Situada en la boca de la Ría de Pontevedra, la isla de Ons es uno de los atractivos turísticos de las Rías Baixas y ahora también escenario de cine. Su particular belleza se divide entre playas de arena blanca, agua cristalina y verdes panorámicas. En el lado opuesto, donde el mar todo lo define, el paisaje, mucho más abrupto, se llena de grutas y acantilados que miran al Atlántico. Aquí se empezó a gestar hace ya un año la película del mismo nombre, Ons, dirigida por el director compostelano, Alfonso Zarauza (1973).
Si la pandemia del Covid-19 lo permite, el estreno mundial del largometraje podría llegar de la mano del Festival de Cine Europeo de Sevilla, entre el 6 y el 14 de noviembre. De tener lugar, el filme competirá en la nueva sección “Historias extraordinarias. Oficial Special Screen” junto a otros 13 títulos. En este apartado podrán verse “films significativos que por sus particularidades deben ser presentadas y arropadas de manera especial” según aclaran en la web oficial del festival. Un cine cercano y abierto que suma a la calidad cinematográfica la vocación de llegar a un amplio número de espectadores.
La historia de Ons camina entre el drama y el misterio. Vicente y Mariña son un matrimonio en crisis que decide instalarse en la isla de Ons para salvar su relación, tras un accidente de grandes consecuencias psicológicas para él. La estancia allí generará en ellos grandes cambios, sobre todo cuando en sus caminos se cruce una mujer extranjera que aparece naufragada en la playa. A medida que avanzan los días y el tiempo se vuelve más inestable, la isla provoca en los personajes un influjo inevitable.
Está protagonizada por Antonio Durán, “Morris” (Vigo, 1959) y Melania Cruz (Lugo, 1983). El elenco lo completan María Vázquez, Xulio Abonjo, Miguel de Lira, Anaël Snoek, Montse Martínez o Marta Lado, entre otros, muchos de ellos rostros ya conocidos del audiovisual gallego.
Desde Treintayseis hemos podido hablar con uno de sus protagonistas, Antonio Durán, Vicente en el film, quien nos ha revelado algunas de las claves de la película y el rodaje, y que nos deja con más ganas, si cabe, de que el estreno de Ons llegué por fin a las pantallas.
P. Para entrar en contexto, háblanos un poco más de tu personaje. ¿Quién es y qué papel juega en la historia?
R. Mi personaje es Vicente. Es un médico al que le ocurre un hecho importante en su vida… Está pasando un mal momento y junto con su mujer, que tiene familia en la isla de Ons, deciden ir allí para recuperarse. La historia da un poco la vuelta una vez que llegan y se quedan, primero, un verano y luego más tiempo. La propia isla y los acontecimientos que generan en su vida hace que esta cambie. Pasa un verano, un otoño y un invierno, y él va saliendo, se encuentra muy bien, pero ella por cosas que ocurren, y por cosas que se imagina también que están ocurriendo, es la que cae en picado. El estado en el que salen al final de la isla es completamente distinto del que llegaron, se cambiaron un poco los roles. Digamos que la propia isla tiene una influencia muy fuerte sobre ellos y los acontecimientos que pasan.
P. El tiempo (meteorológico) fue un elemento clave a la hora de grabar y para la atmósfera de la película. ¿Nos dará pistas sobre la evolución de la historia o de los personajes?
R. Sí, sobre todo porque se nota el paso del tiempo en la propia isla. Y sí, era fundamental. Por eso también se grabó en octubre y noviembre, porque teníamos que jugar un poco con la climatología de la propia isla. Teníamos que pillar parte de invierno, parte más de verano… entonces sin duda jugó y juega un papel fundamental. Digamos que el tercer personaje, el personaje que lo engloba todo es la propia isla. Y la isla es la climatología, es todo. Lo que ocurre, lo que hay… aunque pasan por estaciones donde hay turistas luego se vuelven a quedar solos… así que sí, que influye mucho.
