El caso Déborah prescribirá este sábado, veinte años después de la desaparición de la joven, aunque el final de la investigación judicial todavía se ve lejano. El principal sospechoso de su muerte, su exnovio, es el único que ha visto paralizarse el tiempo de prescripción tras haber sido citado como investigado el pasado mes de marzo.
Ahora, explica el abogado de la familia Fernández-Cervera, Ramón Amoedo, "se está intentando demostrar que esta persona incurrió en varias contradicciones en sus declaraciones". Por ello, hoy se ha citado a dos nuevos testigos, concretamente a dos amigas " del círculo de Déborah y de su exnovio", para tratar de "poner en evidencia" que él no dijo toda la verdad el día que compareció en el Juzgado de Tui.
Por ello, también se han solicitado más pruebas y se ha pedido que se repitan algunas de las ya realizadas, con el fin de demostrar que la muerte de Déborah en abril de 2002 no fue accidental. "Un homicidio, 20 años después, también estaría prescrito, pero estamos seguros de que esto fue un asesinato", dice Amoedo.
El actual acusado, cuya declaración "contradice los testimonios de doce o quince personas de su entorno", defendió su inocencia e insistió en que la relación se había roto meses antes de la desaparición de Déborah.
Por su parte la defensa del exnovio de la joven también ha solicitado que se hagan pruebas con el fin de exonerar al acusado, que según Amoedo "seguirá siendo el único sospechoso, salvo sorpresa", pues de aquí al sábado no se espera que se cite a más personas en calidad de investigados.