La sección segunda de la Audiencia Provincial de Ourense ha condenado, de acuerdo con el veredicto del Tribunal del Jurado, a 21 y a 20 años de prisión, respectivamente, a los dos hombres que asesinaron a un interno del centro penitenciario de Pereiro de Aguiar, donde los tres habían coincidido y entablado amistad.
Los sospechosos fueron condenados por un delito de asesinato y otro de estafa y, respecto a uno de ellos, se tuvo en cuenta la atenuante de colaboración, pues facilitó de manera voluntaria la localización del cadáver a los agentes policiales.
En la sentencia, indica que la víctima, el 11 de agosto de 2018, salió de la prisión para disfrutar de un permiso penitenciario y se dirigió, como era habitual, a una explotación agraria donde ese día se encontraban los dos acusados, quienes, siguiendo el plan que habían convenido, la golpearon "con un objeto contundente en la cabeza hasta ocasionarle la muerte". Después, trasladaron el cuerpo del fallecido hasta una finca situada propiedad de la familia de uno de los condenados, donde ocultaron el cadáver.
Tras asesinarlo, según consideró probado el Tribunal del Jurado, los acusados se apropiaron de sus tarjetas de débito y de prepago mediante las cuales efectuaron sustracciones de dinero hasta alcanzar un total de 22.490 euros, dinero que correspondía a la herencia que había dejado su madre a la víctima.
En la sentencia, el magistrado presidente indica que el Tribunal del Jurado ha tenido en cuenta "el resultado de posicionamiento de los teléfonos móviles, a través de sistema de geolocalización, la agresión previa a la víctima por parte de los acusados a finales de julio de 2018, la señalización del lugar de enterramiento por parte de uno de los acusados y la constatación de retirada bancaria de efectivo propiedad del fallecido por parte de ambos acusados".
Falsa fuga
Uno de los guardias civiles que participó en la investigación afirmó en el juicio que el fallecido era "una persona adaptada a la vida carcelaria", donde cumplía condena desde 1996 tras haber asesinado a su mujer y a sus hijos, y "no estaba adaptado a la vida social", incluso "le costaba entender los semáforos".
Además, ha indicado que, según lo recabado en la investigación, los acusados "realizaron un montaje" de falsa fuga para retirar ellos mismos el dinero de esa herencia a través de distintos medios como la banca electrónica, algo que la víctima no hubiese empleado porque "era un individuo torpe y sin ese tipo de conocimiento".
Así, para los agentes, distintas conversaciones de mensajería que mantuvieron los dos acusados eran la "coartada" para mantener la línea de que el fallecido se había dado a la fuga a Portugal, que estaba allí con vida y realizando las extracciones.
Para la Guardia Civil, el motivo fue esa herencia porque uno de los acusados "tenía dificultades económicas", mientras que el otro "era un juerguista al que le gustaba el alcohol y las drogas", y, además, fue utilizado por el primero por tener una personalidad "más influenciable".
Varios intentos
Antes de la muerte, la víctima y los acusados tuvieron otro episodio violento tan solo dos semanas antes. La víctima recibió un golpe en la cabeza con una barra de hierro a manos de uno de los acusados, quien en su declaración sostuvo que fueron lesiones en un brazo y no hacia la víctima, sino que creyó que era otro hombre intentando robar herramientas en un galpón.
El Instituto Armado considera que fue "un golpe fallido al querer ejecutar a la víctima" por el dinero de la herencia, porque la puerta estaba cerrada y el fallecido tuvo que emplear una llave. "Si te entran a robar esperas que rompan un cristal, que fuercen una puerta, no que abra con llave", insistió la Guardia Civil.