El 20 de agosto de 1982 se estrenaba la tercera etapa de Un, dos, tres… en Televisión Española. En el plató del histórico programa de Chicho Ibáñez Serrador sonaba música de muñeira al tiempo que entraba, empujando una réplica de un barco, una mujer vestida con el traje tradicional gallego. Era Beatriz Carbajal, actriz madrileña, que representaba a una mujer gallega, de campo, con el consabido acento, exagerado y paródico que se supone que le correspondía.

Aquella era la imagen del gallego, como idioma y como acento, que se tenía en el resto del país, vinculado al rural, al ropaje de otra época y al cantar excesivo en todas y cada una de las palabras que se decían, con vocales exageradamente abiertas. Comenzaba la década de los 80, daba sus primeros pasos la democracia y se iba dejando atrás el Franquismo que había sometido al país durante 40 años.

Beatriz Carvajal

El caso de Beatriz Carvajal es simbólico porque fue el ejemplo de cómo se representó a los gallegos y gallegas en televisión y cine durante décadas; normalmente, se elegía un actor no nacido en Galicia y que forzaba el acento, buscando más la hipérbole y la comicidad que el sonido real, además de optar por ese cantar que para los de fuera es el de aquí, sin entrar en matices de norte, sur, este, oeste, interior, costa o singularidades regionales.

La actriz madrileña recibió muchas críticas desde Galicia por lo que, entendían muchos, perpetuaba el rol y la imagen de la mujer gallega. Quejas políticas, desplantes públicos y artículos de opinión que pedían que ese personaje se eliminase del programa de gran audiencia en la televisión nacional; la única, en aquella época, junto con La 2.

El personaje finalmente desapareció, pero Beatriz Carvajal volvió a "hacer de gallega" en una serie de gran éxito, ya en los años 90: Lleno, por favor. En esta producción de Antena 3 del año 93, escrita y dirigida por Vicente Escrivá, interpretó a doña Filo, la mujer de Alfredo Landa y madre de Lydia Bosch.

En una entrevista que concedió a La Voz de Galicia en 2011, la propia Carvajal reconoció haber tenido "problemas en su momento", aunque reivindicaba que lo hacía "con mucho cariño y respeto" y que en boca de aquel personaje "tierno" ponía "las cosas más inteligentes de mi show", además de reconocerse como una gran amante de Galicia, un sitio "muy querido" por su padre.

En pleno post franquismo, el gallego era el idioma vinculado al rural y al pueblo, normalmente parodiado en la televisión nacional, no sólo por la propia Carvajal, sino por otros cómicos que veían en ese acento un colaborador perfecto para darle un aire determinado a su personaje; cándido, inocente e, incluso, pueblerino.

Las tres pioneras

El gallego como idioma tiene un punto de inflexión en el mundo del cine: en 1989 se estrena Sempre Xonxa, de Chano Piñeiro, protagonizada por Uxía Blanco, y que fue el primer largometraje rodado en gallego; ese mismo año, se estrena además Urxa, de Carlos Piñeiro y Alfredo García Pinal, y en 1990, Continental, de Xavier Villaverde, ambas también en lengua gallega. Este trío de trabajos audiovisuales ponen una pica en el cine a nivel nacional y supuso el primer paso para una fractura con la imagen del idioma gallego.

Recientemente, otra película ha logrado otro hito; O corno, de Jaione Camborda, directora vasca pero afincada en Galicia, se convirtió en la primera película en gallego en ganar la Concha de Oro del Festival de San Sebastián y Camborda, la primera directora española en lograrlo. También había sido la primera película en gallego en optar a este premio.

Pero resulta curioso que en muchos casos, los personajes gallegos de las series y películas no han sido interpretados por actores o actrices de la tierra, sino de otras partes del país que han tenido que forzar, imitar o tratar de reproducir el acento de aquí. Es decir, al trabajo actoral se ha sumado el de replicar la entonación propia de Galicia. Varios son los nombres de actores no gallegos que han sido elegidos para interpretar papeles de oriundos de la tierra.

Javier Bardem

Sin duda es el que más réditos le ha sacado a interpretar a un gallego, y también uno de los que más reconocimientos ha obtenido por el resultado final. En dos ocasiones, Javier Bardem, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, pero madrileño de adopción, ha sido el elegido para interpretar a un gallego.

Primero, Fernando León de Aranoa para Los lunes al sol en 2002, donde interpreta a Santa, un trabajador de un astillero que se ve en el paro cuando cierra su empresa. En la película, rodada en gran parte en Vigo, su personaje tiene cierto soniquete gallego, que convenció a muchos, pero que también otros sentenciaron que "se había inventado un acento nuevo".

Dos años después, en 2004, se estrenó Mar adentro, de Alejandro Amenábar, en la que Bardem interpretaba a Ramón Sampedro, que tras 30 años postrado en una cama se suicidó con la ayuda de varias personas, abriendo el debate de la eutanasia en España. Nacido en Porto do Son y fallecido en Boiro, de nuevo el actor se enfrentaba al acento gallego, pero en este caso del norte.

Según él mismo revelaba en una entrevista concedida a Fotogramas, le ayudó Federico Pérez, actor que aparece en la película conduciendo la ambulancia. "Trabajábamos muchísimo cada día. Me ha ayudado mucho, ha sido riguroso, no me perdonaba ni una. Estoy muy contento del resultado", confesaba.

