es como si le hubiera pasado el tren por encima. ¿A usted le gustaría ver así a un amigo?".
Perera, corneado después
"Es evidente que el doctor Val-Carreres hizo un gran trabajo, pero su equipo médico estuvo a la altura", revive Carlos Zúñiga después de haber sido testigo directo de la parte más desagradable del toreo. “Cuento esto para sensibilizarnos”, justifica Zúñiga su testimonio. “Ese tío estaba muerto, muerto. Y lo han salvado. No quiero entrar en polémicas, pero los toros matan. Tenemos que ser conscientes. Hay que estar muy agradecido al médico. La labor que hizo fue tremenda. Pero también a los anestesistas”.
El sexto toro corneó a Miguel Ángel Perera, que sufre una herida "grave" por asta de toro a nivel de la unión del tercio medio-inferior de la cara posterior del muslo derecho, con orificio de entrada de 7 centímetros y dos trayectorias, una ascendente de 20 centímetros, que dislacera fibras de los músculos isquiotibiales y otra externa, de 4 centímetros, que se pierde en el tejido celular subcutáneo".
El matador de toros extremeño llegó a la enfermería cuando todavía operaban a Mariano de la Viña. Según ha informado El Mundo, todas las manos estaban ocupadas en salvar al banderillero. "Perera pidió esperar, consciente en todo momento". Le sedaron y despertó en la clínica Quirón, preguntando por su compañero. Consultado por este diario, Perera ha preferido no hacer ninguna declaración.