En la actualidad, Galicia tan solo conserva unos cinco molinos de mareas en todo su territorio, dos de ellos ubicados en la comarca pontevedresa do Salnés. Estas construcciones típicas aprovechaban la energía de las mareas como fuerza motriz, es decir, cada vez que el agua subía llenaba la cuenca de reserva del molino y esta quedaba retenida durante su descenso. En el momento de bajamar, las válvulas que regulaban la salida del agua retenida se abrían permitiendo que la misma vertiese hacia el mar, impulsando de ese modo la rotación de la rueda del molino.
En la comunidad gallega existen fundamentalmente dos tipos de molinos hidráulicos: los molinos de rodicio, de rueda horizontal, mucho más comúnes y presentes en la mayoría de las cuencas de los ríos gallegos; y las aceas, que poseen una gran rueda hidráulica con palas en vertical y se mueven por la acción del agua en movimiento. La palabra "acea", o "aceña", proviene del vocablo árabe "acéniya" y describe a un tipo de molino harinero situado en la corriente de un río, y por lo general, también muy próximo al mar. En Galicia encontramos aceas en el río Miño ―en municipios como O Rosal, Ourense o Lugo, entre otros―, pero también a lo largo y ancho de las rías.
Los molinos de mareas en Galicia
Dada la singularidad de estas construcciones intermareales, apenas se conservan aceas de marea en la región. Por lo regular, los molinos de marea se componían de dos plantas: en la inferior podíamos encontrar la rueda de palas y los espacios que permitían circular el agua, mientras que en la planta superior se ubicaban las piedras de moler y otros mecanismos que permitían funcionar el molino. La mayoría de molinos de mareas de Galicia son de grandes dimensiones, con varias ruedas y molinos en su interior.
De estos conjuntos etnográficos conservados a día de hoy, varios de ellos datan del siglo XVIII y XIX, aunque existe algún ejemplo más antiguo. El Muíño de Pozo do Cachón o de Bazarra en la ría de Muros e Noia; los molinos de Acea de Ama, en el interior de la ría de A Coruña; el molino de las Aceñas del Ponto de Narón; el de A Senra en Ortigueira o el de mareas de Machón en Catoira, son los más conocidos y mejor conservados de toda Galicia.
Molino de A Seca (Cambados)
El molino de mareas de A Seca se localiza en la parroquia cambadesa de Corbillón, entre los límites territoriales de Tragove y Fefiñáns. La obra fue encargada por Don Gonzalo de Valladares, I Vizconde de Fefiñáns, a un maestro de cantería y artillero coruñés llamado Francisco Grie. La presa tiene unos 50 metros de largo, que situada sobre la ensenada, aprovechaba el flujo de las mareas para su correcto funcionamiento. De hecho, el nombre de "A Seca" se debe a la situación de la zona durante la bajamar ―cuando llegaba a moler unos 200 kilos de cereal―, pues el espacio interior quedaba totalmente desértico.
Antiguamente, el conjunto del molino de mareas de A Seca estaba formado por una presa de 5 compuertas, vivienda, cuadras y un cobertizo, así como el propio molino. Hace unos años se rehabilitó la construcción, conservando únicamente el molino, acondicionado en la actualidad como espacio museístico que trata de dar a conocer el legado popular y cultural de este enclave de las Rías Baixas. El Museo do Muíño de Mareas da Seca puede ser visitado mediante cita previa a través de la oficina de turismo de Cambados.
Molino de As Aceñas (Illa de Arousa)
Al oeste del municipio de A Illa de Arousa, más concretamente en la ensenada Brava y muy cerca de la playa de As Aceñas, se sitúa otro de los pocos ejemplos de molinos de agua de mar existentes en la comarca do Salnés. Hablamos del molino de mareas de As Aceñas, una imponente construcción en piedra visible también desde el Parque Natural de Carreirón. La estructura en cuestión estaba compuesta de tres ruedas, dos de ellas para la molienda del maíz y la restante para moler el trigo exclusivamente.