La madrugada del 26 de diciembre la Guardia Civil acudió a socorrer una llamada de urgencia que provenía de una vivienda en Gondomar (Pontevedra). Las fuertes lluvias de esos días provocaron una crecida del río Miñor, que se desbordó y causó múltiples daños en la localidad. En este caso, el semisótano de la casa se encontraba inundado y en su interior había una mujer incapaz de salir por su propio pie.
El propietario de la vivienda explicó a los agentes que su suegra estaba atrapada en el semisótano, donde el nivel del agua no cesaba de crecer. La Guardia Civil comprobó que la mujer se encontraba acostada en una cama articulada de hospital y que el agua llegaba a a la altura del colchón.
El acceso a esta zona de la casa solo se podía realizar por unas escaleras de caracol, ya que la rampa disponible en un lateral estaba sumergida bajo el agua. Los agentes decidieron desplazar la cama hacia las escaleras, pero el ancho de la puerta impedía que pudiera pasar por ella.
La señora se encontraba muy asustada y tenía graves problemas de movilidad, por lo que finalmente optaron por subirla a cuestas. Cuando lograron ascender por las escaleras, el agua ya les llegaba por encima de la cadera, pero pudieron escapar y poner a salvo a la mujer.