Un día, sin más, llegas al mundo. Creces y de repente, a tus espaldas, una mochila se va llenando. Hay gente que caminará toda la vida sin cuestionarse nunca lo que lleva dentro o el por qué. Otras, sin embargo, deciden mirar ese bagaje y empiezan a preguntarse si las cosas que están ahí son realmente pensamientos propios o simples imposiciones sociales.
Una de estas personas es Pablo Piñeiro Taboada (Dena, Meaño, 1986). Con solo escuchar su voz al otro lado del teléfono ya se puede percibir esa energía tan característica que le ha llevado a vivir una vida muy fuera de la común. Exfutbolista, modelo, político, actor, escritor… la lista ni termina ni descansa. Y como si no fuese suficiente, un día decidió recorrer España con un cartel que decía “Escucho historias de amor gratis”. El resultado material de esa aventura fue De tu corazón a mi libro (2017). Pero, el resultado personal de esa experiencia supuso para este gallego el empujón final a un viaje de años de deconstrucción del amor y las formas de relacionarse.
Tres años después, su nuevo libro: Lo positivo de fracasar en el amor (2020) desmitifica esas “derrotas” amorosas y muestra el lado bueno de la palabra. Una lectura tan rotunda como cálida. La prueba hecha libro de que no hacen faltan lenguajes “enrevesadísimos” o reflexiones imposibles para construir un relato inteligente y fácil de asimilar, basado en experiencias propias y cercanas a la gente.
Pregunta: Lo primero que llama la atención de ti es la cantidad de cosas en las que te sumerges al mismo tiempo… ¿Nunca te planteaste que esa búsqueda de nuevas experiencias fuese en parte un mecanismo de huída?
Respuesta: Sí, me lo planteé muchas veces desde el punto de vista incluso del eneagrama, del eneatipo 7. Buscar para no estar solo, para no aburrirme, para siempre tener ocupada la cabeza. Pero no sé, puede ser que hubiese algo de eso o simplemente porque soy un tío hiperactivo desde pequeñito.
P: En el libro, a groso modo, hablas de tus experiencias sobre el amor romántico, y lo que aprendiste de cada una de esas “derrotas”, pero ¿qué les dirías a aquellas personas cuyo mayor fracaso en el amor es o ha sido consigo mismas?
R: Yo les diría que parasen y que se escuchasen un poco. Porque al final si te paras y te escuchas, si haces introspección y te tratas a ti con cariño y con respeto, vas a encontrar otro camino. Un camino en el que la primera persona que va a estar ante cualquier situación vas a ser tú. Yo animo a la gente a que primero trabaje la autoestima y el amor propio antes de embarcarse en cualquier relación, porque al final nunca vas a poder dar algo que no tienes, tú no vas a poder amar a alguien si no te amas a ti primero.
P: ¿Y no crees que es en sí una imposición social el aceptar que el amor conlleva un éxito o un fracaso?
R: Totalmente. Porque al final el amor, desde mi planteamiento actual, es que la máxima extensión de amor es cuando estás ante una persona y lo único que quieres es que se desarrolle a nivel personal independientemente de ti, y para eso lo que haces es cuidarla. Pero porque a ti te aporta algo bonito, algo que hace que tú quieras tener a esa persona en tu vida y que tú accedas a cuidarla. Muchas veces esas personas se muestran ante ti vulnerables y tú no entras ahí a modificar nada sino que dejas estar a la otra persona en su vulnerabilidad. Porque lo que hacen muchas personas cuando otras se muestran vulnerables es actuar conforme a sus propios intereses personales.
P: Al final es más una lección que un fracaso…
R: Sí, para mi es aprender no es fracasar. Aunque yo utilizo esa frase, casi siempre la entrecomillo cuando me preguntan sobre ella.
P: En tu obra mencionas un par de frases hechas sobre las que reflexionas. Se dice mucho aquello de “tu libertad termina donde empieza la del otro”, ¿es trasladable esto al amor? Desde el punto de vista de las marcas emocionales que podemos llegar a dejar en otras personas.
