No se trata de una escuela de arte, ni de música, ni tampoco de teatro. La Escuela de Arte Caliveras es un espacio con una singular idiosincrasia que aglutina toda esta diversidad artística ―y más― bajo un mismo techo, el del Teatro Auditorio Valle Inclán en Vilanova de Arousa. Nacieron en 2019, apenas unos meses antes de la llegada de la pandemia, con el objetivo de acercar a la gente la oportunidad de formarse y emprender un viaje artístico sin importar la capacidad, el nivel o la edad de cada uno en el momento de comenzar.
El alma máter de este proyecto es el vilanovés Nolo Chazo, actual director de la escuela y profesor en las asignaturas de Batería, Batucada y Combo (una introducción profesionalizada a la industria musical). Chazo es músico de formación y profesión, con casi dos décadas de experiencia a sus espaldas tanto en directo como en estudio. En lo formativo, el vilanovés también atesora un importante bagaje, ya que ha sido docente en una de las escuelas más punteras de Galicia: A Casa do Rock, en Santiago de Compostela.
En cuanto a la apertura de Caliveras, Chazo nos confiesa que "foi unha apertura súper rápida", pero que la idea de abrir un centro con esas características ya se encontraba entre sus planes desde hacía tiempo: "tiña na mente abrir unha escola que non se ceñira solamente a música, ou solamente a pintura, senon unha escola que tocase varios paus", explica. "A principal finalidade desto é facer unha canteira de artistas en Vilanova".
En materia: una panorámica al sector cultural y artístico
Al equipo docente de Caliveras se fueron sumando perfiles con una amplia experiencia en sus campos particulares, como es el caso de Elena Reigosa, la mano derecha de Chazo en esta aventura artística. Reigosa compagina su trabajo profesional en diferentes sectores de la industria audiovisual (BBC, eventos musicales o fotografía de producto) con su rol como subdirectora del centro y profesora en la materia de fotografía.
En la escuela cuentan a día de hoy con unas nueve asignaturas fijas, cada una de ellas con su propio profesional al frente, que tal y como precisa Nolo Chazo, son "artistas que ensinan a súa maneira de facer as cousas". En este sentido, el equipo lo completan Alba Troiteiro (artes plásticas), Andrea Rey (ioga intuitivo), Elena Saldaña (pilates), Lara González (danzas urbanas), Thais Suki (canto) y Rocío González (artes escénicas). Un amplio abanico de materias que mantienen siempre abierto, sobre todo a la hora de añadir nuevas disciplinas, según nos explica Reigosa: "buscamos seguido introducir cousas novas e mellorar".
De hecho, para completar estas enseñanzas disponen de una serie de "actividades complementarias" al curso, para las que no es necesario estar matriculado."Na escola non nos cerramos a tema de idades, esto está orientado a todo o mundo. Esta diversidad tamén nos fai chegar a todos os públicos", afirman. "Para saber o que lle mola a xente e para poder ter unha oferta boa e de calidade, primeiro temos que tocar un millón de paus para dar cos cen que poden encaixar", añade Chazo.
Gracias al carácter disruptivo y renovado de Caliveras, esta serie de clases magistrales permiten al centro cubrir un hueco artístico inexistente en prácticamente todo el contorno, y desmarcarse de ese modo de la oferta "habitual". De cara a esta nueva apertura, Chazo nos aclara que tienen preparados una serie de talleres como el "curso de DJ de producción de música electrónica, que imos extender durante un mes" o "un obradoiro de marroquinería da mesma duración". A estas actividades prolongadas se sumarán otras puntuales como por ejemplo danza con hula-hoop, un workshop de meditación o maquillaje, entre otras.
Con el freno puesto en pleno despegue
No llevaban ni medio año de trabajo cuando la pandemia obligó a echar el cierre a la Escuela de Arte Caliveras. Durante el parón, desde el centro intentaron mantenerse activos y ofrecer, dentro de sus posibilidades, clases online de ciertas materias, aunque su director nos asegura que "foi bastante complicado". El bajón de alumnos se notó, e incluso hubo clases que no pudieron impartir por razones evidentes, pero para ellos "era unha maneira de non estancarnos e darlles aos alumnos a oportunidade de seguir facendo algo parecido ao que facíamos presencialmente". Según Elena Reigosa, estar presentes en el ámbito online era una forma de que "a volta fose máis fácil e non ter que empezar outra vez de cero".
Este mes de mayo han podido retomar la actividad y regresan "con la sensación de que este ano se apreciou un pouquiño máis ao sector cultural e todo o que este conleva, aínda que seguimos coa soga ao cuello", puntualiza Chazo. El espacio continúa sumando nuevas altas poco a poco, también entre el público adulto, que aún se mantiene "bastante reacio". Otro de los objetivos de Caliveras pasa por ayudar a poner fin a las autolimitaciones de muchos en temas de tiempo y edad. "Moita xente ten o prejuicio de que todo ten unha idade, de que xa é tarde (…) en boa medida, a cuarentena axudou a moitos a darse conta de que é necesario ter unha vía de escape", agrega Reigosa.
En Caliveras defienden un método de enseñanza inclusivo y diversificado, con grupos reducidos, y disciplinas para todos los niveles y edades, desde los más pequeños a la tercera edad. Esta "casa dos artistas" en Vilanova de Arousa es el vivo ejemplo de que en el arte caben todos. Y en esta línea, Nolo Chazo lanza una pregunta al aire para ayudar a deconstruir ideas impuestas: "¿Por qué ti con 67 anos, a alumna máis maior que tiven eu, non podes tocar a batería?". La realidad, y desde la Escuela de Arte Caliveras ya lo han demostrado, es que nunca es ni muy tarde ni muy temprano para despertar una nueva o vieja pasión.