En el vibrante corazón de las Rías Baixas, el municipio de Poio despliega todo su encanto por la ribera norte de la ría de Pontevedra, enclavado entre la histórica Boa Vila y los vastos territorios de la comarca do Salnés. Este rincón de la geografía gallega, donde el mar y la montaña parecen entrelazarse, es famoso en toda Galicia por su pintoresco pueblo marinero salpicado de hórreos y cruceiros que miran al mar; pero también por la escena de una costa rebosante de mariscadores y hasta por esconder entre sus montes un pedacito de América en forma de imponente bosque de secuoyas. Sin embargo, lo que muchos desconocen sobre Poio es que esta localidad pontevedresa también presume de un pasado ostrero digno de mención. De hecho, en el año 1868 se creó en la zona de Campelo el primer parque de ostreicultura de toda la Península Ibérica.
La realidad es que la ría de Pontevedra, al igual que otras rías de Galicia, fue una gran productora de ostra plana (ostrea edulis) hasta mediados del siglo XIX. Este sinuoso y tranquilo litoral se encontraba repleto de bancos naturales en los que se llevaron a cabo grandes extracciones a lo largo del tiempo, pues la demanda de este manjar del mar siempre ha sido muy elevada. Es por ello que, en la segunda mitad del siglo XIX, la sobreexplotación del producto provocó que dicho recurso empezase a escasear en la zona, dando lugar a la aparición de varios proyectos experimentales de viveros para la cría de ostras bajo control.
El legado ostrero en Campelo
Corría el año 1868 cuando el entorno de Campelo se convertía en el escenario de la primera construcción de la Península Ibérica dedicada a un parque de ostricultura para la cría y producción de este preciado molusco bivalvo. El impulsor del proyecto fue el vecino pontevedrés Diego González, quien dirigió la creación de este vivero artificial de ostras para el que fue necesaria la colaboración de más de 50 trabajadores. En aquel entonces se levantaron los muros con losas de las propias rocas para poder acondicionar el nuevo hábitat, el cual contaba además con vigilancia propia de caseta y guardia.
Al poco de ser erigido, este parque de cultivo en el municipio de Poio llegó a convertirse en un referente productivo de primer nivel, alcanzado la encomiable cifra de unas 200.000 unidades de cría al año. No es de extrañar por tanto que tras la puesta en marcha de aquel proyecto pionero en Campelo fueran muchos los parques de cultivo que se instalaron en el resto del territorio.
Una ruta para recordar la historia
En la actualidad, y con el fin de poner en valor el patrimonio histórico y cultural de este lugar, existe una bonita ruta de senderismo que recorre el litoral poiense desde el entorno del muelle de Campelo hasta el Área recreativa de A Seca ―pudiendo enlazarse en adelante con la Ruta de los molinos de A Freixa. La conocida como Senda da Ostreira conforma un pequeño itinerario lineal, de poco menos de 2 kilómetros, que se adentra en la historia y los paisajes que rodean a estos antiguos bancos naturales y artificiales en Poio, pudiendo observar durante la marea baja los vestigios de aquella primera construcción dedicada a la producción de la ostra.
Al comienzo de la ruta, en las proximidades del muelle de Campelo destaca una bonita escultura que homenajea a las mujeres mariscadoras. También en el mismo entorno se puede apreciar la silueta de un moderno cruceiro dedicado a los marineros que perecieron en el mar. Después, la ruta avanza pegada al borde del mar entre arenales y pequeños bosques hasta alcanzar el área recreativa más grande del municipio de Poio, en la cual se encuentran varias zonas verdes y de descanso, un complejo deportivo y el famoso Parque da Memoria, la obra ideada por un Nobel de la Paz dedicada a la emigración y la paz.