Fernando González, Gonzo, regresó este domingo por la noche a las pantallas de televisión con Salvados, y lo hizo para narrar una historia en primera persona; su experiencia, amplificada en más testimonios, de lo que vivieron varias generaciones de alumnos en el colegio de los Jesuitas en Vigo.
Testimonios ubicados en Vigo, pero extrapolables a una manera de entender la educación a la que España estuvo condenada durante décadas: abusos físicos, abusos sexuales y el silencio para esconder o no querer dar importancia a lo que ocurría dentro de las aulas y de los despachos.
Dos ex alumnos, compañeros de Gonzo de clase, desgranaron aquel curso que focalizó el discurso en primera persona del periodista vigués, previo paso por la casa de sus padres. "¿Me volveríais a mandar a el colegio si lo hubieseis sabido?", preguntaba Gonzo a sus padres. "Sí", contestaron, afirmando el desconocimiento de todo aquello que ocurría.
Fotos en falda corta y "violencia con marca registrada"
En una cafetería enfrente del Apóstol Santiago, en la calle Sanjurjo Badía, es el escenario del reencuentro. La excompañera del presentador recordaba cómo uno de los profesores guardaba tampones, compresas y medias para las alumnas que lo necesitasen, además de ofrecer sesiones de fotos. A ella, con 14 años y la idea de poder ser modelo, se las hizo en falda corta y medias, con poses que él mismo les mandaba poner, en vez de recordarles que allí estaban para estudiar.
Enfrente de ella, otro excompañero de curso de Gonzo, que repasa la violencia física con la que se trataba en algunos casos a los alumnos por parte de otros profesores: "Cada uno tenía una forma de ejercer la violencia particular. Era como su marca registrada", explica para enumerar capones con un anillo, bofetadas que tiraban del pupitre y tirones de patilla que levantaban de la silla.
El enfermero
Con su exprofesora, Didi, Gonzo saca a la luz la historia del enfermero del colegio, que deja entrever en las conversaciones iniciales con sus padres y sus antiguos compañeros de clase. La imagen de un alumno que regresa al aula tras pasar por la enfermería tras sufrir un abuso sexual y que se queda grabada en la mente de la profesora y de todos sus compañeros en 6º de EGB. "Lloré tanto", reconoce la profesora.
"Fue víctima ante 42 compañeros de clase, todos supimos lo que había pasado, no pudo sacarse esa etiqueta; siempre fue ‘el chaval de la paja del enfermero’", recuerda Gonzo, que no fue consciente de que se trataba de un "abuso sexual" hasta mucho tiempo después, ya que siempre fue tratado como "un tema de risas entre niños". La comunicación por parte de la profesora a un superior terminó con el silencio sepulcral; "esto no puede salir de aquí", fueron las palabras que se trasladaron a los alumnos y testigos por parte del superior.
"No entiendes la sexualidad a esas edades"
De una generación anterior es la historia de Fernando, víctima de los abusos y encargado de sacar a la luz el nombre del colegio vigués en las páginas de El País, el medio en el que el propio Gonzo encontró al centro de los Jesuitas de Vigo en una lista de lugares donde habían ocurrido abusos sexuales por parte de curas.
A la hora de confesarse, a algunos alumnos se les metía en "la oficina del cura", donde se convertía en "la persona más dulce del mundo" y se presentaba "como representante de Dios", relata. "Sentías como si estuvieras hablando con Dios. Era amor, era cariño. No entiendes la sexualidad a los 6, 7, 8 o 9 años", explica ante el estupor del presentador.
El propio Gonzo recuerda también el trato humillante que ejercía uno de los profesores, con vejaciones relativas al físico de los alumnos. "A mí me llamaba gordo", recuerda el periodista. "Elefante, vete de clase", le decía, unas palabras que todavía resuenan en su cabeza y que le llevan a pensar en aquel profesor cuando algo le "sale mal".
El colegio, que aceptó participar en el programa, estuvo representado por el que fue director en el momento de salir estos casos a la luz, también antiguo compañero de curso de Gonzo, que relata cómo afrontaron aquel momento, y un representante de la Compañía de Jesús, que lamentó el "silencio" aunque resaltó que no conocieron esos abusos hasta años después, cuando se llevó a cabo una investigación interna dentro de la propia orden y que las acusaciones eran ciertas.