La Navidad es generalmente una fecha en la que se promueve más que nunca el cariño hacia los seres queridos, la armonía, los regalos o el espíritu navideño, pero, sin embargo, estas fechas señaladas no son fáciles ni felices para muchas personas, entre ellas algunos mayores que viven en residencias. Ejemplo de ello es la residencia de mayores de Campolongo, en Pontevedra, cuyo director, Juan José López Peña, hizo pública hace días una dura carta denunciando la soledad que sufren muchos de los internos. "No nos faltan ganas, alegría, risas ni esperanzas. En este universo nuestro no nos falta nada; si acaso nos duele lo que nos sobra: Soledad", dice en la misiva.
Debido a esto y para que estas fechas sean lo mejor posible para ellos, hizo un llamamiento a la sociedad para que los ancianos recibiesen cartas o mensajes de cariño este diciembre y así no se sintiesen solos o sin apoyo. Un grito de auxilio hecho desde Galicia pero que se ha extendido a nivel nacional con figuras públicas como la actriz y directora Leticia Dolera compartiendo la iniciativa, además de numerosos usuarios anónimos que se han interesado por la causa y le han dado difusión.
La Avenida María Victoria Moreno número 26 y el código postal 36003 es la dirección a la que los interesados pueden enviar las cartas, mensajes o lo que deseen para que estos mayores se sientan arropados. "¿Queréis ser nuestra leña?", tiende la mano el director a la gente en la carta para que colaboren. En la carta, el responsable cuenta también que lamentablemente "pronto será Navidad, el tiempo más triste en nuestra casa, porque nos duele todo lo que fue, todo lo que no es y todo lo que ya no será". Sobre esta época del año reconoce que en la residencia "lo vivimos a solas, porque no son muchos los que tienen una familia a la que regresar". "Quiero, ¡necesito! hacerles sentir que siguen vivos", admite el director.
Asimismo, en su mensaje dice: "Yo solo pido que esta Navidad nos lleguen mil cartas dirigidas a los residentes de la Residencia de Maiores de Campolongo, en Pontevedra. Con mil, me basta", algo que ya ha empezado a conseguir porque al centro han llegado ya decenas y presumiblemente, por la presencia del asunto en redes, seguramente sean muchas más.
La carta íntegra del director de la residencia de mayores pontevedresa de Campolongo:
Llegué a ellos sin querer o quizá el destino me preparó toda la vida para llegar a ellos; no lo sé, pero estoy seguro de que no hay mejor lugar para mí que este: Un pequeño mundo increíble, un abrazo constante que me reconcilia con la vida, una casa grande con gente maravillosa con sienes plateadas, una residencia de ancianos.
Les miro cada día y veo a mi abuelo, a mi padre…De ambos aprendí cosas importantes que no olvido. Con ambos disfruté de momentos imborrables y ahora, son mi guía. Miro sus sonrisas, sus molestias, sus enfados y siento que algo falta en nuestras vidas porque la suya y la mía ya están unidas para siempre. Muchos piensan que este es un lugar de llegada, una última estación con parada obligatoria, donde preparar, siempre a desgana, el viaje hacia ese último destino que a todos nos espera, y tienen parte de razón, porque solo hay dos cosas ciertas en la vida: Que todos morimos y que no sabemos cuándo. Pero se equivocan si piensan que aquí no existe la vida, la alegría y la ilusión por ver amanecer otro día. Quizá la única diferencia sea que, teneos la evidencia de que el camino se acorta según pasa el tiempo. ¿Qué nos falta?
Los ancianos en a tribu siempre fueron los portadores de experiencia, de sabiduría, de tradición. A ellos se consultaba para entender el mundo, porque entusiasmo y experiencia siempre deben ir juntos: Fuerza y dirección; movimiento y guía. Una y otra e pertenecen y se necesitan. Una y otra no sirven por si solas. Si desconectamos con nuestro pasado vivido, perderemos la brújula de la identidad futura. Podemos construir lo que seremos, pero desde lo que fuimos y somos, nunca desde un lienzo blanco sin historia. ¿Qué nos falta?
Vosotros, jóvenes, sois invencibles. No tenéis más que futuro, pero la vida es solo un instante y, con el paso de los días, todos empezaréis a notar que el peso del pasado y futuro se equilibran. Luego, al final, la vida es como un libro cualquiera, con la mayoría de las páginas leídas. Es entonces cuando constatamos con los dedos el final que irremediablemente se acerca. ¿Qué nos falta? No nos falta vida, os lo aseguro. No nos faltan ganas, alegría, risas ni esperanzas. En este universo nuestro no nos falta nada; si acaso nos duele lo que nos sobra: Soledad.
Y nos sobra porque no estáis aquí, porque pasáis por delante de nosotros sin mirarnos, porque nos ignoráis como si fuéramos una realidad indeseada a la que basta ignorar para creerla falsa, porque desdeñáis nuestro valor y nuestro amor, porque, en fin, habéis dejado de querernos. Nos faltáis vosotros, os echamos de menos en nuestra vida, queremos que volváis a mirarnos y juntos encontrar de nuevo un camino común que nos haga más libres y nobles. ¿Cuántos libros podemos escribir con nuestra vida?¿Por qué nos empeñamos en creer que el ayer pesa más que el mañana? ¿No podemos seguir soñando con un mundo perfecto?
Pronto será Navidad, el tiempo más triste en nuestra casa, porque nos duele todo lo que fue, todo lo que no es y todo lo que ya no será y, además, lo vivimos a solas, porque no son muchos los que tienen una familia a la que regresar y quiero, ¡necesito! hacerles sentir que siguen vivos. ¡Vivos! Quiero una lluvia de cariño en forma de cartas, de mensajes, de felicitaciones, de fotos. Misivas llenas de cariño en las que les hagáis saber que cuentan con vosotros, que no los olvidáis. Fotos, recuerdos, amor a granel para que comprendan que su vida sigue teniendo sentido. Mil gotas de amor que generen una lluvia que los empape de nueva energía. Decidles que no están solos.
¡Decidles que sois nosotros, que somos vosotros! Todos tenemos cicatrices en el alma y en el cuerpo, yo también, pero no vale excusarse en ellas para no mirar alrededor y dar un poco de nosotros para hacer mejor la vida de otros. Que cada uno busque a esos otros y les regale un poco de su tiempo, de su paz, de su alegría, que cada uno elija. Yo solo pido que esta Navidad nos lleguen mil cartas dirigidas a los residentes de la Residencia de Maiores de Campolongo, en Pontevedra. Con mil, me basta. Nunca he sido lo que fui, la vida es un proyecto inacabado. Yo soy siempre lo que seré, convencido como estoy de que mañana es una nueva construcción que depende de mis fuerzas, mientras que ayer es un asunto acabado en el que contemplaré mis fracasos, para aprender de ellos. Dice el poeta "que la muerte nos apague cuando aún estemos encendidos".