En las Rías Baixas existe una tradición vitivinícola milenaria que se pierde más allá del tiempo. Lo cierto es que los mitos y leyendas siempre han rodeado al origen de la variedad reina de los vinos de la D.O. Rías Baixas: la uva albariña, cuya producción monovarietal es la de mayor éxito dentro de esta zona geográfica. En realidad, no existe una teoría exacta ni imperante que defina la raíz de este tipo de uva. Algunas voces expertas sostienen que podría tratarse de un tipo de uva importada en el siglo XIII por los monjes de Cluny desde Francia; otros comparan las cepas de albariño con las de la riesling alemana; mientras que otros tantos, basándose en estudios científicos y genéticos, afirman que nos encontramos ante una variedad autóctona gallega.
En cualquier caso, la D.O. Rías Baixas es posiblemente la más importante de las cinco denominaciones de vino que existen en Galicia, la cual presenta una producción anual de más de 10 millones de litros que se consumen en todas las partes del mundo. Los viñedos de esta región vitivinícola ocupan una superficie de alrededor de 4.321 hectáreas que pertenecen a 179 bodegas y que se encuentran divididas a su vez en cinco subzonas: Val do Salnés, Condado de Tea, O Rosal, Soutomaior y Ribeira do Ulla.
Características de la uva albariña
Sobre la variedad de uva albariña podemos decir que está considerada una de las mejores uvas españolas para la elaboración de vinos blancos, si bien sus principales zonas de cultivo se encuentran en Galicia, concretamente en la provincia de Pontevedra. También el norte de Portugal, Castilla y León, Cantabria y Cataluña cultivan cepas de esta variedad en sus respectivas regiones. Por lo general, la uva albariña se caracteriza por ser menuda y de maduración tardía, lo cual provoca que su ciclo vegetativo sea mayor con respecto a otras variedades de uva. Su aspecto suele presentar también un color amarillo pálido, con ciertos toques verdes en su contorno.
Este tipo de uva crece en condiciones óptimas en suelo gallego debido en gran medida al clima atlántico predominante, con lluvias frecuentes y temperaturas suaves que permiten que la cepa obtenga el nivel de humedad necesario para desarrollarse. También es importante destacar que el cultivo de la variedad albariño suele realizarse elevado del terreno para evitar de este modo que la humedad del suelo ocasione algún tipo de infección que pueda atacar a las cepas. Con todo, y una vez completado el proceso productivo de la uva albariña, los vinos blancos que se producen con ella resultan de lo más exquisitos tanto en nariz como en boca, caracterizados por desprender un aroma frutal y floral así como una sensación aterciopelada y fresca al gusto.
¿Un origen francés para la uva albariña?
Una de las teorías más extendidas sobre el origen de la variedad por antonomasia de uva blanca gallega sitúa sus raíces en las vecinas tierras francesas. De hecho, hasta el célebre escritor Álvaro Cunqueiro (uno de los grandes embajadores del vino albariño) decía que este vino era originario de Francia y que había sido traído a Galicia por los monjes de la Orden del Císter, creada en el año 1090 en la antigua localidad de Cistercium, conocida hoy en día como Citeaux y situada en plena Côte d’Or de la Borgoña francesa. La teoría del literato sostenía que estos monjes cistercienses, encargados de velar por las sendas hacia Compostela, habrían plantado viñedos en muchos de los valles del Camino de Santiago, entre ellos los de Galicia.
Según otro de los supuestos que sitúa el origen de la variedad en Francia, no habrían sido los monjes de la Orden del Císter sino los de la Orden de Cluny los encargados de importar esta variedad allá por el siglo XII o XIII. Se sabe que estos monjes franceses se asentaron en tierras gallegas en el conocido Monasterio de Armenteira, lugar en el que según esta leyenda se habría plantado la primera cepa de albariño en Galicia. Mito o realidad, lo cierto es que la presencia de estos monjes en la región sí que trajo consigo una intesificación del cultivo de la vid en la zona del Salnés y los valles del Umia, ambas pertenecientes a la actual Denominación Rías Baixas.
Una variedad autóctona gallega
Una vez más la ciencia vuelve a resolver las dudas suscitadas en torno a una de las cuestiones envueltas en el misterio más extendidas de Galicia: el origen de la uva albariña. En este caso, los principios parecen estar del todo claro tras los estudios realizados: ni de Francia ni tampoco de Alemania, la realidad es que esta variedad de uva ya se cultivaba en Galicia en la época romana. La Misión Biológica de Galicia, centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), desveló en un estudio realizado al yacimiento vigués de O Areal, que las semillas encontradas resultaban ser morfológicamente similares a las de la variedad insignia de las Rías Baixas, considerada pues una uva autóctona gallega.
De hecho, antes de obtener los resultados de dichos estudios los expertos de la Misión Biológica ya trabajaban con la teoría de que este tipo de uva hubiese surgido de una vid silvestre que inició su proceso de domesticación durante la época romana. Con estos datos sobre la mesa, y aunque su procedencia ha sido objeto de múltiples estudios y leyendas, con toda certeza se trataríade una variedad de uva blanca originaria de Galicia, cuya personalidad y carácter se encuentran marcados tanto por la climatología como por los suelos de este territorio.