El Día del Libro se celebra cada 23 de abril con el objetivo de fomentar la importancia de la lectura, las industrias editoriales y la protección de la propiedad intelectual a través de los derechos de autor. Si bien sus orígenes se remontan a principios del siglo XX, no sería hasta el año 1995 que la conmemoración se haría oficial de la mano de la UNESCO, convirtiendo dicha fecha en una de las jornadas más simbólicas para la literatura mundial. De hecho, no se trata de un día elegido al azar, sino que la fecha en cuestión coincide con la muerte y nacimiento de importantes figuras literarias tales como Miguel de Cervantes, William Shakespeare o Vladimir Nabokov.
Más allá de la faceta puramente literaria, el Día del Libro sirve asimismo para devolver a la memoria colectiva a importantes personalidades de la historia relacionadas con el mundo de las letras. En el caso particular de Cambados, la Consellería de Cultura, decidió dedicar el Día del Libro 2023 a la figura de Filomena Granda Regueiro, maestra y educadora que protagonizó en el siglo XX ―junto con su marido y también profesor, Antonio Magariños Pastoriza― el primer intento de renovación educativa en esta histórica villa.
El gobierno local tiene previsto inaugurar este viernes, alrededor de las 12:00 horas, una placa en homenaje a Granda Regueira en la Praza de Francisco Asorey, en el mismo lugar que antaño ocupaba la vivienda donde se emplazaba la escuela unitaria de niñas entre 1902 y 1924. La agenda literaria de la jornada se completa con la conferencia "Libros nas escolas de Cambados entre 1900 e 1967", impartida por Antonio Magariños Compaired, nieto de ambos reconocidos maestros, en la Casa da Calzada a partir de las 20:00 horas.
Filomena Granda, una revolucionaria en la sombra
Al igual que ha sucedido con otras muchas mujeres de la historia, Filomena Granda Regueiro forma parte del relato sobre "cambadesas" olvidadas. Con el paso de los años, su figura y labor se fueron difuminando a la sombra de un homónimo masculino, Antonio Magariños Pastoriza, el que había sido su marido y también profesor de las escuelas unitarias de la localidad. Ambos maestros, titulados de las Escuelas Normales de Santiago y Lugo respectivamente, aterrizaron en Cambados en épocas similares, con tan sólo 18 años y tras superar las oposciones de acceso al magisterio. De hecho, desde la llegada de la dupla a este rincón del Salnés, tanto Granda como Magariños trataron de llevar a cabo numerosos proyectos para dignificar las escuelas unitarias de niños y niñas.
A pesar de contar con una formación semejante y carreras profesionales prácticamente idénticas, Filomena Granda no consiguió que sus planes y reformas educativas fueran atendidas de la misma forma que los de Antonio, quien logró mucho más pronto que su Escuela del Convento ―dirigida a niños― se convirtiese en un colegio graduado, concretamente en el año 1911. Además, a título individual, Magariños también consiguió entrar en los círculos políticos y sociales del momento y hacer que su figura y dedicación a la enseñanza fuesen reconocidas todavía en nuestro presente. Con todo, Filomena Granda Regueiro nunca dejó de luchar por mejorar las condiciones educativas de las niñas, poniendo de manifiesto ya en su época las distintas consideraciones de las escuelas en función de esta diferencia de género.
Lo cierto es que sobre todo en el ámbito educativo, la figura de la maestra era muy respetada y acreditada a nivel profesional incluso por inspectores del prestigio de Álvarez Limeses, Juan Novás o Mari Cruz Pérez. Quienes todavía la recuerdan mantienen en la memoria sus enfrentamientos con el poder local del emblemático Manuel Rovira Carreró, jefe municipal de Sanidad y propietario de la casa donde se encontraba la escuela y su residencia. El períodico Galicia Nueva se hizo eco del cruce de misivas entre ambos los días 22, 23, 26 y 29 de octubre de 1921, dando a conocer uno de los episodios que justificaron la reivindicación de Filomena Grana también en el Día Internacional de la Mujer. En 1924, esta maestra cambadesa murió de forma repentina con tan sólo 40 años. Desde entonces sus restos descansan en el cementerio de las Ruinas de Santa Mariña de Dozo, a los pies del Monte da Pastora.