Lo cierto es que ambos papeles le valieron sendos premios Goya y el de Ramón Sampedro, también una Copa Volpi en el Festival de Venecia.

Inma Cuesta y ‘El desorden que dejas’

La serie de Netflix El desorden que dejas se rodó en Celanova, en Ourense, donde se desarrolla la historia. Al margen de Tamar Novas, los principales actores del reparto no eran gallegos. Eso sí, a excepción de Bárbara Lennie, todos optaron por dotar a sus personajes de acento gallego.

La actriz Inma Cuesta, nacida en Jaén, ha reconocido en varias entrevistas el respeto inicial a lo que suponía un reto, pero que le ayudaron el resto de los gallegos de la producción, en especial el propio Tamar Novas, además de contar con un coach. De hecho, aprovechaba cuando cogía taxis para practicar el acento si no la reconocían, y le llegaron a preguntar si tenía "familia gallega".

Arón Piper, nacido en Berlín, pero que vivió en Barcelona, Avilés y Madrid, también reconoció que el director de la serie y autor de la novela, Carlos Montero, oriundo de Celanova, les dio carta blanca a los actores para que hiciesen con lo que se sintiesen más cómodos. Piper apostó por hacerlo y aseguró que había sido "un gran acierto".

Álex González

El caso del actor madrileño es bastante revelador de cómo funcionan las series de ficción y películas en el caso de tener que actuar con acento, gallego o cualquier otro, como parte del personaje. Álex González ha trabajado en dos series ambientadas en Galicia; en una, Vivir sin permiso, todo el reparto actúa con acento neutro; en cambio, en Operación Marea Negra, con un casting muy gallego, se aventuró con el acento.

En el primer caso, la serie de Mediaset basada en un relato de Manuel Rivas y que cuenta la historia del narco Nemo Bandeira, interpretado por José Coronado, y ambientada en Galicia, se optó por el acento neutro, algo muy habitual en la ficción española. Su creador, Aitor Gabilondo, ha reconocido que fue su decisión, apoyada en que Manuel Rivas le dijo que "un gallego nace en cualquier sitio". De hecho, aunque varios actores del reparto, entre ellos Coronado, le ofrecieron poner "cierto acento gallego", la decisión final fue la de no hacerlo.

Un caso similar es el de la película El lápiz del carpintero, basada en la novela homónima también de Manuel Rivas. En ella, María Adánez, protagonista, utiliza un acento totalmente neutro, mientras que Manquiña o Carlos Blanco, también en el reparto, usan su acento gallego natural. Un contraste que en 2003 no llamó demasiado la atención.

En cambio, en la producción de Amazon Prime, basada en la historia del narcosubmarino de Aldán, Álex González sí que reproduce el acento gallego para el personaje de Nano, protagonista de la serie. El propio actor confesó que, tras meses practicando, estuvo apunto de echarse atrás; incluso el director de la serie, Daniel Calparsoro, le dijo que reescribiría el personaje y que haría que su personaje fuese "hijo de un madrileño", para que pudiese hablar con su propio acento.

Finalmente, se "lanzó" y lo asumió como un "reto interpretativo". Una de las principales razones era que le parecía una falta de respeto al resto del reparto, casi todo gallego. Como él mismo reconoce, habló gallego "dentro y fuera del rodaje".

Enric Auquer

Nacido en Rupiá, en la provincia de Gerona, el de Enric Auquer es otro caso de éxito. Su interpretación de hijo de un narco gallego en Quien a hierro mata, protagonizada por Luis Tosar, le valió a Auquer para ganar el Goya a mejor actor revelación en 2020.

En una entrevista publicada por La Voz de Galicia, el actor catalán reconocía no conocer Galicia antes del rodaje de la película y aseguraba que el hecho de pensar en cuántos actores gallegos podrían haber interpretado su papel, le hacía responsabilizarse en que no se notase que no era gallego. "Cuando ahora vuelvo a Galicia nadie está enfadado por cómo lo he hecho", celebraba, además de confesar que se la había "colado a todo el mundo un poco con el acento" cuando había estado aquí.

En su caso, además de estar en Galicia viviendo durante una semana y en contacto con gente de la tierra, se apoyó en la lingüista Rosa Moledo, uno de los nombres que aparecen relacionados con aquellos actores que tienen que interpretar el acento gallego.

Belén Cuesta

Pero fuera de los papeles de ficción con tintes dramáticos, en la comedia también hay intérpretes no gallegos que se han atrevido con el acento. Uno de los más recordados es el de la actriz andaluza Belén Cuesta en 8 apellidos catalanes. Su papel de Judit se revela, al final, como el de una gallega, después de fingir ser catalana para conquistar a Pau, interpretado por Berto Romero.

Lo hace en una conversación con Dani Rovira,se arranca con un "eu tampoco quero que casen". Resulta que su personaje es de Cangas do Morrazo, e incluso utiliza gheada. La sevillana reconoció que su ex pareja, Tamar Novas, le había ayudado con el acento y que lo hizo "con muchísimo respeto". Lo que más le costó, aseguraba, fueron precisamente la gheda y el unha; lo que más le preocupaba, que "sonara como parodia", aunque matizaba que tuvo que forzar "un poquito" los acentos para que se notase el contraste entre el gallego y el catalán.