En 1992, un carguero que cubría la ruta marítima entre Hong Kong y Tacoma perdió una docena de contenedores por el océano Pacífico. Uno de ellos se abrió y dejó a la deriva miles de patitos de plástico amarillo. Los juguetes se dispersaron a lo largo y ancho del charco y, con el tiempo, fueron apareciendo desperdigados en diferentes orillas.
La curiosa anécdota sirvió a los oceanógrafos para estudiar las mareas. A día de hoy, sigue apareciendo algún que otro patito de goma. Por ejemplo, en el escaparate del número 11 de la calle Eduardo Iglesias. Estos son en dos dimensiones y están pintados sobre el cristal de un local que se encuentra en construcción: La Contenedora.
Leticia Rodríguez cuenta la historia de los patos de plástico de pie ante el mural, intercambiando miradas cómplices con Saúl Seoane, su compañero de a bordo en esta nueva aventura. Frente a ellos, las escaleras de los antiguo Teatro Tamberlick.
Alga, la antesala del proyecto
El enorme local de La Contenedora era Establecimientos Álvarez, un negocio de loza y material para el hogar que estuvo muchos años abierto en la calle Eduardo Iglesias. Leticia y Saúl están dándole un nuevo aspecto con sus propias manos, ejerciendo como pintores, albañiles y lo que haga falta. "Eso también lo hace emocionante", reconoce Saúl.
No es el primer proyecto que emprenden juntos. En 2019 abrieron Alga, un estudio multidisciplinar al que acude gente de todas las edades a aprender cosas muy diversas. Leticia Rodríguez es bióloga de formación e imparte clases de refuerzo a escolares. Con todo, tanto ella como su pareja, Saúl, concebían el lugar como algo más que una simple academia.
Por ello, en su anterior local de la rúa Don Bosco, Leticia daba sus formaciones y en otros horarios Alga se llenaba con talleres de cerámica, lettering, kintsugi o joyería sostenible. Ahora han decidido trasladar ese espíritu educador y creativo a un local más amplio, donde se puede dejar volar al máximo la imaginación.
Un espacio renovado: tienda y galería
Aún con la obra a medias, la pareja nos abre las puertas de La Contenedora. Lo primero que se ve al cruzar la verja, a mano derecha, es un escaparate de cristal en el que se construirá un pequeño bar take away con café, refrescos y algo para picar sentado en las escaleras del Tamberlick. "Esta parte tenemos pensado abrirla dentro de un mes", cuenta Seoane.
Ya en el interior de La Contenedora, la planta de abajo cuenta por el momento con un par de expositores, unas estanterías y un mostrador. Allí se albergará una concept store de diseño y artesanía: "Será una tienda para artistas y meteremos algunos productos que nos gustan y que pensamos que pueden funcionar, como algo de ropa". La previsión es poder abrir a mediados de agosto.
Al fondo, tras los separadores rosas, está el espacio donde se instalará la galería de arte. "Queremos que sea para todo el mundo, no vamos a hacer cribas", señala Saúl. Leticia coincide: "La idea es acercar la cultura a la gente. Por aquí, por Alga, ya tenemos un público de 100-150 personas que pasan habitualmente y queremos acercar el arte a todos los perfiles, desde niños y adolescentes hasta jubilados".
"Aquí en cuanto se entre a la tienda ya se verá la galería, lo cual nos parece una buena forma de darle visibilidad y animar a la gente a ver las exposiciones", continúa explicando Seoane mientras contempla el local, "Y de vez en cuando, también haremos los talleres aquí abajo, para que todo esté mezclado".
Planta para la creatividad
En la planta de arriba ya están terminados los arreglos y actualmente ya se llevan a cabo las clases que tenían en Alga. La escalera metálica que conecta los pisos está pintada de rosa y mientras se suben los escalones, un espejo nos devuelve la imagen de arriba a abajo desde la pared. "Tuvimos mucha suerte con el local. Ya era un mítico de Vigo, pero estaba tan lleno de cosas que no se dejaba ver la estructura que tiene", comenta Leticia.
Junto a la planta donde se desarrolla la actividad de la academia, Saúl señala un curioso elemento arquitectónico del local: una estrecha pasarela. A través de ella se accede a un escaparate con suelo de moqueta y a cierta altura del suelo. Seoane desvela que esta zona será escenario para perfomances e incluso para talleres que no necesiten mesa ni un gran espacio.
De vuelta al piso superior, una decena de mesas amplias de madera ocupan la sala. "Aquí buscamos traspasar lo que es Alga, que como se ve, no es una academia al uso", explica Leticia Rodríguez. No hay un escritorio de profesor ni una pizarra. El lugar se llena de niños de todos los cursos que acuden a las clases con Leticia y después acoge talleres creativos.
Según cuenta Saúl, están ultimando la agenda de actividades que ocuparán La Contenedora en los próximos meses, entre las que confirma que a partir de septiembre habrá taller de crochet: "Intentaremos tener obradoiros distintos cada fin de semana y repetir solo aquellos que tengan mucha demanda".
"Nuestra nombre, La Contenedora, está puesto por algo. La Contenedora contiene ocio, cultura, educación, compras, todo", sentencia Seoane.
Primer evento el 1 de julio
Así, con la planta de arriba lista, en La Contenedora se llevan a cabo actualmente dos cursos, uno de cerámica y otro de patronaje y confección. Pero el espacio, como dejan claro Leticia y Saúl, será más que un lugar para talleres y ya tienen ganas de ponerlo en marcha.
No habrá que esperar mucho para vivir el primer evento de La Contenedora. El próximo 1 de julio acogen el Verbena Market, el proyecto que organizan las artistas Luciérnaga Graphics y Machiña y que ya ha tenido otras ediciones de éxito; la última, en pleno Casco Vello.
Será un mercadillo "á tardiña", desde las 18:00 hasta las 00:00 horas, con música en directo, actividades para niños y 36 puestos para artistas y artesanos, que ya pueden inscribirse poniéndose en contacto con La Contenedora o con Verbena Market a través de redes sociales.