Un histórico calvario y una capilla en ruinas: símbolo de batallas y fe en Ponte Caldelas
El Calvario do Campo dos Cruceiros se enmarca en la parroquia de Anceu, en un lugar en el que la leyenda popular dice que el rey Alfonso II el Casto derrotó a las tropas comandadas por Malik hacia finales del siglo I
Desde el corazón verde de la comarca de Pontevedra, Ponte Caldelas invita al viajero a sumergirse en la Galicia más auténtica, donde el murmullo sereno del río Verdugo acompaña cada nuevo paso. Este encantador pueblo pontevedrés, conocido tanto por su herencia indiana como por la famosa Festa da Trucha, es un lugar donde la tradición y la naturaleza se entrelazan en una perfecta armonía. Su extensa red de senderos se despliega entre paisajes de ensueño, ofreciendo al visitante una escapada ideal para quienes buscan empaparse del encanto más rural y genuino de las Rías Baixas.
En la parroquia de Santo André de Anceu, Ponte Caldelas presume de uno de los rincones más mágicos de la localidad: un enclave de silencio y memoria que invita al visitante a viajar al pasado. Esta pequeña aldea caldelense alberga entre sus límites un antiguo calvario cuyas raíces se remontan al siglo XVIII. Dicho conjunto religioso se encuentra situado en una amplia explanada junto a una ruinosa capilla formada por un arco de medio punto y una cubierta a dos aguas. La realidad es que se trata de un lugar impregnado de historia y misticismo en el que el tiempo parece haberse detenido. De hecho, según cuenta una leyenda local, fue aquí donde el rey Alfonso II el Casto logró derrotar a las tropas islamistas, normandas y vikingas comandadas por Malik en torno al año 825.
Una ruta de espiritualidad
Un calvario representa un camino espiritual marcado con cruces o altares en el que cada parada para el rezo evoca los pasos de Jesús hacia el Monte Calvario. En Ponte Caldelas, el conocido como Calvario do Campo dos Cruceiros de Anceu se erige como un ejemplo de lo más representativo de la devoción popular y de este tipo de patrimonio religioso. El citado conjunto formado por tres cruces del siglo XVIII conserva un cierto aire de solemnidad, y bajo sus estructuras todavía puede leerse una inscripción que reza: "aquí murió el redentor de la vida".
La cruz central, la más alta e imponente de las tres, descansa sobre un pedestal circular que mantiene en una de sus caras la imagen de un Cristo muy desgastado, esculpido con la cabeza reclinada y una larga cabellera que se deja caer sobre sus hombres. A los pies de esta figura aparece un rombo con relieve rematado en sus extremos en una flor de lis, rodeado por una cruz griega en la que también se aprecia la misma flor. Cabe recordar que una de las cruces laterales del conjunto fue sustituida posteriormente. Pese a todo, se trata de un lugar que invita al recogimiento, en el que el tiempo parece fluir a un ritmo lento y reverente de la historia.
En los alrededores del calvario caldelensese conservan asimismo algunas de las antiguas cruces que, tiempo atrás, marcaban el recorrido del Vía Crucis, el cual iniciaba sus pasos en la vecina iglesia de San Andrés de Anceu y culminaba en este centenario calvario. Al margen de todas estas cruces pétreas, sobre la explanada de Anceu emerge también la silueta de un pequeño y austero santuario, coronado en su fachada principal por una cruz griega y la figura de un ángel tallado sobre la roca. Dentro de sus cuatro muros, este templo abierto alberga una hornacina, vacía en la actualidad, que de igual manera ayuda a agregar una atmósfera mística y solemne a este lugar donde la espiritualidad aún consigue habitar en cada cruz y piedra.
Un templo consagrado a la Guadalupe
Muy cerca del Calvario del Campo dos Cruceiros se sitúa un templo barroco de finales del siglo XVIII, dedicado a Santo André, que constituye una auténtica joya arquitectónica en la parroquia de Anceu. Con planta rectangular, cubierta de teja y una imponente nave central a dos aguas, la iglesia ha sido testigo de varias fases de ampliación y renovación a lo largo de su historia. Hacia el año 1700 podemos distinguir varias etapas en las que se añade la nave central con bóvedas de madera y cañón de medio punto, así como un elegante frontón partido en su fachada. En el interior del templo, el ábside rectangular alberga la sacristía, adosada en el lado izquierdo de la cabecera en el año 1640 por orden del entonces obispo de Tui. A ambos lados de la sacristía se pueden contemplar varias imágenes devocionales: la Virgen de Fátima, colocada sobre un pedestal de piedra, y Santa Rita, en un pedestal de madera, ambas custodiando con solemnidad este espacio sagrado.
En el corazón del templo se encuentra uno de sus mayores tesoros: un retablo gótico-flamígero que resguarda la imagen del patrón de la parroquia, Santo André. En las hornacinas laterales se observan asimismo las imágenes de la Virgen del Rosario y el Sangrado Corazón de Jesús, así como también la de la Virgen del Carmen y la Inmaculada, todas en una armoniosa disposición que invita al recogimiento. Ya en la fachada exterior, una figura de Santo André enmarcada una hornacina con vieira corona el conjunto principal. Bajo ella, una inscripción data la posible construcción del templo en el año 1749, mientras que un imponente torreón de tintes barrocos con campanario y un pequeño cupulín adosado en su parte izquierda completan la silueta de esta joya monumental en Ponte Caldelas.