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La Audiencia Provincial de Ourense acoge durante esta semana el juicio por el tiroteo de la estación de servicio de Tamallancos, en Vilamarín (Ourense), que tuvo lugar el 8 de marzo de 2022, como colofón a las desavenencias entre dos familias gitanas vinculadas por la relación sentimental de sus hijos, de 17 y 18 años. El novio y su familia pretendían llevarse a la menor a Ferrol, pero la familia de ella se oponía.
Así, aquel día hace dos años se produjo una reyerta en la que resultaron heridas cuatro personas, el novio, sus padres y un trabajador de la gasolinera en la que ocurrió el tiroteo. Los acusados que se sientan ahora al banquillo son los padres de la chica, para los que la Fiscalía pide penas de 33 y 31 años de prisión.
En el día de ayer se desarrolló la segunda sesión del juicio, durante la que declararon distintos peritos y el hijo que más horas compartió con el progenitor ese día, quien ha asegurado que su padre "se volvió completamente loco cuando supo que venían a por mi hermana", recoge Europa Press.
"Mi padre ya estaba un poco ebrio"
Según relató ayer el juicio del acusado, él y su padre habían ido a trabajar "y antes se tomó su tratamiento con una cerveza". Después, de camino al trabajo, el hombre se compró otro paquete de varias cervezas y al salir se acercaron a un bar de Ourense para celebrar que su "hermano había salido absuelto" de un juicio por una falta leve.
"Mi padre ya estaba un poco ebrio y se tomó varias cañas", manifestó el chico relatando que, a continuación fueron a comprar carne para hacer una comida familiar y celebrar el veredicto del juicio. "Comimos y se tomó varios chupitos", continuó. Durante esa comida el progenitor se dio cuenta de que no estaba su hija y "fue a buscarla a la habitación", donde según el relato de los familiares, la encontró llorando porque "decía que su exmarido junto a su familia iba a cogerla a la fuerza para llevársela".
Entonces, de acuerdo con la versión del hijo, ya no volvió a ver a su padre hasta su regreso, cuando "me dijo: ‘llámame al cuartel de Tamallancos para que vengan a buscarme". En la misma línea relató lo sucedido el otro hermano que salía del juicio, asegurando que su padre se pidió en el bar una ronda de cervezas y que incluso la camarera rechazó ponerle la última porque estimó que ya había bebido suficiente.
También una hermana dijo que su padre consumió alcohol durante la comida en el tiempo que ella compartió con él antes de lo sucedido, y que cuando regresó de Tamallancos dijo en la casa "que los otros iban a Ferrol y que mi hermana se iba a quedar tranquila".
"Me aseguró que su intención no era matar"
Ayer también comparecieron los agentes de la Guardia Civil que realizaron la detención. A preguntas de la Fiscalía no pudieron acreditar que lo encontrasen con una actitud afectada por el consumo de alcohol, pero sí resaltaron que "colaboró en todo momento" y que los "estaba esperando".
"Me entregó la escopeta y los dos cartuchos y me aseguró que su intención no era matar, era asustar", relató uno de los agentes, trasladando que el acusado le contó en aquel momento que "se llevaba mal con su familia política porque medio año antes se había llevado a su hija y no la trataba bien".
La misma declaración prestó su compañero, asegurando que les "manifestó libremente que tenía la conciencia tranquila por lo que había hecho" y que "dijo que la familia política agredía a su hija continuamente, lo que había provocado que su mujer enfermase". Además, este agente contó que el acusado "preguntó si había herido a algún payo" y al decirle que sí "lo lamentó bastante insistiendo en que su intención era solo asustar a la familia".
"Estaba en actitud tranquila, no puso resistencia, colaboró y solo pidió fumar un cigarro y despedirse de su hijo", explicó el guardia civil, que agregó que el acusado "señaló un cartucho completo, dando a entender que no mató a las víctimas porque no quiso".
"Tenía la intención de causar el mayor daño posible"
Por su parte, los investigadores que se acercaron hasta el área de servicio de Tamallancos, y que analizaron las grabaciones de las cámaras de seguridad, contaron que en una de ellas se ve como uno de los afectados por los disparos "manipula minutos ante su teléfono" en la cafetería y sale hacia la zona de surtidores, lo que, a sus ojos, "corrobora un poco la versión de la víctima", quien trasladó que salieron del local porque los acusados les habían realizado una llamada pidiéndoselo.
Este mismo investigador expuso que "si no llega a ser por un camarero que le dijo al acusado que las víctimas, refugiadas en la cocina, ya no se encontraban allí, no sabemos lo que podría haber pasado". Según él porque "tenía la intención de causar el mayor daño posible", basándose en la zona del cuerpo donde las víctimas recibieron los disparos: "en el húmero, en las cervicales y en el torso".
Otro de los agentes indicó que la mujer del acusado, también sentada en el banquillo, "participa de la misma manera que él, solo que sin escopeta, como si lo dirigiese", explicando que en las grabaciones "se ve cómo señala a las víctimas". Con todo, el médico forense trasladó que las vidas de las víctimas "no corrieron peligro".