La pandemia ha cambiado muchas cosas, eso está claro, pero también ha cambiado a muchas personas. Desde que empezó el confinamiento, en marzo de 2020, hemos tenido que aprender a convivir con la distancia, los espacios amplios y la reducción de nuestra faceta más social. Si bien hace algunos meses que empezamos a sentir que la normalidad está más cerca, el año 2020 supuso un giro de 180º para mucha gente.
Entre otros cambios, una gran mayoría se dio cuenta de que sus viviendas no estaban diseñadas para vivir, sino para dormir: la mayor parte del tiempo la pasábamos en la oficina, en la calle o haciendo cualquier actividad fuera de casa. Marzo de 2020, por razones obvias, hizo que nos diésemos cuenta de que nuestros hogares eran un lugar de paso.
Así le ocurrió a muchos vigueses, que se vieron "atrapados" en alquileres considerablemente más altos que el resto de Galicia y en pisos de no más de 70 metros cuadrados, en el mejor de los casos. Empezó a adquirir un valor especial el tener un balcón, una terracita por pequeña que fuera o, por qué no, un jardín. Todos conocemos hoy a alguien que ha cambiado su pequeño piso en el centro por un lugar más espacioso alejado de la Gran Vía.
Las cifras del Insitituto Nacional de Estadística (INE), además, reflejan a la perfección este deseo de los vigueses por marcharse de la gran ciudad. Tanto es así, que entre el 1 de enero de 2020 y el 1 de enero de 2021, Vigo perdió 2.855 habitantes, alejándose de los ansiados 300.000 y quedándose en 293.837 empadronados.
Frente a estas cifras, nos encontramos con que pequeños municipios limítrofes como Baiona, Gondomar o Salceda de Caselas aumentaron su población en ese primer año de pandemia. El aumento no es tan significativo como el descenso de vigueses censados, pero un total de diez concellos de la comarca han incrementado en 100 o 200 habitantes su padrón municipal: no parece casualidad.
¿Un éxodo rural?
Según el Instituto Galego de Estadística (IGE), el área metropolitana de la ciudad de Vigo, ha aumentado su población desde el año 2020 mientras que la comarca viguesa es la única del entorno que ha perdido habitantes. Aunque existe cierto decalaje entre este instituto y el INE, ambos coinciden en que la urbe ha perdido habitantes y su área de influencia los ha ganado.
De hecho, el INE apoya este estudio y muestra que las localidades de Baiona, Gondomar, Mos, Nigrán, Oia, O Porriño, O Rosal, Salceda de Caselas, Salvaterra de Miño y Tomiño han visto incrementado su censo municipal en los últimos años.
El crecimiento más significativo se encuentra en Nigrán, por ejemplo, donde el INE dice que se han sumado 260 habitantes entre el 1 de enero de 2020 y el 1 de enero de 2021. Baiona y Mos, con 157 y 127 censados más, respectivamente, podrían ser también destino de los vigueses exiliados. También es significativo el crecimiento del Baixo Miño, que el IGE señala como la comarca de mayor aumento de censados, con más de un 0’5% de crecimiento en un año.
Al otro lado de la ría, Cangas también ha aumentado su población, aunque el censo que más ha crecido es el de Poio, probablemente en detrimento de su vecina Pontevedra. La Boa Vila, aunque no ha visto un descenso tan acusado como Vigo, también ha sufrido una ligera bajada a pesar de que su comarca ha crecido en un 0’1%.
Si bien no hay datos oficiales del año 2021 todavía a fecha de hoy, el IGE avanzaba en las cifras de julio de 2021 que el padrón vigués había perdido casi otros 1.000 habitantes en seis meses. Mientras que el área metropolitana se consolida por encima de los 415.000 censados, Vigo se aleja cada año un poco más del objetivo de los 300.000 habitantes.