Si hoy conocemos en profundidad a Federico García Lorca, tanto su obra como su vida, es culpa, en gran parte, de un irlandés que hace 50 años llegó a Granada para completar su tesis sobre el poeta. Ian Gibson ha dedicado gran parte de su vida a desentrañar la maraña sobre la que se construye la memoria del siglo XX en España. Hoy, el que trata de aportar luz en una etapa oscura, se convierte en protagonista de un documental, Donde acaba la memoria, que este jueves abría la segunda sesión del Festival de Cans y que este viernes, a las 20.30, se presenta en el cine Salesianos de Vigo.
El encargado de presentarnos al historiador es Pablo Romero, un vigués que, tirando de símil futbolístico, "juega en casa" para proyectar un trabajo de 9 años. "Siento mucha emoción e incertidumbre", confiesa a Treintayseis el docente e investigador de la UVigo. "Es mi primera película larga, no sé qué pensará la gente, pero tengo la tranquilidad de que a Ian y a su mujer Carol les ha gustado, y eso para mí es muy importante".
La relación entre Ian y Pablo nació en Londres en 2013. La suerte quiso poner al vigués al frente de un proyecto para el que Gibson y Mike Dibb, galardonado documentalista inglés, buscaban financiación en el Festival de Cine Español de Londres. Pablo aparecía en escena como traductor para Pedro Almodóvar y los actores de su película ‘Los amantes pasajeros’. "Almodóvar no apareció, así que me encontraron a mí".
La esencia de Ian Gibson
Lo que nació como un documental sobre Las Hurdes y Buñuel, poco a poco se fue transformando en un "retrato de lado" de Ian Gibson. "El día antes de comenzar el rodaje del documental sobre Buñuel, le propuse ir girando el espejo para conocerle a él, sin perder de vista al protagonista del trabajo", cuenta Romero. "La semana de grabación nos sirvió para conocernos mutuamente y le pedimos grabar una entrevista en su casa, que al final es la entrevista principal. Fueron seis horas de las que intentamos sacar el retrato que queríamos hacer". Más allá de un homenaje, de un mero tributo, Pablo Romero buscaba intentar plasmar "la esencia de lo que creemos que es Ian".
El vigués conocía a Gibson a través de extractos de sus obras y de artículos de prensa; profundizó, después, con la lectura de algunas biografías. La obra del historiador gira en torno a la figura de Lorca, algo que no imaginaba que le llevaría a este viaje de 50 años: "En absoluto, solo sabía que me fascinaba el poeta. Fue un año sabático para completar mi tesis sobre las raíces de su obra, pero se convirtió en una investigación sobre las circunstancias de su muerte, publicada en 1971. Luego vi que había que seguir con su vida y obra y empecé la biografía. Y aquí estamos todavía. Sin Lorca mi vida apenas tiene sentido", asegura Gibson a Treintayseis.
El reto para el director de Donde acaba la memoria era lograr que el autor, acostumbrado a hablar de otros, se olvidase de la incomodidad que le supone hablar de sí mismo. "Yo era consciente desde el primer momento de que nuestra breve visita a Las Hurdes era la manera de entrar en la vida de un biógrafo, o sea de un investigador obsesivo, y de que de alguna manera, quisiera o no, iba a ser protagonista de la cinta", asegura Gibson. "Pero ahora entiendo que el protagonista real es el tema de la Memoria Histórica, de la necesidad de recordar y de saber. La Guerra Civil y la dictadura de Franco fueron un desastre para este país y hay que tratar de conseguir entre todos, ¡hispanistas incluidos!, que España, con todo lo que tiene dentro, sea un gran país culto, fraternal, diverso, reconciliado de verdad. En fin, un ejemplo para el mundo. En este sentido me alegro de haber participado en el documental".
"Una película que ha estado muerta varias veces"
El trabajo de Pablo Romero es un recorrido de casi nueve años en el que "la película ha estado muerta varias veces". Lo que ha sido "solo" un archivo en el ordenador del vigués durante un largo tiempo, ahora pasa del ámbito privado al público. Y eso que estuvo a punto de desistir, después de que le robasen un compactado de una hora de duración de un total de 50 horas grabadas. "Se hizo duro seguir, porque lo hacía en mi tiempo libre", asegura Romero.
El impulso para continuar se lo dio el propio Gibson, que le invitó a acompañarle a Granada para filmar donde todo había empezado. Allí, la historia encontró una nueva dimensión. El historiador los llevó a su archivo, su "tumba", con todo su material de investigación, les mostró una grabación inédita, que aparece en la película, de cuando logró entrevistar clandestinamente al enterrador de Lorca y los llevó a un barranco donde había cientos de fusilados de la Guerra Civil. La memoria histórica hacía acto de presencia.
Tres iconos con Galicia de fondo
Lorca es el eje sobre el que gira la obra de Gibson, pero que se extiende por otros autores, como Antonio Machado, y otros dos genios íntimamente vinculados al poeta granadino: Buñuel y Dalí. "Nunca se conocerá en toda su complejidad cómo fue aquella relación apasionante, pero poco a poco avanzamos", asegura el historiador, "Se trataba de tres genios españoles que se conocieron en uno de los ámbitos culturales más avanzados de la Europa de su momento. Haber podido convivir con ellos a lo largo de tantos años, y conocer a muchos de sus amigos, ha sido un privilegio enorme".
Galicia tiene su propio espacio en este viaje de Gibson por territorio español. Siempre que regresa lo hace "con la sensación de volver a casa", tanto por ese "vínculo celta" que existe con Irlanda, como por dos ‘lorquistas’ de la tierra como José Landeira Yrago y Xosé Luis Franco Grande. "Sin ellos mi investigación sobre Lorca y Galicia habría sido mucho más pobre. Y sin ellos no habría conocido, en Vigo, a César Torres Martínez, gobernador civil de Granada justo antes de la guerra y que se salvó de chiripa del paredón. Su testimonio, publicado en mi libro sobre el asesinato del poeta, es un documento clave. Volver ahora a Galicia me llena de satisfacción. ¡A lo mejor me quedo!".
Para más detalle, preguntado por lo que le llama la atención de Galicia en el ámbito cultural, se confiesa "fascinado" por Valle-Inclán, reconoce volver "con frecuencia" a Rosalía de Castro y confirma en el tren que le traslada desde Madrid lleva el último poemario de Franco Grande, "que me conmueve", Libro das abandonadas".
Romero define a Gibson como "metódico, obsesivo, riguroso, certero, infatigable y apasionado", y su amistad es una de las cosas que se lleva de este trabajo en lo personal; que el entusiasmo por lo que te apasiona no tiene por qué desaparecer cuando nos hacemos mayores, como lección de vida; y, en lo profesional, el conocimiento de cómo se hace una película, superar las puertas cerradas y ver la buena voluntad de los que intentan ayudarte, un trabajo que, asegura, hubiese sido imposible sin la labor de Xacio Baño, montador del documental, "un segundo director", y el productor Xavi Font.
Este filme, con mucho acento gallego, se podrá ver hoy y mañana en el cine Salesianos de Vigo, y seguirá su camino en Nigrán y Cangas para dar paso a su estreno a nivel nacional en la Cineteca de Madrid el 4 de octubre.