"Antonio Blanco Freijeiro puso -y aún pone- el nombre de Marín en el más alto del estudio de la Historia y la Arqueología. Su figura supone un gran orgullo para nuestra villa y gracias a su legado a día de hoy se pueden celebrar las jornadas Blanco Freijeiro, que reúnen a estudiosos e interesados en estas materias año a año", apuntan desde el Concello marinense.

A comienzos de año, el Club de Opinión Portocelo, registró una propuesta en el Ayuntamiento para nombrar al historiador como Hijo Predilecto del municipio. Esta propuesta fue arropada por las firmas de otros colectivos socioculturales como el Ateneo Santa Cecilia, la Asociación Cultural Roncel de Seixo, Queremos Galego, la Asociación de antigos alumnos do Instituto Laboral de Marín, la Asociación para a Recuperación da Memoria Histórica, a Asociación Almuíña e a Asociación Evanxélica Kalos.

Tal y como expuso la concejala de Cultura, Beatriz Rodríguez, en su intervención en el Pleno, existen varios requisitos que se deben cumplir para iniciar la tramitación de este expediente. Como es lógico, es preciso que la persona propuesta sea natural de Marín y se deberá realizar un compendio de información y de recopilación de los datos y antecedentes que tiene el Ayuntamiento de la figura propuesta. Después, tendrá que ser un juez quien formule la propuesta de nombramiento, que pasará a estar expuesta públicamente en la Casa Consistorial durante 15 días. Finalmente, se elevará la propuesta de nuevo al Pleno para poder sacarla adelante, para lo cual es preciso el voto favorable de las dos terceras partes de la Corporación o la unanimidad.

Beatriz Rodríguez quiso destacar "la importante labor que llevó a cabo Blanco Freijeiro durante su época vital y el enorme legado que aún hoy mantiene viva la pasión entre muchos por las artes y las ciencias sociales".

Marín, 1923 – 1991

De profesión, arqueólogo, Freijeiro estudió Filosofía y Letras en las Universidades de Santiago de Compostela y Madrid, doctorándose en Filología Clásica por esta última universidad. En 1947, viajó a Oxford para ampliar sus estudios con una beca Conde de Cartagena de la Academia de la Historia. A su vuelta a España, ejerció como profesor adjunto de Arqueología en Madrid. Posteriormente, recibió una beca de la Fundación Alexander Humboldt con la que estudió en Heidelberg y Bonn.

En 1959, ocupó la cátedra de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Sevilla y fue nombrado en 1966 vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras. Fue también director de la Academia Española en Roma de 1967 a 1969, año en el que volvió a Sevilla.

En 1974, se trasladó a la Universidad Complutense de Madrid como catedrático de Arqueología clásica. Desarrolló numerosos proyectos arqueológicos y fundó, junto a Javier de Hoz, la revista científica Habis.

Fue miembro del Instituto Arqueológico Alemán de Berlín y, desde 1977, de la Academia de la Historia, fue director general de excavaciones y autor de un catálogo de escultura del Museo del Prado, realizado en 1957 con Manuel Lorente Junquera.