San Pedro de Fiz Vilar, en el municipo de Bande (Ourense), acogió este fin de semana una acción sorprendente: bajo el nombre de La Quema, la artista valenciana Elena del Rivero hizo arder en una hoguera sus pinturas de los años 70 y 80.
Una fiesta de arte contemporáneo que se realizó en A Casa do Pozo, situada en esta aldea de unos pocos habitantes, antigua casa de los abuelos del curador Mateo Feijóo, que convirtió en un espacio artístico que ahora hace las veces de residencia para los artistas invitados.
El día arrancó con música, un concierto performático del artista y compositor Llorenç Barber y la vocalista Montserrat Palacios, con la participación de la banda de música de Lovios. Posteriormente, Elena del Rivero y los vecinos de la localidad realizaron una visita guiada por los espacios donde se habían instalado las piezas de la artista, que después fueron trasladadas al lugar donde ardieron en una gran hoguera, que puso punto final a la jornada con Os Rampeiros y una queimada.
"Pocas personas vieron en su día los cuadros que he seleccionado para quemar, y casi ninguno fue expuesto en público. Los ejecuté en tiempos difíciles, pero sin preocuparme por lo que estaba bien o mal y sin miedo al fracaso. Fue una época de inocencia y libertad para mí", asegura Elena del Rivero.
La Quema surge de la experiencia adquirida por la artista durante los veinte años en los que completó el Archivo del Polvo, que consistió en transformar un acto externo y devastador, que fueron los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, en los quie su estudio quedó prácticamente destruido, en obra nueva.
El proyecto arrancó a principios de año, con el traslado de las piezas y materiales desde Madrid hasta la localidad ourensana. Una vez allí, las obras se mostraron con una perspectiva museográfica y en la que los vecinos ayudaron a escoger qué paredes acogerían cada pieza.
Además de la quema de las pinturas, Elena del Rivero trajo a Galicia algunas piezas de otras instalaciones como sus trapos de cocina banderas y su Mother - SOS. Además, durante sus visitas fue recogiendo objetos y utensilios en desuso, abandonados en pajares, eras, cuadras y patios, con los que, tras conocer gracias a los vecinos el uso que se les daba, les dio una nueva vida creando nuevas piezas efímeras.
Estas herramientas actualmente en desuso cobran un nuevo significado al convertirse en pequeñas instalaciones en huecos y ventanas a las que Elena del Rivero tan solo ha incorporado un elemento foráneo: las perlas falsas, un atributo propio de la producción de la artista. Tras la quema de las pinturas de los años 70 y 80, estas nuevas creaciones seguirán expuestas en la localidad y sufrirán los contratiempos del clima, que las irá deteriorando y destruyendo, reduciendo a cenizas.
La Quema también incluye un documental, que comenzó a rodarse antes de que las pinturas viajasen desde Madrid.