La teoría más extendida sobre el origen del nombre de Pontevedra la conoce todo aquel que pase por la Boa Vila, pues su "pontem veteram" es de paso obligado: el puente romano del Burgo parece ser el que dio lugar al topónimo que utilizamos hoy.
Cuentan que fue el importante caudal del río Lérez, que desemboca imperceptiblemente en la Ría de Pontevedra, el que obligó a los romanos a construir este puente. Aunque el puente actual no es el mismo que el romano, sí está en el mismo sitio y presenta una estructura parecida, mejorada con el paso de los años.
Entorno a este puente dicen que creció la ciudad de Pontevedra, y por eso el nombre de la misma procede del latín pontem veteram: puente viejo.
La Vía Romana XIX
Para entender la necesidad de un puente hay que remontarse a la fundación de la propia ciudad, que nació en una de las calzadas romanas más importantes de Hispania. La Vía Romana XIX de la época de Augusto, que unía las ciudades de Bracara Augusta (Braga, Portugal) y Asturica Augusta (Astorga, León).
Esta calzada romana pasaba por varias ciudades que hoy conforman el Camino Portugués, continuando después hacia Astorga a través de Lugo. Entre estas ciudades se encontraba Pontevedra, que entonces no era más que una mansión romana llamada Turoqua. Las mansiones eran las posadas en las que los viajeros paraban a descansar durante sus recorridos por las vías romanas, por lo que muchas llegaron a formar núcleos de población que se desarrollaban en torno a estas edificaciones.
La teoría de Turoqua es relativamente reciente, desarrollada por el arqueólogo Peña Santos tras descubrir un miliario en el puente del Burgo en 1988. Hasta ese momento, se creyó que la mansión romana que daba nombre a Pontevedra era Ad Duos Pontes, situada en la Via XX Per Loca Maritima. Actualmente parece que se ha concluido que la Via XX no atravesaba Pontevedra, sino que partía de Caldas de Reis, por lo que la mansión Ad Duos Pontes no estaría cerca del Lérez.
Por ahora los expertos no han logrado ponerse de acuerdo, aunque la Xunta y el Concello y la Diputación de Pontevedra reconocen la mansión Turoqua. No obstante, sea cual fuere la vía que atravesaba la ciudad, el topónimo de Pontevedra sí parece tener un origen claro y proviene del puente que conformaba la misma para salvar el río Lérez. A raíz del crecimiento entorno a la mansión, la nueva villa adquiriría el nombre del Pontus Veteris, el puente más importante de la vía que comunicaba la ciudad con el resto del país.
La verde mar
Existe otra teoría, que únicamente ha defendido un lingüista, pero que es cuanto menos curiosa. Enrique Cabrejas Iñesta es un experto estudioso de la lengua que afirma haber descifrado la "escritura ibérica": la lengua de los íberos y los celtíberos. Ha escrito varios libros sobre el tema y está convencido de que este lenguaje es el origen de todas las lenguas de la península.
Así, el autor aplica su lógica lingüística y pronuncia una nueva (y radicalmente diferente) teoría para explicar el nombre de la ciudad: "en el nombre de Pontevedra no hay puente alguno", afirma en su estudio. Para este experto el topónimo de la ciudad provendría de la frase en íbero "el mar de verde", que hace alusión a las mareas de algas que se dan frecuentemente en el Lérez a su paso por la ciudad.
Cabrejas explica que pontem veteram es una "mala traducción" que los romanos hicieron del heleno cuando se asentaron en Gallaecia, y para explicarlo divide la palabra Pontevedra en tres núcleos que identifica con tres palabras íberas o celtas. Por tanto, para este autor el origen del nombre se explicaría de la siguiente manera: ΠΟΝ (PON) es la palabra íbera "mar"; ΤΕ (TE) es una conjunción que significa "de"; y ΒΕΔΡΑ (VEDRA) es la palabra helena "verde".