Victorino Martín trajo de 'Las Tiesas' un corridón de toros, un espectáculo de bravura. El sábado de pescaíto de la feria de abril el recuerdo de 'Cobradiezmos', aquel ejemplar que indultó en 2017 Manuel Escribano, estuvo patente toda la tarde y cuando salió 'Patatero' en quinto lugar fue como un Déjà vu. Ya lo habíamos visto.
'Patatero' dejó patente sobre el albero maestrante la sangre de su padre y el destino hizo de las suyas, esta vez en sentido positivo, y quiso que cayera en las manos del mismo torero.
Lo recibió a portagayola y su fina estampa calcada a la de su progenitor ya presagió buenos augurios nada más salir de chiqueros. El animal comenzó a embestir con mucha clase en el capote del de Gerena, peleó en dos buenos puyazos y lo persiguió con codicia en el tercio de banderillas.
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Sin probaturas se dispuso a torearlo con la muleta y cuando le cogió el pulso y la suavidad que el toro le pedía, aquello empezó a fluir y fue una delicia. Muy decidido cuajó al ralentí a un toro que se crecía en cada muletazo, que derrochó mucha emoción y con el que ha sido capaz de cimbrear la feria sin salir por la Puerta del Príncipe, pero con dos orejas de ley que pasarán a la historia, al igual que la vuelta al ruedo con la que fue premiado.
Se desquitó Escribano del mal trago que le hizo pasar su primero en una tarde también marcada por la reaparición del torero sevillano Manuel Jesús 'El Cid', al que Sevilla hizo saludad de forma muy cariñosa, y por la presencia de otro torero muy conocedor de la casa, Emilio de Justo.
El Cid siempre fue un torero con mucha suerte en los lotes y esta tarde no iba a ser menos. Tan bueno o más que el quinto fue ese cuarto, que le puso en bandeja la faena de su reaparición que no logró cuajar en de Salteras.
Con su primero dejó buen sabor de boca ante un animal que se empleó poco en sus engaños, pero ese 'Filigrana' le exigió una firmeza y convicción que el de Salteras no atinó a darle. Sí le permitió dejar patente que su zurda siempre será su arma más poderosa y le cortó una oreja.
Tampoco tuvo mucho peso la que paseó Emilio de Justo del tercero, otro cárdeno de enclasada bravura que el extremeño no terminó de exprimir. Al sexto tampoco lo vio claro cuando se creció en casta en su muleta, llegando a desbordarlo en algunos muletazos en una tarde extasiada por la vuelta de 'Cobradiezmos' en la figura de su hijo.