La Audiencia Provincial de Pontevedra ha condenado a 47 años de prisión a un hombre por convertir la vida de su pareja en "un auténtico horror", en palabras de la Sala. Está acusado de delitos de maltrato habitual físico y psíquico en el ámbito de la violencia de género, contra la integridad moral, de coacciones graves, de lesiones con deformidad, de agresión sexual, de lesiones y de lesiones contra la mujer.
Durante los tres años que convivió la pareja, desde que la afectada tenía 19 años hasta que abandonó el domicilio, el acusado "llevó a cabo un comportamiento cotidiano controlador, posesivo y violento, tanto físico como psíquico contra su pareja, aumentando de manera progresiva la intensidad y frecuencia de sus actuaciones".
El tribunal destaca que "no solo profirió expresiones con clara intención de insultarla, menospreciarla, humillarla o amedrentarla", sino que, de manera habitual, "llevó a cabo un comportamiento violento y agresivo y, cotidianamente, le propinaba bofetadas en la cara y en la boca, así como patadas, puñetazos y golpes por todo el cuerpo, llegando en alguna ocasión la víctima a perder el conocimiento".
Abusos y vejaciones
Las juezas de la Audiencia de Pontevedra afirman que el acusado "le retorcía los dedos de las manos, las muñecas y le doblaba los brazos, le tiraba de los pelos, le apretaba el cuello y le daba latigazos con varas y cables". También relatan que prohibía a la joven a dormir en la cama, obligándola a hacerlo en el suelo junto a la perra o a permanecer de rodillas en el suelo "durante varias horas".
Además, durante los últimos siete meses de relación se considera acreditado que controló sus relaciones familiares y sociales reteniendo su teléfono móvil, le retuvo la tarjeta sanitaria y le impidió ir al médico, a pesar de solicitarlo y de precisarlo la víctima, que tuvo que curarse las heridas con agua, vinagre y sal.
Hacia el final de la relación, según consta en la resolución del tribunal, cuando la víctima no quería mantener relaciones sexuales el condenado "la emprendía a golpes con ella" hasta que cediese. Las magistradas afirman que en múltiples ocasiones "le pellizcaba y retorcía las orejas, de modo que le fue rompiendo el cartílago, hasta que provocó la total deformidad de los pabellones auriculares".
En dos ocasiones, según el fallo, le fracturó el tabique nasal, y, otras veces, le propinó varias bofetadas, rompiéndole el labio y provocándole fracturas con pérdida parcial de piezas dentales. En la sentencia, las juezas relatan que también le causó fracturas en costillas, en húmeros y fémures, "sin que haya podido determinarse el número de agresiones diferenciadas que las causaron, al no constar asistencias médicas individualizadas".
Además de la pena de prisión, se le ha impuesto el pago de una indemnización a la víctima de 150.000 euros por las lesiones, secuelas y el perjuicio moral causado. Cabe presentar recurso contra la sentencia ante el TSXG.