Hay tres realidades en el buque de Villa de Pitanxo. Una es la de los supervivientes, que aterrizaron anoche aún envueltos en el shock de lo que han pasado; otra, la de las familias de los fallecidos, que ya lloran los cuerpos de sus seres queridos a medida que estos llegan; y una tercera, la de aquellos que esperan, los familiares de los todavía 12 desaparecidos.
Desde que el pasado martes el arrastrero gallego se hundió en aguas de Terranova, las familias de los doce hombres que no han sido localizados han sufrido un calvario de incertidumbre y desesperación. ¿Cómo se llora una ausencia que no está confirmada?
La situación se tornó prácticamente negra cuando Canadá dio por finalizada la búsqueda de los tripulantes del Villa de Pitanxo tan solo 36 horas después de haber iniciado el operativo, el 16 de febrero. Se habían recuperado a tres supervivientes y nueve cuerpos. Pero en el buque viajaban un total de 24 personas.
El Centro de Coordinación de Rescate de Halifax afirmaba que el mal tiempo y la falta de luz impedía continuar con las labores. Las familias a la espera no entendían cómo era posible que se paralizase así el dispositivo, y diferentes organismos y políticos compartieron su opinión.
Ayer, 22 de febrero, por fin, tras días de protesta, las familias recibieron la buena noticia de que varios pesqueros gallegos habían decidido retomar la búsqueda. El patrón de uno de las embarcaciones que ayudó a buscar en un primer momento a las víctimas del Villa de Pitanxo lo explica así: "Es misión casi imposible, pero por no intentarlo que no sea".
La lucha de las familias
María José de Pazo es la hija de uno de los desaparecidos del naufragio, Francisco José, y estos días en los que todo son nervios y dudas, ejerce como portavoz de los familiares que comparten su situación.
La pasada madrugada se reunían con Pedro Sánchez durante el recibimiento al Airbus A400 de la Fuerza Aérea española, que traía a los marineros desde Terranova. Las familias de los desaparecidos le trasladaron al presidente de España una lista de peticiones, que como relataba Europa Press, este se ha comprometido estudiar.
Esta no ha sido la única ocasión que han aprovechado las familias para reclamar que se retomase la búsqueda. Tras reunirse con la armadora del Grupo Nores, María José de Pazo afirmaba con dureza: "Estamos en el tiempo de descuento".
Doce desaparecidos con nombre propio
Mientras se retoman las búsquedas, es imposible no pensar en el fondo de esa tercera realidad, en la realidad de quienes esperan una confirmación, otorgar tangibilidad al sentimiento desazonador de quien ha perdido a un ser querido.
Son doce los hombres del Villa de Pitanxo que continúan desaparecidos. Doce personas con nombre y apellido, con historias de vida diversas, pero a las que les unía un duro campo de trabajo: el mar.
No todos eran pescadores, algunos viajaban con una misión científica o en las cocinas del barco. Alguno salía a faenar por primera vez a las aguas de Canadá, otros tenían cientos de mareas a sus espaldas. Algunos estaban en plena juventud, algunos se encontraban en el otoño de su carrera en el mar.
Francisco de Pazo Villanueva
Ya estaba jubilado, pero decidió volver al mar. Francisco de Pazo Villanueva era el jefe de máquinas del Villa de Pitanxo, un vecino apreciado en Marín. A sus 69 años, disfrutaba del fútbol y de despiezar y montar los motores de los barcos congeladores.
Todavía figura como desaparecido del naufragio. En tierra le esperan tres hijas; una de ellas María José de Pazo, exconcejala de Marín, quien está representando al conjunto de familiares. Francisco también es abuelo de una niña y esperaba la llegada de otra nieta a la familia.
Edwin Andrés Córdoba
La tragedia del Villa de Pitanxo ha atravesado por completo a la familia Andrés-More. El tripulante Daniel Fernando, identificado como fallecido, era el tío político de Edwin Andrés, y Diego More, otro de los cuerpos recuperados, era su primo.
El joven peruano tiene 29 años y residía en Vigo junto a su mujer Luzmar y sus hijos. A pesar de su juventud, Edwin es el padre de cuatro niños. Algunos medios cuentan que el más mayor tiene 8 años, mientras que el menor de todos ellos solo tiene seis meses.
Martín Quino
Martín Quino, uno de los marineros todavía sin localizar en el naufragio, llevaba 25 años trabajando en el sector. Como muchos del equipo, es de Perú, pero residía en Vigo junto a Aura, su pareja. Tiene 54 años.
