"Hay una cita que dice que la historia comienza donde acaba la memoria de la última generación viva, e Ian Gibson es ahí donde trabaja, en un lugar donde confluyen los mitos, las leyendas, la memoria de la gente que va entrevistando, que son memorias mediatizadas por sus recuerdos, son historias con minúscula, individuales y subjetivas, e Ian tiene, o se autoimpone, la tarea de convertirlas en historias con mayúscula". En este razonamiento sustenta su director Pablo Romero la decisión de título Donde acaba la memoria, un documental producido por Xavi Font, productor también de O que arde y Ons, en el que de Las Hurdes a Granada, pasando por la Residencia de Estudiantes, reconstruye medio siglo de trabajo del hispanista y biógrafo irlandés Ian Gibson.
La película, que abrirá el 2 de septiembre el Festival de Cans, y al día siguiente se proyectará en el Cine Salesianos de Vigo, seguida en ambos casos de un coloquio con Gibson y Romero, es la culminación de nueve años de trabajo, que tiene su inicio en el festival de cine español de Londres, donde el docente e investigador de la UVigo ejercía como intérprete para directores y actores.
En la capital británica, Romero conoció al director Mike Dibb, amigo de Gibson, y autor de varios documentales sobre trabajos del hispanista centrados en Lorca y Dalí. "En ese momento, Dibb estaba intentando conseguir financiación para el documental de Buñuel y cerrar así la trilogía. Mike había ido al festival para encontrar a Pedro Almodóvar y pedirle dinero. Pero no estaba Almodóvar y me encontró a mí", rememora Romero, que acabó por sumarse al proyecto por invitación de Dibb, primero como montador y posteriormente como director.
Un espejo detrás de Gibson
Donde acaba la memoria marca el final de un largo viaje de 50 años para Ian Gibson, iniciado cuando abandonó Irlanda y viajó a Granada para escribir una tesis sobre Federico García Lorca y que continuaría durante décadas con sus trabajos sobre las miles de personas asesinadas por el régimen de Franco, y también sobre el director Luis Buñuel y el pintor Salvador Dalí.
"Ian desde el principio, como dice en la película, no quiere que nadie haga una biografía de él. Ante una persona así no podemos hacer un documental al uso porque nunca nos dejaría. No podemos ponerle un espejo delante, lo único que podemos hacer es ponerlo detrás, seguir sus pasos", explica Romero sobre su documental, que también es el producto final de su investigación como Ramón y Cajal, centrada en la traducción y accesibilidad para personas sordas y ciegas durante el proceso de elaboración de los trabajos audiovisuales, denominado accesible filmmaking o cinematografía accesible.
En Las Hurdes, donde Luis Buñuel hizo Tierra sin pan, "entendemos quién era el director cuando hizo esa película y veremos a Gibson investigando, emprendiendo la aventura, escalando un precipicio para llegar a un lugar donde estuvo Buñuel, jugándose la vida", detalla el investigador del grupo GALMA, de la Facultad de Filología y Traducción.
La voz del enterrador de Lorca
Después de pasar por la Residencia de Estudiantes, lugar en el que Lorca, Dali y Buñuel se conocieron, y donde en el documental se entrevista al realizador Carlos Saura, la película recala en Granada, la ciudad en la que todo comenzó hace 65 años para Gibson y "donde finaliza todo también. Y allí nos muestra el que él llama "su tumba", que es una biblioteca en la que reunió todos los libros que fue adquiriendo, investigando y escribiendo durante años", explica Romero.
Y es precisamente en esta "tumba" donde se encuentra una grabación de hace muchas décadas en la que Ian consiguió clandestinamente hablar con la persona que enterró a Lorca. "Eso no se había escuchado antes, entonces escuchamos esa voz que nos dice exactamente dónde se enterró al poeta y cómo, y allí estamos con Ian que no lo encuentra, o el permiso para excavar donde él sabe que está el Lorca. Y así seguimos, seguimos a Ian que sigue caminando en esa búsqueda casi eterna por encontrar a Lorca, como símbolo de reconciliación pero también para finalizar esta historia", detalla Pablo Romero.
El detective literario
Después de nueve años de trabajo con Gibson, en los que no faltaron los sobresaltos, como el robo del ordenador en el que Romero guardaba el montaje que durante seis meses había realizado de 55 horas de rodaje en Las Hurdes, el docente de la UVigo considera al hispanista además de "un buen amigo", un detective literario. Con esta definición alude Romero a la enorme dedicación y rigor con el que el Gibson desarrolla su trabajo, asegurando que, además de productivo, es un autor obsesivo, "con lo bueno y lo malo que eso supone también", hasta el punto de ser capaz de pasar una semana buscando un dato para una nota a pie de un libro de 1.000 páginas.
"En una época en la que todo es para hoy, las comunicaciones son tan instantáneas, en la que los gustos cambian tan rápidamente… ver una persona que dedica toda su vida a algo, a mí me parece fascinante", asegura el director. Después de su estreno en Cans y en Vigo, "Donde acaba la memoria" se proyectará en el Festival internacional de Ourense el 24 de septiembre y el 4 de octubre llegará a la Cineteca de Madrid con un pase para público y prensa, seguido de un coloquio con Romero y Gibson.