El impacto de las luces de Navidad de Vigo se calibra en números positivos, tanto de afluencia de turistas venidos de diferentes puntos de Galicia y España, como de resultados económicos de la hostelería, con cifras de ocupación históricas y llenos en los locales de restauración. Pero donde hay luz, también hay sombra.
Los vecinos de las calles más transitadas en estas fechas en el centro de la ciudad son los que más sufren, de manera colateral, la oferta de ocio navideño. Calles abarrotadas, cortes de tráfico, ruido y la alteración de su día a día son algunos de los puntos señalados en su lista de agravios.
Este año, se ha hecho visible a través de un grupo de vecinos que ha puesto en marcha una propuesta que se ha movido a través de Whatsapp para hacer ver su malestar por lo que supone para ellos que la zona centro se transforme: unos lazos blancos en las ventanas de los edificios.
"El lunes por la noche comenzamos a movernos y la recepción de la propuesta ha sido bastante satisfactoria", explica una de las vecinas involucradas a Treintayseis que reside en la zona del Arenal. "Esto no significa que queramos que se acabe la fiesta, nos gusta que se haga si es bueno para la ciudad, pero creemos que no es el sitio. Para un evento de este tamaño se debería buscar un lugar adecuado y con garantías", señala.
Para los vecinos, los lazos blancos son "algo simbólico" y su objetivo es "que haya visibilidad". El blanco de los lazos es porque, aseguran, es un movimiento que no tiene color político. "La gente pensará que es un movimiento político o un capricho, pero nada de eso", insiste esta vecina.
Seguridad, movilidad e higiene
Su preocupación se desgrana en tres puntos principales. Por un lado, la seguridad. "Imagínate que ocurre algo como en O Marisquiño, con esta cantidad de gente y las calles ocupadas por las atracciones, ¿cómo llegarían las ambulancias? Nos preocupa que pase algo grave y lo que se puede generar. Estamos confiando mucho en la suerte, pero no se puede dejar al azar, tienes que tener todo muy pensado", concluye.
En segundo lugar, se refiere a la movilidad. "Solo salir y entrar en tu casa o en tu trabajo se hace muy complicado. Hay mucha gente en esta zona con necesidades especiales, que esperan por una ambulancia, o en cualquier urgencia o momento crítico, tardas en llegar". El caso lo extiende a repartidores, cuyo acceso a determinadas calles se hace "casi imposible".
La higiene es el tercer punto que señalan porque, incide, "si vienen realmente miles de personas al centro, con que un 2% no lleve mascarilla, ya es mucha gente que genera un riesgo". Además, añaden el ruido que "es algo colateral, pero también importante".
Con más previsión que en 2019
Con respecto a 2019, esta vecina aprecia que se ha mejorado, pero que todavía no es suficiente. Hace dos años les cogió "de improvisto", pero este año, ha presentado varios escritos al Concello, que le ha respondido remitiéndole los planes de seguridad que, asegura, "son imposibles de ejecutar". Sobre si han pensado en tomar otro tipo de medidas, asegura esta vecina que están "valorando y estudiando hacer todo lo posible para defender los derechos que están en riesgo, sobre todo para prevenir que no ocurra en años posteriores".
"Durante dos meses el centro de la ciudad está ocupado y las principales calles cortadas. Es una zona residencial y Vigo no es solamente estas calles, hay sitios para hacerlo sin molestar a nadie, donde estas atracciones tengan la cabida adecuada. Eurodisney no está en el centro París", señala.
Parkings privados
Treintayseis se ha puesto en contacto con otros vecinos de calles del centro que son epicentro de la celebración navideña. En el caso de Policarpo Sanz, la calle se encuentra cortada desde el cruce de Colón en dirección a Puerta del Sol a partir de las 17:30, una hora que, asegura una de las vecinas, "no es a la que llegas de tu trabajo".
En este caso, dos de los parkings privados de ese tramo se ven afectados por el corte de una calle que estas fechas está ocupada por, entre otras, la caseta de Papá Noel. "Si vienes de la autopista tienes que salir por la que te lleva a Isaac Peral y a los túneles de Beiramar hasta la Paellera. A partir de ahí, como todo está cortado, bordear la Alameda por Luis Taboada e incorporarte por Reconquista; son 20 minutos más", explica. "Pero si te equivocas de salida, por la costumbre, ya son 40. Yo no me planteo ir a Gran Vía, al Corte Inglés, porque es imposible".
En Reconquista con Policarpo Sanz, para hacer el giro hacia la izquierda, un agente de Protección Civil es el encargado de abrir paso y guiar al coche hasta su aparcamiento entre los paseantes. "Es una buena medida, aunque el tiempo lo pierdes igual. Sí que se echa de menos que no sea un agente de la autoridad, porque muchas veces hay gente que pone problemas porque pase un coche por ahí", asegura otro vecino que tiene el portal y el aparcamiento en la zona.
