Las altas temperaturas y la escasez de precipitaciones mantienen en vilo a Galicia, que lleva ya cinco meses en prealerta por sequía. Declarada el pasado mes de marzo, esta situación se produce por una sequía prolongada que se ha visto agravada con la llegada del verano y las últimas olas de calor que ha experimentado la Comunidad.
Desde hace una semana, además, las Rías Baixas se encuentran en una situación algo más delicada, producida por esta bajada de las reservas de agua y sumada a la llegada de turistas durante los meses de julio y agosto. Municipios como Sanxenxo o Baiona, que pueden llegar a triplicar su población en temporada estival, podrían enfrentarse a situaciones poco agradables para los ciudadanos y las administraciones.
Por esta razón, Augas de Galicia, organismo dependiente de la Consellería de Infraestructuras e Mobilidade, comenzó a advertir en junio de la necesidad de tomar "medidas de responsabilidad" para poder enfrentarnos a un verano seco y caluroso sin problemas de abastecimiento. Así lo explica su directora, Teresa Gutiérrez, que asegura que esta situación "no es nueva" y se ha producido durante los meses de julio y agosto de, al menos, los últimos diez años prácticamente de forma consecutiva.
"Lo que ocurre es que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha cambiado la forma de afrontar este fenómeno y ahora distingue la sequía por causas meteorológicas de la situación de escasez, que se centra en la dificultad que exista para abastecer a la población", aclara. Por esto, la Xunta también ha cambiado su Plan Especial de Sequía, adaptándose al del Gobierno, aunque Gutiérrez afirma que con el anterior plan "también se habría declarado la prealerta por sequía: con el nuevo planteamiento nos encontramos en una sequía prolongada".
Pontevedra al límite
Teresa Gutiérrez insiste en que "la mayoría de los embalses gallegos están en niveles aceptables", pero la situación a la que se enfrenta el sistema de la comarca de Pontevedra es mucho más complicada que la de otras ciudades gallegas. "Es el sistema más sensible de Galicia-Costa porque es de los pocos que abastecen con agua corriente una gran ciudad, algo que solo ocurre con el Lérez y el Tambre", afirma. "Lo que ocurre es que el Tambre es mucho más caudaloso y abastece a una población mucho menor: el Lérez está justo ya para la población a la que abastece en invierno".
La alarma saltó cuando se detectó que el caudal ecológico del río pontevedrés, "el que permite que sobrevivan los ecosistemas del estuario y el último tramo del río", estaba "bajo mínimos". "El Lérez no se ha secado nunca, pero podría reducir más su caudal y situarse en niveles muy bajos que obligarían a gestionar muy bien ese agua", dice Gutiérrez: "el peor de los escenarios sería la reducción de los usos industriales del agua de empresas conectadas a la red y los cortes nocturnos en todo el municipio".
El verdadero problema de este escenario es que no es fácil segregar los diferentes usos, como tampoco es fácil hacer cortes horarios. "Requerirían análisis de depósitos y horarios, además de realizar un vaciado y un llenado eficientes para evitar roturas o sobrepresiones en la red", dice Gutiérrez. "Son medidas que afectan al suministro que ya se están estudiando en algunos ayuntamientos, aunque son de muy difícil aplicación".
Por el momento, los seis municipios que se abastecen del último tramo del río Lérez (Pontevedra, Marín, Sanxenxo, Bueu, Poio y Ponte Caldelas) "han tomado medidas coordinadas y han activado sus propios planes de sequía", que se apoyan en la Ley de Aguas estatal. De este modo, se ha prohibido el llenado de piscinas y el lavado de coches, se han reducido al mínimo los usos municipales para riego y baldeo y se ha cortado el agua en las duchas de las playas. "No se puede comprometer el abastecimiento de los vecinos con otros usos y los ayuntamientos son grandes consumidores".
Agosto y septiembre, los meses más complicados
La directora de Augas de Galicia insiste en que no solo es la escasez de recurso lo que ocasiona la sequía, sino que hay que tener en cuenta que el turismo pone contra las cuerdas los sistemas de abastecimiento en determinadas regiones. "Lo normal es que agosto y septiembre sean meses secos, por lo que el recurso seguirá disminuyendo: la diferencia la marcará la población a la que haya que abastecer, que empieza a disminuir de cara a la segunda quincena de agosto".
Precisamente por esto, actualmente se encuentran en una situación más compleja la comarca de Pontevedra y el sur del área metropolitana de Vigo. "Municipios como Baiona o Sanxenxo llegan a triplicar su población en verano y cuentan con muchas viviendas unifamiliares con piscina, lo que aumenta la necesidad de agua de esas residencias", explica Teresa Gutiérrez. Poio, Marín o Nigrán se encuentran también en esta tesitura, aunque en el caso del sistema vigués no ha habido que tomar medidas "a pesar de que estamos preocupados por los embalses de Zamáns y Baiona, por lo que hasta ahora pedimos a los concellos que tomen precauciones pero no que apliquen restricciones", asegura.
Lo normal, según la directora de Augas de Galicia, es que en octubre "se recupere el régimen normal de precipitaciones", lo que haría que se recuperase la situación de normalidad. "Una lluvia fuerte genera una pequeñita ola en los ríos y llena ligeramente los embalses, pero se necesitan aportes constantes", aclara. "También influirá que, aunque el recurso no aumente, la demanda se reducirá: ahora tenemos que reducir artificialmente esa demanda", razón por la que se pide a determinados municipios que se apliquen restricciones al uso de agua "que no sea para abastecimiento humano".
Gutiérrez insiste en que "actualmente tenemos una situación de sequía y todo el mundo debe ser responsable", aunque hasta el momento únicamente preocupan las Rías Baixas. "El embalse de Cecebre, que abastece A Coruña está en buenos niveles, del mismo modo que el de Forcadas, de Ferrol, o el de Eiras, que abastece a Vigo", explica, "pero todos tienen que ahorrar para tener agua a futuro: tenemos que llegar bien a la situación más difícil".
Desde Augas de Galicia, no obstante, quieren enviar un mensaje de tranquilidad "porque no vamos a tener que aplicar medidas drásticas si hacemos una gestión adecuada", algo que por el momento parece que las administraciones están haciendo. "Esperamos que la situación meteorológica no mejore, pero hemos invitado a los concellos a que tengan sus propios planes de sequía y confiamos en que con la reducción artificial de la demanda lleguemos a septiembre sin tener que aumentar el nivel de alerta".