En el corazón de las Rías Baixas, la comarca do Salnés conforma un destino perfecto para todos aquellos amantes de la historia y del turismo arqueológico. Lo cierto es que el grueso del territorio alberga entre sus límites una enorme riqueza patrimonial repartida en un buen número de excavaciones y yacimientos, los cuales tienen como eje central el Monte Xiabre, una de las zonas más ricas en patrimonio material de la comarca. La historia arqueológica de O Salnés se escribe a lo largo de diferentes períodos, destacando cinco grandes etapas entre ellas: Paleolítico, Neolítico, Bronce, Castreño y Medieval. La huella del Imperio Romano, por ejemplo, está muy presente en toda la comarca, aunque es la cultura castrexa la más representativa de esta zona. Buen ejemplo de ello lo encontramos en Vilagarcía de Arousa, entre los restos del emblemático Castro de Alobre.
Desde esta cultura castrexa hasta el Medievo, pasando incluso por la romanización, los vestigios de Alobre permiten al visitante viajar a través del tiempo en un recorrido de lo más completo por sus distintas etapas. Según estiman los expertos, este lugar a orillas del Atlántico se mantuvo habitado entre los siglos I a.C. y III d.C., alcanzando su máximo esplendor durante el imperio de Augusto y la dinastía de Julio-Claudia. Además, lo que hace tan especial y diferente a este yacimiento arousano es precisamente su singular ubicación geográfica, justo a pie de mar, en una ensenada bien protegida, y en la parte más alta de un promontorio conocido como O Montiño.
Una cápsula del tiempo en la capital arousana
El Castro de Alobre constituye uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del noroeste peninsular y la cuna de la actual Vilagarcía de Arousa ―incluso el barrio fundacional está situado muy cerca y se sigue llamando O Castro. En la actualidad, esta antigua villa castrexa se localiza en un pequeño promontorio enmarcado a unos 34 metros de altitud en el propio núcleo histórico de la ciudad, a escasa distancia de las tranquilas aguas de la ría de Arousa. De hecho, en su origen, su cercanía al mar era mucho mayor, pues el paso del tiempo y obras como los rellenos del puerto han ido alejando el litoral de este castro costero.
En cualquier caso, es precisamente esta posición estratégica y su carácter urbano lo que diferencian al Castro de Alobre de otros yacimientos característicos del final de la Edad de Bronce. En el caso particular de Alobre, cabe destacar que esta suerte de cápsula del tiempo en Vilagarcía se encuentra inmersa en el proceso de musealización. Ahora bien, al menos por lo pronto, los visitantes pueden acceder al recinto arqueológico de manera totalmente libre a través de dos accesos principales: uno de ellos ubicado en la Rúa Vistalegre, tras superar el arco-puente que entrelaza el emblemático pazo y convento de Vistalegre; y el otro, tras cruzar el Jardín Botánico Enrique Valdés Bermejo.
En los alrededores de Castro Alobre podemos encontrar una zona excavada en la que se han hallado importantes tesoros arqueológicos relacionados con la cultura castrexa y romana. En total hablamos de más de 20.000 piezas de alto valor histórico, artístico y etnográfico que confirmaron la relevancia estratégica y comercial de este antiguo asentamiento, entre ellos los restos de una salazón; monedas de distintos emperadores romanos; una necrópolis con unas treinta tumbas de diversa tipología; y una ara romana, es decir, un pequeño altar de piedra que tiene la forma de pedestal o columna de sección cuadrangular que hoy descansa en el Museo de Pontevedra. Además, se sabe que antiguamente existía en el lugar un pequeño templo del que ya no quedan restos y cuyo origen se remontaba al siglo X, también conocida como la ermita de San Cristovo de Alobre.
Entre naturaleza e historia
La naturaleza envuelve el entorno del Castro de Alobre dando forma a un precioso lienzo en el que el tiempo parece haberse detenido. El recinto arqueológico presenta tres zonas a diferentes alturas, delimitadas todas ellas por estructuras defensivas que se fueron adaptando a la forma del promontorio, dificultando el acceso al poblado. En la parte superior podemos diferenciar una corona de forma oval, con una disposición ligeramente descentrada con respecto al conjunto del asentamiento. El segundo recinto está formado por una terraza inferior que se prolonga de norte a sur y que presenta un desnivel de unos cuatro metros. Por último, en el sector oeste se conserva también una segunda terraza, con un desnivel similar pero que en este caso se prolonga hasta el sur.
En el mapa general del yacimiento arousano, el visitante podrá observar asimismo los restos de diversas edificaciones de enorme interés tales como los vestigios de un antiguo hipocausto, un curioso sistema para calentar el suelo mediante el calentamiento del agua que usaban los romanos en baños y termas. También en la zona son varios los indicios que resaltan la presencia de un enorme concheiro, un depósito de unos 100 metros cuadrados de superficie y 80 centímetros de altura en el que se acumulaban los restos de almejas, mejillones o navajas, así como huesos de vaca y otros animales.