R: Sincericidio. Yo creo que aquí hay varios matices. En relación a esa responsabilidad, está en ti comunicar. El tema es desde dónde se comunica. Si tú trasmites que comunicas desde un lugar desde el que no buscas agredir a la otra persona, pero aún así la otra persona se siente agredida ya pasa a ser su responsabilidad el hacerte ver que se siente así. Si yo digo algo, desde mi punto de vista totalmente natural, a lo mejor a la otra persona le estoy haciendo daño en un trauma de su infancia, por ponerte un ejemplo… si a mí no me lo comunica yo no tengo por qué saberlo, no tengo por qué hacerme responsable de eso.
P: La comunicación es la clave entonces…
R: La clave total y absoluta. La comunicación sincera y la no agresión, porque comunicar puedes comunicar de mil maneras.
P: En el libro mencionas también otros tipos de amor, ¿crees que son más sanos que el amor romántico?
R: Claro. Y creo que son más interesantes. Porque el amor romántico, una de las cosas que abandera es que somos una media naranja que busca otra media naranja que le complemente. Para mí es una falacia. Yo creo que todos somos completos y que no necesitamos a nadie para que nos complete. Ese punto de vista te lleva a la posibilidad de que nunca te sientas completo porque nunca veas satisfechas tus expectativas. Creo que primero hay que partir de lo que hablábamos antes, del amor propio, de la autoestima. Si tú te trabajas bien a ti y eres consciente del potencial que tú tienes, no tienes que buscar nada, sino compartir con otras personas lo que tú eres y que esas personas compartan contigo lo que ellas son.
P: Hablas también de anarquismo relacional. ¿Cómo explicarías el concepto a alguien que no ha oído hablar de esto nunca?
R: Así a groso modo, es una forma de relacionarse que parte desde la diversidad relacional. No hay una relación de exclusividad con nadie, en la que intentas eliminar las etiquetas, intentando igualar el estatus que tienen todas las personas en tu vida. No tiene más estatus contigo una persona que puedas considerar por lo general tu pareja, tu madre, tu hermano, tu compañero de piso… sino que todos están en la misma jerarquía, todos están al mismo nivel. Muchas veces en nuestra vida se nos da que una persona que es tu compañero de piso o un compañero de trabajo se convierten en una figura importante para tu vida, pero por el estatus que hay marcado por el sistema monógamo del amor romántico pues a lo mejor tu primera persona en el escalafón de privilegios por tu parte es tu pareja reproductiva, por debajo está tu familia sanguínea y por debajo tus amigos. Cuando a lo mejor son tus amigos los que más te cuidan a ti y los que más te aportan.
P: ¿Crees que la gente tiene miedo a cuestionar su forma monógama de vivir el amor por no alejarse de la comodidad que supone pertenecer a una identidad colectiva?
R: Lo pienso totalmente. La identidad colectiva que hay en relación a la forma de relacionarse, al amor, es la estructura más perfecta que yo he visto en mi vida. Salirse de ahí es algo realmente complejo. Piensa que desde pequeña te educan en eso, en cómo tienen que ser tus relaciones. Todo el cine que veas, toda la música que escuches, todos los libros que leas van a ir en relación al amor romántico. Salir de ahí es romper con todo lo que te has tragado desde pequeño y ahí ya hay un golpe terrible a tu ego. Ya solo romper con tu ego es muy complejo, imagínate el resto de cosas a nivel deconstrucción que tienes que hacer para gestionar celos, etc., etc.
P: Si tuvieras que quedarte con tan solo una lección sobre el amor que has aprendido a base de “fracasos”, ¿cuál sería?
R: Que deberíamos primero plantearnos si sabemos escuchar y lo importante que es aprender a escuchar bien. Y después, lo que llevamos hablando toda la charla, que la clave está en la comunicación, de si lo haces desde el amor o desde el miedo.