Las gélidas aguas frente a la costa canadiense de la isla de Terranova fueron testigo de la tragedia marítima más grave que recuerda España en casi cuatro décadas. La madrugada del martes, a las 5:24 horas, el Centro Nacional de Coordinación de Salvamento, con base en Madrid, recibe dos alertas automáticas del pesquero Villa de Pitanxo y comienza la tragedia.
El arrastrero congelador, un buque de pesca de fletán de 50 metros de eslora, emite su alerta de radiobaliza y una de una llamada selectiva que anuncian a Salvamento de que se está produciendo un naufragio. Ocurre a 450 kilómetros al este de Terranova, en Canadá, una zona con una enorme riqueza pesquera que contrasta con las terribles condiciones de sus aguas.
Horas después, el pesquero Playa Menduiña 2 confirmaba que había rescatado una balsa con tres supervivientes: el patrón de la embarcación, su sobrino y un ciudadano ghanés. Junto a ellos, cuatro cuerpos sin vida confirmaban que las durísimas condiciones del Atlántico Norte no iban a ponérselo fácil a los marineros. A lo largo de los casi dos días que han pasado desde el hundimiento del buque, se han podido recuperar otros cinco cuerpos, haciendo un total de nueve fallecidos.
En ese mismo momento, Canadá, España y Portugal habían desplegado un amplio operativo de rescate con la esperanza de encontrar con vida al resto de tripulantes. A las 22:13 horas del miércoles, algo más de 36 horas después de comenzar la operación, el Centro de Coordinación de Rescate de Halifax, que dirigía el operativo, anunciaba que la búsqueda, "tristemente", había sido cancelada, a falta de encontrar todavía a doce de los tripulantes del Villa de Pitanxo.
En las últimas décadas se han producido múltiples siniestros en las costas gallegas o de barcos de Galicia en otras partes del mundo. Santa Ana Siempre Casina o el Hermanos Díez Colomé son algunos de los hundimientos que se han registrado en los últimos años. Sin embargo, la asociación Aetinape apunta que hay que retrotraerse a enero de 1978 para encontrar una cifra similar de víctimas, con el naufragio del buque congelador Marbel ante las Illas Cíes, en donde hubo 27 fallecidos.
"Un duro batacazo para O Morrazo"
Javier Costa, el Patrón Mayor de la Cofradía de Cangas, reconoce que "no se puede llegar a comprender el dolor de las familias", y que él personalmente no recuerda una tragedia de esta magnitud. "Yo llevo muchos años dedicado a las artes menores y la pesca de bajura y, por fortuna, no me muevo con gente que vaya a esos caladeros tan peligrosos".
Asegura que la situación que se vive estos días en la comarca es triste, "llevamos un durísimo batacazo" y que tratan de no especular para no jugar con la esperanza de las familias. "Todos somos realistas y sabemos cómo son esas aguas, pero es triste y jodido estar en el lugar de los familiares, procuramos no hablar para no aumentar el dolor", dice.
Miro Ulloa, como director gerente de la Cooperativa de Armadores de Vigo, confiesa que el miércoles ha sido un día "agotador y preocupante" para todos. "Nosotros hacemos de apoyo y estamos a disposición de la armadora y de las administraciones, para lo que nos necesiten, pero hoy ha sido un día de atender a muchísimas cosas", afirma.
Los medios de comunicación, ávidos de información, han sido quienes no han dejado "ni respirar" a los representantes de la organización y a los marineros que trataban de ayudar en medio de la tragedia. "No hay más información que la que hemos dado, ahora estamos centrados en la búsqueda de los desaparecidos y en la atención que podamos prestar a las familias: está siendo agotador".
A lo largo de todo el día de ayer, tanto en Marín como en la península de O Morrazo y en Galicia, se sucedieron los homenajes, "porque la tripulación estaba muy repartida entre los municipios de la zona", reconoce Javier Costa. "Todos conocíamos a alguien, somos pueblos pequeños y marineros, está siendo muy duro para toda la comarca".
Terranova, la zona más dura del Atlántico Norte
El impresionante caladero de Terranova, frente a las costas canadienses, ha sido el protagonista de algunos de los naufragios más conocidos de la historia: el Titanic se perdió bajo las gélidas aguas entre el Atlántico Norte y el Mar de Labrador. Esta zona, rica en bacalao y fletán, sigue siendo uno de los caladeros más importantes del mundo y hasta él se desplazan muchas embarcaciones gallegas cada temporada.
La cara amable, la de la riqueza pesquera, la cara amarga, la de las durísimas condiciones en las que trabajan los pescadores. El propio Centro de Coordinación de Rescate de Halifax anunciaba, a través de sus redes sociales, que la búsqueda de los desaparecidos se había suspendido a las 21:00 horas españolas por la imposibilidad de encontrar todavía algún superviviente. Lo cierto, según afirman las autoridades canadienses, es que las condiciones climatológicas auguraban una muerte casi inmediata a los tripulantes del Villa de Pitanxo.
"Todos sabemos cómo es ese mar, todos conocemos el frío que hace en el agua de Terranova aunque no hayamos estado", decía a este medio Javier Costa, Patrón Mayor de Cangas. La temperatura media del agua en esta época del año suele oscilar en torno a los 15 o 10 grados negativos. A esto se suma que las condiciones del mar, con olas de hasta diez metros de alto, y la densa niebla de la zona complicaban las tareas de búsqueda.
A pesar de todo, los gobiernos español y canadiense, coordinados, crearon un dispositivo formado por ocho buques y un helicóptero que dedicó más de 36 horas a buscar a los posibles supervivientes. A lo largo de casi dos jornadas agónicas, aparecieron hasta nueve cuerpos sin vida, además de los tres supervivientes que recogió el Playa Menduiña 2 en las primeras horas tras el naufragio.
A las 22:13 horas españolas del miércoles 16 de febrero, el centro coordinador del operativo de búsqueda anunciaba que, "tristemente", se suspendía la búsqueda de supervivientes. "Tras los resultados de la búsqueda exhaustiva llevada a cabo por un número significativo de aeronaves y buques durante las últimas 36 horas, la búsqueda de los 12 pescadores desaparecidos del Villa de Pitanxo ha sido suspendida", decían en sus redes sociales.
Las duras condiciones del mar, sumadas a las escasas posibilidades de supervivencia en esas condiciones extremas, han hecho que, por el momento, las familias de los doce desaparecidos tengan que enfrentarse a la cruda realidad de quedarse en ese limbo de los marineros perdidos en la mar.