En la localidad de Ribadumia se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos de mayor envergadura e importancia de toda la comarca do Salnés y del valle del Umia: el Monte do Castro, situado a unos 110 metros de altitud entre las parroquias de Leiro y Besomaño. Este conjunto arqueológico representa un poblado fortificado de la Edad de Hierro que, según estimaciones aproximadas, habría sido objeto de ocupación y reocupación densa desde el siglo IV a.C hasta el siglo I d. C.
Desde el año 2010 se han ido realizando en el lugar numerosas intervenciones, consistentes en su mayoría en excavaciones y reconstrucciones de viviendas que han entrañado una determinante puesta en valor del entorno, logrando convertir el yacimiento ribadumiense en un auténtico referente para la historia de la comarca. De hecho, tan sólo un año después de comenzar estas labores se descubrieron más de una docena de cabañas, incluyendo una enorme casa-patio, así como una muralla y miles de piezas de sumo valor histórico. Todos estos vestigios sirvieron para fijar un período estimado de ocupación, que habría encontrado su final a causa de los fuegos intencionados y el posterior abandono de la zona.
Historia y materiales encontrados
El yacimiento arqueológico de los castros de Leiro y Besomaño están considerados un bien cultural y un reflejo del buen aprovechamiento del monte, así como de la extracción de piedras ya que todavía se conservan un rastro de las antiguas canteras ubicadas en este montículo con un amplio dominio del tramo final del valle del río Umia. Se estima que dicha actividad podría haber estado presente desde los orígenes del poblado hasta bien entrado el siglo XX.
El yacimiento de Ribadumia presenta una forma elíptica alargada y de carácter irregular. Si hablamos de dimensiones, el castro presenta una magnitud media en el contexto de las poblaciones características de la Edad del Hierro, aunque se trata de uno de los de mayor envergadura de esta región sur de Galicia. De hecho, entre los vestigios más importantes encontrados durante las excavaciones cabe señalar la estructura que representa una gran casa-patio de estilo muy similar a las documentadas en castros como el de San Cibrán de Lás, en la provincia de Ourense, e incluso otros al sur de Galicia y Norte de Portugal.
En cuanto a los materiales recopilados del yacimiento de Ribadumia, cabe destacar que se han recogido cerca de 140.000 piezas. Por poner un par de ejemplo, tan sólo en la fase II de trabajos se llegaron a documentar 21.396 piezas, divididas en: 20.600 eran piezas de cerámica, de las cuales 54 de importaciones púnicas; 310 bronces, destacando un alto número de fíbelas; 243 líticos, molinos en su mayoría; así como 130 elementos de hierro, 4 de plomo, 4 cuentas de collar y un vidrio.
Las fases de ocupación
Los trabajos en el entorno del Monte do Castro desvelaron una evidente evolución en el tiempo de la arquitectura y usos de las diferentes estructuras. De entrada, es importante señalar que las primeras construcciones estaban realizadas a base de materiales perecederos que más tarde habrían sido sustituidos por edificaciones de piedra. En el caso de las viviendas circulares del siglo II a.C, estas terminarían siendo reconvertidas en zonas de almacenaje que retomaron el uso de elementos caducos.
Con estos datos obtenido se ha podido establecer una secuencia cronológica del Monte do Castro, destacando en este caso tres importantes etapas. La primera fase se habría iniciado en el siglo IV o V a.C y estaría marcada por la aparición de varios agujeros de postes y fosas, entre los que se se definen al menos dos cabañas de planta circular y varias fosas de almacenaje. Por otra parte, la fase 2 se identifica por la implantación de un elevado número de cabañas de piedra adosadas las unas a las otras. En este período comprendido en el siglo II a.C. se habría construido asimismo la muralla documentada en la zona norte del emplazamiento.
Por último, la fase 3 de esta cronología, ubicada ya entre los siglos I a.C y I d.C, abarcaría el momento de instauración de la casa-patio en la zona sur del aterrazamiento así como la creación de diferentes estructuras de almacenaje ―que acabarían sustituyendo a las cabañas previas― y un pequeño taller metalúrgico. Todo ello quedaría reducido a cenizas tras la aparición de varios fuegos intencionados que darían lugar al consiguiente abandono de la zona.