"Es complicado hacer las actividades rutinarias, como bajar con mis hijas a la calle o, por ejemplo, tener que esperar hasta tres veces para cruzar un semáforo. Son cosas banales, pero que duran 10 semanas", incide este vecino. En esa misma zona, otra vecina se queja de lo que supone bajar con niños a la calle: "Estamos sin parques en esta zona, no tienes a dónde llevarlos porque por la calle solo quieren globos y subirse a las atracciones". Es decir, puntualiza, "un ocio basado en el gasto de dinero a unos precios muy altos".
Oficinas como "salas de fiestas"
En Policarpo Sanz se encuentra también el árbol gigante de Navidad, enfrente del Teatro Afundación. Una zona donde se concentran varias oficinas, algunas de ellas con ventanas que dan directamente a una calle que también está cerrada al tráfico. "Desde las 11 de la mañana, suena música clásica de manera repetitiva. Esto implica que la gente de la biblioteca y los que trabajamos alrededor no tenemos ni un momento de silencio", explica a Treintayseis uno de los profesionales que tiene su oficina de trabajo enfrente del teatro.
"A partir de las seis, encienden las luces y el árbol, el volumen de la música sube y es imposible concentrarse. En mi oficina no se puede estar, parece más una discoteca o una sala de fiestas", protesta. "Ahora mismo no puedo recibir clientes, porque por la mañana es imposible aparcar por la zona y por la tarde, con las luces, no podemos estar en la oficina", insiste.
"Por la mañana es imposible concentrarse y por la tarde es imposible trabajar", resume.
En el caso de la calle Colón, está cortada al tráfico desde el cruce con Rosalía de Castro y Marqués de Valladares hasta el final, donde se ubica la noria. Los vecinos con aparcamientos en esta parte contaron con muchos problemas de acceso en 2019 por la concentración de gente en la zona de una de las principales atracciones navideñas y que se enfrentaban a toda una odisea para acceder a sus garajes, insultos incluidos. Este año, en cambio, se les ha habilitado un carril vallado que, como nos cuenta una pareja que vive en uno de los edificios de ese tramo de la calle, les ha facilitado mucho la entrada y salida en coche.
Alameda
Donde la situación se ha agravado, según sus vecinos, es en la Plaza de Compostela. En la Alameda, semipeatonal con acceso a los garajes, está instalado el Cíes Market, el mercadillo navideño, una de las ofertas con más éxito de la Navidad viguesa, ocupa la mayor parte del espacio y es una de las zonas más concurridas a partir de las seis de la tarde, con una amplia oferta gastronómica.
"Para entrar en mi portal, tengo que esquivar restos de comida, cervezas y orines", se queja una de las vecinas. "No se han aumentado los equipos de limpieza y, aunque hay al menos un baño instalado, la gente orina en los portales de los que vivimos aquí. El nivel de suciedad es impresionante", asegura.
La salida y entrada a los garajes también supone una dificultad: "Desde finales de noviembre tenemos cortado el acceso y para entrar tenemos que ir hasta el puerto pesquero y dar la vuelta. Para llevar a los niños al colegio, por ejemplo, tengo que salir con 25 minutos de antelación", se queja. "Vivimos en una zona semipeatonal, pero se hace muy complicado llegar con el coche entre la gente, que te mira mal, no se aparta e incluso te insulta", añade, además de señalar que ese mismo día ha tardado "una hora y cuarto" en ir y volver a Bouzas.
En una de las calles aledañas a la plaza de Compostela, en Castelar, se ha colocado uno de los baños públicos. "Está justo delante de mi portal", indica a Treintayseis un vecino. "Han destrozado los adoquines para instalarlo, pero la gente sigue haciendo sus necesidades en la calle", protesta.
El Concello pide "cooperación"
El pasado jueves, en rueda de prensa y ante las preguntas de los periodistas, el alcalde de Vigo, Abel Caballero, se refirió a las protestas de los vecinos pidiendo su "cooperación". "La Navidad de Vigo es un fenómeno muy importante, cualquier ciudad de Europa desearía ser Vigo ahora mismo", aseguró refiriéndose a la repercusión y el retorno de la campaña navideña.
"Hay un plan de autoprotección elaborado por un profesional, cualquier hipótesis sobre seguridad incumplida es falsa", insistió. "Todo mi respeto a los vecinos y a lo que planteen, pero poner en duda la seguridad son palabras mayores". Además, se refirió a que intuía un "tufillo político" en unas quejas que "no se asientan en algo objetivo".
Caballero aseguró que el día anterior había pasado por la calle Rosalía de Castro, donde este año se ha instalado un pequeño parque de atracciones que es una de las fuentes de quejas de los vecinos de la zona. "Menos ruido que un coche o una moto transitando por la calle", concluyó.
El fenómeno de la Navidad de Vigo, que tiene un largo recorrido que comienza en agosto con la instalación del alumbrado y dura hasta avanzado el mes de enero, da brillo, color y visitantes a la ciudad durante dos meses, pero también supone que muchos vecinos del centro le tuerzan la cara y le muestren una mueca de desesperación y hartazgo.