P. ¿Cómo fue grabar en un sitio tan privilegiado como es Ons fuera de la temporada estival y las masificaciones del turismo? En su cara más desconocida…
R: Eso fue una maravilla. Estábamos todo el equipo repartido en habitaciones y casas, con seis personas que había en la isla que nos acogieron. Por ejemplo el Casa Acuña, comíamos allí todos los días y nos hacían la comida como si fuera nuestra madre… Pero fue duro al mismo tiempo, porque estar en una isla te crea una sensación que, bueno, sabes que estás en una isla. A mi por ejemplo me sentó bien, había gente que se ponía más nerviosa. Hay gente que al pisar una isla le entra un poquito de ansiedad porque sabe que no está comunicado.
Pero realmente ayudó muchísimo, para bien y para mal, para la concentración y para contar esa historia. Quiero decir, es muy distinto a cuando grabas en una ciudad por ejemplo. Aunque allí tú sí que podías desconectar. Si estábamos 50 personas en la isla, tú cogías y si no grababas te ibas a una playa, había gente que buceaba, te ibas a caminar o te quedabas en la habitación viendo el mar y lloviendo. Cada uno buscaba un poco su forma de distraerse. No fue un gran hermano por así decirlo, porque la isla es grande y había tiempo y espacio para hacer lo que uno quisiera.
Pero lo que sí influía, y por eso la película es especial, es que los planes de trabajo se iban haciendo dependiendo un poco de la climatología. Todos estábamos de acuerdo en ello, se nos consultó y dijimos que sí. Según venían las semanas, o incluso de un día para otro se cambiaba la planificación… era un poco como “no, nos tenemos que ir a tal secuencia porque viene temporal, por esto o por lo otro” y tenías que adaptarte a eso. Entonces lo hicimos en tandadas que no veníamos a la península. A veces en vez de descansar el fin de semana y grabar entre semana, pues según el tiempo cogíamos por ejemplo sábado a miércoles. Era un poco el prestarte durante esos cerca de dos meses a plegarte a lo que la isla generase para poder grabar la historia, porque contra eso no se podía luchar, ni tampoco queríamos porque también por eso mismo elegíamos Ons para grabar.
P. Como comentabas antes, tuvisteis la oportunidad de coincidir con los propios habitantes de la isla, creo que alguno incluso llega a aparecer en la película… ¿Cómo fue esa convivencia?
R: Sí, sí, hay alguno que sale… por ejemplo Pepe de Miro, entre otros. Y se integraron perfectamente. Los veíamos a diario, en el bar o por ahí sentados, porque allí cuando no es temporada de verano los que se quedan ven la vida pasar. Era muy simpático, porque una charla con ellos no es que te metiese en el papel pero te situaba en la isla, te situaba en el espacio que estabas. Teníamos conversaciones con ellos de lo más normales, sobre la pesca, no sobre la película y el cine. Aunque ellos estaban preocupados por la película y nos paraban y preguntaban continuamente…“Pero, ¿ti hoxe non grabaches?” ou “Pero joder canto tempo tardades”. La verdad es que fue muy bonito, fue maravilloso. De hecho ahora cuando hicimos la presentación del making en el Festival de Bueu vinieron algunos de ellos, como Palmira que estuvo con nosotros, y bueno encantados, que voy a decir, fue como crear una familia.
P. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Alfonso Zarauza (director)?
R. Muy bien la verdad. Yo ya había hecho Fenómenos con él. Y conozco su cinematografía, que es muy diversa. Fenómenos es entre la comedia y el drama, con Lola Dueñas, luego Encallados que es una peli que me encantó, o también La noche que dejó de llover. Alfonso es un hombre muy comunicativo que te deja mucha libertad, pero que tiene muy claro el lenguaje fílmico que quiere utilizar. Al final es una confluencia un poco de lo que él quiere contar y lo que puedas aportar tú. Pero muy bien, es un director super interesante, el guión es precioso y es de él también. Es una historia muy, muy particular. Y muy atrapado por la historia.
P. Por culpa de la crisis sanitaria actual tuvisteis que posponer el estreno ya un par de veces ¿Ese tiempo tan largo entre el rodaje y el estreno de la película cambia algo las cosas?
