Enmarcada en el corazón de la comarca de Caldas, la localidad de Valga ofrece al visitante un enorme patrimonio natural, histórico y cultural por descubrir. Lo cierto es que el paisaje de este municipio del norte pontevedrés se encuentra configurado por la presencia de varios ríos y riachuelos que se extiende a lo largo y ancho de todo el territorio, entre ellos el Ulla, el Louro y el propio Valga. También las zonas verdes y boscosas forman parte de las vistas generales de este núcleo rural enclavado entre dos grandes sistemas montañosos, el Monte Xiabre y el Monte Xesteiras. Sin embargo, más allá de este par de grandes cimas, el municipio valgués alberga un rincón repleto de encanto e historia en uno de sus cerros menos conocidos y elevados: el mirador de Beiro y su particular molino de doble aspa.
En la ladera norte do Outeiro do Home, las tierras altas del Monte Beiro se sitúan a apenas unos 140 metros sobre el nivel del mar, en una ubicación estratégica que permite a sus visitantes disfrutar de una amplia panorámica de la desembocadura del río Ulla, una buena parte de la ría de Arousa y la península do Barbanza así como los montes de Oleirón, Meda y Xesteiras. Pero más allá de las espectaculares vistas que se obtienen desde esta colina, la silueta de un antiguo molino de viento restaurado sorprende en mitad de una extensa zona de pinares y merenderos. Se trata de una curiosa construcción de doble aspa que pone de manifiesto el aprovechamiento tradicional de las energías renovables y muestra la importancia de un oficio antiguo que ha sido tan importante durante siglos para la localidad de Valga.
Una ruta etnográfica por el Monte Beiro
Uno de los grandes balcones naturales de Valga se esconde en la cima del Monte Beiro. A pesar de su escasa altitud, su orientación al noroeste permite disfrutar de una espectacular panorámica sobre todo el valle del Ulla y su desembocadura. Además, los alrededores de este mirador forman parte del Ecomuseo de Valga, un proyecto dinámico constituido por una red de lugares que gozan de gran interés natural y que tienen el agua como eje común y vertebrador. Este espacio museístico al aire libre se encuentra integrado por rincones tan especiales como la playa fluvial de Vilarello, las Fervenzas de Parafita y Raxoi, la antigua mina de Mercedes (hoy convertida en laguna) así como también el propio Monte Beiro.
Lo cierto es que el molino de viento restaurado de Beiro es uno de los elementos que más miradas atrae hasta este mirador de Valga. Cabe destacar que esta antigua construcción eólica fue restaurada en el año 1993 por Porto Piñeiro, la Escuela-Taller de Valga. La estructura original fue erigida a principios del siglo XIX, habiendo sido testigo de una época en la que la energía eólica tuvo una gran importancia para la economía local del municipio. Por otra parte, y más allá de este singular elemento de la arquitectura popular, el entorno del mirador del Monte Beiro también se encuentra acondicionado con algunas pistas deportivas, pequeños senderos, un parque infantil e incluso varias áreas de descanso.
Otros molinos de viento de las Rías Baixas
El molino de viento de Beiro no es el único ejemplo que existe en el norte de la provincia de Pontevedra, sino que muy cerca del mirador de Valga se localizan otras interesantes construcciones como las de Abalo en Catoira, cuyo conjunto etnográfico supone un caso único en toda Europa. Los molinos de viento en cuestión se encuentran situados a escasos metros de la laguna de Pedras Miúdas y su particularidad recae en el sistema de doble aspa que presentan, muy poco frecuente en Galicia y prácticamente único en el resto del continente. Además, desde este rincón en Catoira también se obtiene una de las mejores panorámicas de las Rías Baixas, con el estuario del Ulla, el valle del Salnés y la ría de Arousa como telón de fondo.
Estos molinos de viento hunden sus raíces entre finales del siglo XIX y principios del XX, convertidos a día de hoy uno de los elementos patrimoniales de mayor valor histórico y etnográfico de la zona. Esta modalidad tan poco habitual en el territorio gallego debe su singularidad a su morfología de su estructura y el sistema doble, utilizado para aprovechar la fuerza del viento sin importar la dirección del mismo. En la actualidad, algunos de estos molinos de planta circular y torre fija han sido rehabilitados, mientras otros tantos permanecen totalmente abandonados y mantienen el encanto de sus ruinas. En la zona también se han habilitado varios bancos con vistas que permiten a los excursionistas descansar en esta cima tras una completa jornada entre naturaleza e historia.