Cada Miércoles de Ceniza, Galicia da por terminado su Entroido con la quema del Meco. La figura, que satiriza cada año a un político o un tema de actualidad, protagoniza el fin de las celebraciones en ciudades como Vigo o Santiago, aunque en muchos otros concellos también se lleva a cabo esta quema como colofón final del carnaval.
Este año, el gran protagonista del Entroido ha sido, cómo no, el coronavirus, al que muchos ayuntamientos gallegos han dedicado sus mecos. Así, Vigo ha tenido como protagonista al Covid-19 y a los sanitarios, un virus que también coronó al Meco santiagués, que además conserva la figura tradicional del cerdo como centro de las burlas.
Con la figura del Meco, se busca denunciar una situación que perturba a la localidad, creándose una burla visual en la que focalizar las críticas durante toda una semana. Tradicionalmente, se convertía a un político o un miembro de la Iglesia en "cerdo" que pecase de ser un holgazán, un goloso o un borracho y su figura abriría y cerraría las celebraciones.
Actualmente, aunque la tradición ha ido cambiando y ha dado lugar a cientos de interpretaciones diferentes, todos los mecos beben de la misma leyenda popular. La historia de Juan de la Meca, un cura de O Grove conocido por su despotismo, inspiró la tradición más extendida del entroido gallego.
La historia de O Meco
El Padre Sarmiento fue uno de los que recogió la historia de Juan de la Meca, el sacerdote grovense que inspiraría la tradición más satírica del carnaval y que a día de hoy ha dado pie a muchas polémicas. O señor feudal ou quen matou ao meco, obra teatral de Francisco Franco Calvete, contó también a principios del siglo pasado quién era esta particular figura conocida en toda la comarca de O Salnés.
A pesar de que, como toda leyenda popular, tiene muchas vertientes, todas las historias coinciden en un punto: Juan de la Meca era un cura libertino y déspota que acabó colgado de una higuera de O Grove como venganza por sus excesos. El odio que genera entre sus vecinos radica en que, como señor feudal, abusa del derecho de pernada, que le permitía mantener relaciones sexuales con las esposas de sus vasallos en la noche de bodas.
Su carácter, altivo y arrogante según muchos de los escritos, hizo que acabase agraviando a un joven muy querido en el pueblo, contra el que perdió una partida de cartas. Al verse humillado, el noble le espetó "alégrate hoy, que ya me alegraré yo mañana con tu amada", tras lo que el joven enamorado sufrió un ataque de locura y asesinó a Juan de la Meca.
En otras versiones, como la del propio Padre Sarmiento en su Viaje a Galicia, se cuenta que fue un grupo de mujeres las que decidieron acabar con el cura. Fuera como fuese, el Meco amaneció colgado de una higuera en el monte Siradella, el punto más alto del municipio, un Martes de Entroido.
Todas las historias coinciden en que, en el momento de hacerse justicia, se preguntó al pueblo quién había matado al Meco y respondieron al unísono "¡Al Meco lo matamos todos!", porque aquella muerte significaba que O Grove sería por fin libre. Además, y como no podía ser de otro modo, la conocida como Figueira do Meco se sitúa a la entrada del pueblo, en un lugar que servía como advertencia para los siguientes señores, que no debían repetir los pecados del religioso si no querían acabar como él.
A raíz de esta historia, en la que jamás se declaró un culpable por el asesinato del sacerdote pecador, se satiriza cada año a un personaje público o una situación que termina quemándose el Miércoles de Ceniza. De este modo, además, se simboliza el final de las fuertes restricciones que imponía la Iglesia en época de Cuaresma, por lo que la quema del Meco era, y sigue siendo, la gran fiesta que acaba con el entroido gallego.