La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ha confirmado la sentencia de la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, en la que condenó a ocho años de cárcel a un abuelo materno por agredir sexualmente a su nieta, cuando tenía 11 años, en el domicilio familiar en 2019.
Asimismo, tendrá que pagar una indemnización de 6.000 euros a la víctima por el daño moral sufrido. Pese a que inicialmente Fiscalía solicitaba hasta 15 años de prisión, la Audiencia lo condenó a ocho años de cárcel por un delito de agresión sexual, fallo que ahora ratifica el TSXG. Cabe recurso ante el Tribunal Supremo.
El varón también queda inhabilitado para cualquier profesión, oficio o actividad, sean o no retribuidas, que conlleve contacto regular y directo con menores, por un tiempo superior en cinco años al de la duración de la pena de privación de libertad.
Los hechos ocurrieron en 2019, cuando la menor estaba a punto de cumplir 11 años. El abuelo convivía de forma temporal en casa de su hija, y coincidía eventualmente con su nieta en la misma vivienda, ya que la niña vivía entonces con su padre, que tiene la custodia, y visitaba periódicamente a su madre.
Fue en la vivienda de la madre donde tuvo lugar la agresión sexual y donde el abuelo estaba residiendo tras haberse separado de su pareja. El acusado, según declaró, dormía en el sofá y "nunca" iba a la habitación de la niña, salvo para coger alguno de sus enseres, que estaban en ese dormitorio, o para cambiarse, siempre en ausencia de la menor.
Los hechos
Tal como explica la sentencia, en julio de 2019, cuando la menor ya estaba en su dormitorio, acostada en la cama para dormir, su abuelo entró en la estancia y le dijo si podía acostarse con ella, "no negándose la menor, pues pensaba que era para dormir".
"Una vez que el procesado se subió a la cama, y movido por un claro ánimo libidinoso, procedió a echarse sobre la menor, comenzando a tocarla por todo el cuerpo, haciéndolo por encima del pijama", recoge la sentencia. Mientras, la menor consiguió zafarse de él y se refugió en el cuarto de baño.
A su salida, el ahora condenado la estaba esperando y, cuando la víctima se subió a la cama, al poco tiempo él también, bajándole el pantalón a su nieta y comenzando a tocarla, "pero sin que hubiese penetración". Al día siguiente, la madre de la menor echó de casa al varón por encontrarlo en la cama de la niña.