Juan Martín Frías
Juan Martín Frías tenía un referente en el mundo del mar, su padre, que mientras él se enrolaba en el Villa de Pitanxo para ir a Canadá, se encontraba faenando en el Gran Sol. Con 36 años, era la primera vez que Martín se embarcaba. Estuvo trabajando hace un tiempo en los astilleros de Vigo, como recuperan en La Voz de Galicia, pero actualmente estaba en paro y necesitaba el dinero.
De origen peruano, Juan Martín vivía en Vigo con su pareja, Sonia, y dos hijos de 3 y 8 años. Según relata ella a La Voz, Juan le había comunicado que volvería antes de tiempo de esta travesía porque ya habían pescado mucho. Sigue en paradero desconocido.
Ricardo Arias
Ricardo Arias García ya había experimentado antes la dureza de las aguas y había salido victorioso, casi de forma milagrosa, de un naufragio en el caladero del Gran Sol. Corría el año 2000, y Ricardo, con solo 24 años, logró salvarse del hundimiento del pesquero Arosa.
Fue el único que pudo hacerlo de los doce marineros que trabajaban en la embarcación. En declaraciones a La Voz de Galicia, el joven dijo: “Sufrí hasta que creí morir; el tiempo se me hizo interminable”.
Según cuenta El Español, Arias tiene 46 años y es de Loira, un pueblo del municipio de Marín. Aquellos que lo conocen concuerdan en que es un hombre muy trabajador, educado, y que disfrutaba mucho de la fiesta cuando volvía a tierra.
Edemon Okutu
Como Michael o Pelungo, Edemon Otuku había dejado Ghana para encontrar una oportunidad laboral en España que le permitiese construir una vida mejor para él y su familia. En su caso, su mujer y sus dos hijos residen también en Marín, donde se asentó hace décadas.
Otuku tiene 45 años y es el hermano mayor de Jean Marie Okutu, laureado atleta de salto de longitud que ha sido campeón de España de esta modalidad hasta en once ocasiones. Ahora él y el resto de la familia esperan noticias sobre Edemon.
Francisco Manuel Navarro
Francisco Manuel Navarro es canario. Estudió en la universidad tinerfeña de Las Lagunas y forma parte del equipo de biólogos del Instituto Español de Oceanografía. Se encontraba embarcado en el Villa de Pitanxo como observador de control. Su papel en la misión consistía en estudiar las poblaciones explotadas en el caladero. Tiene 33 años.
Raúl González Santiago
El tripulante más joven del Villa de Pitanxo se llama Raúl González Santiago y solo tiene 24 años. Es natural de Cangas do Morrazo, y como ocurre en múltiples casos de la villa, el trabajo en el mar era una cuestión heredada entre generaciones.
El padre de Raúl es jefe de máquinas de la Armadora Hermanos Touza, como cuenta La Voz de Galicia, y su hermano se dedica a la pesca. El joven había tomado el mismo camino, aunque el mismo periódico dice que veía el trabajo en el mar como algo temporal. En el buque Villa de Pitanxo ejercía de alumno en prácticas tras estudiar el Ciclo Superior de Transporte Marítimo y Pesca de Altura en el Centro de FP de la Universidad Laboral de Culleredo.
Sin embargo, la primera marea de Raúl sucedió el año pasado, cuando viajó hasta las aguas de las Malvinas junto a su padre.
Michael Teteh
Michael todavía no ha sido localizado tras el naufragio. Es de Ghana, aunque residía en Miranda de Ebro desde hacía unos meses con su familia, como ha podido comprobar este periódico.
Al emigrar a España, Michael trabajó durante cierto tiempo en los invernaderos de Almería. Cuando surgió la oportunidad de volver a trabajar en el mar, el ghanés se trasladó a Galicia, en concreto a Marín. No era la primera travesía que realizaba a Canadá en el Villa de Pitanxo.
Fernando González
Fernando González tiene 53 años y es vecino de Moaña. A pesar de trabajar desde hacía muchos años en el mar, esta era la segunda travesía que hacía con el Grupo Nores y la primera que tenía como destino las aguas de Terranova.
Jonathan Calderón
Jonathan Calderón tiene 39 años y llevaba 12 trabajando en el buque Villa de Pitanxo, según apunta el diario El Español. Era el contramaestre del arrastrero y conocía bien las vicisitudes del mar.
Calderón vivía en Marín —aunque su país natal es Perú— junto a su mujer, Carolina, y sus dos hijos, de 10 y 16 años.
Pedro Herrera Couso
El último de los nombres de la lista de desaparecidos es el de Pedro Herrera Couso, otro de los gallegos de la tripulación. Tiene 29 años, es de Marín, y se conoce que había sido padre hace poco tiempo.