R. Está película se iba a estrenar antes. Se esperó a festivales internacionales para estrenarla y de hecho estaba prevista para un gran festival, pero claro con todo esto se suspendió. Yo creo que con suerte va a llegar muy pronto a las pantallas. Pero digamos que a esta película en concreto no le afectó demasiado, porque el proceso de montaje lo pudieron llevar como lo tenían pensado. Si que afectó después en lo que te comentaba, el tiempo de los festivales que se tuvieron que suspender casi todos. Empieza ahora en Sevilla, con algo de retraso, porque en los otros que estaba seleccionada se cayeron. No sé lo que afectará a la distribución en pantallas porque eso va a ser ya muy pronto, eso lo está pensando la distribuidora, ellos… Todo el mundo está haciendo cábalas de cosas que puedan ser pero se pueden caer. Al final, es lo que toca ahora mismo.
P. ¿Qué se va a encontrar el espectador? ¿Qué le dirías al público para que se atreviera a conocer esta historia?
R. Es una historia muy personal, que le podría ocurrir a cualquiera. Los personajes que acuden a la isla, el mío el de Melania, el de Xúlio Abonjo, el cuñado, el hermano, la cuñada… son todos personajes muy normales con una serie de problemas y de sensaciones que podemos tener todos. Yo creo que se van a encontrar una película de una atmósfera muy envolvente, como es la propia isla, que camina entre la atmósfera personal de sus personajes y el thriller casi. Una película autoral, con una estética muy chula y con un lenguaje muy concreto que al espectador le va a provocar distintas sensaciones en distintos momentos de la película.
P. Y ¿cuál será el mensaje que se llevará el espectador a casa?
R. Es una pregunta que me hacen a veces y yo hace años era capaz de adivinarlo, pero hoy día el cine, la ficción y cualquier película que tú cuentes, el mensaje que llegue al espectador puede ser muy distinto. Yo creo que se va a llevar para casa una sensación en la que se va a quedar atrapado durante unos días. Quizás la convivencia de estos personajes con sus problemas, con la soledad… no creo que se vaya a sacar un solo mensaje concreto.
P. Más una autoreflexión…
R. Sí. Como una historia que ocurre que no tiene una mayor trascendencia fuera de la isla, sí de cara a los personajes que estuvieron allí durante esos meses, pero no respecto a la sociedad. Es como si hiciéramos un apartado. Es difícil sacar un mensaje porque los propios personajes, el propio matrimonio de Vicente y Mariña que salen de la isla… yo nunca pensé en qué conclusión sacaría Vicente cuando marcha de todo lo que ocurrió allí. No te lo sabría decir, tendría que especular, tendría que imaginar… pero bueno, sí una sensación, una sensación entre lo bonito, la angustia y el pensar que a veces no está todo atado. No porque queramos una cosa va a ser así, sino que los propios acontecimientos influyen, el propio lugar y la gente con la que convives influyen muchísimo sobre tu estado físico y mental y lo que te ocurre.
P. Ya para terminar, ¿otros proyectos en los que te encuentras inmerso ahora mismo?
R. Ahora mismo, esperando cosas. Después de Ons, estuve durante año y medio en Alta Mar, una serie que ya terminó. Y lo último que rodé, que aún acabamos hace poco, fue una película de Dani Guzmán en Madrid que se llama La gran mentira, que se empieza a cocinar ahora. Sí que tengo estrenos pendientes. Estoy en 30 monedas, una serie de Álex de la Iglesia; En Hierro también en los primeros capítulos, pero claro, están por estrenar todavía.
Para el año si tengo proyectos. Alguno que se iba a dar en enero se atrasa a otoño por miedo al covid… Son momentos difíciles. No te podría decir ahora voy a empezar con tal cosa ya, pero bueno, como te decía sí tengo proyectos que esperemos que se levanten pronto. La verdad es que más pendiente de estrenos, de Ons sobre todo, que de cosas que vaya a rodar próximamente.