En el sur de Galicia, en una de las zonas periféricas de las Terras de Pontevedra se enmarca la pequeña localidad de Cerdedo-Cotobade, cuya riqueza paisajística y patrimonial lo convierten en uno de los mejores destinos para aquellos viajeros que buscan disfrutar de la tranquilidad y naturaleza a partes iguales. De hecho, este municipio pontevedrés cuenta con un extenso legado histórico y arquitectónico, pues se trata de un antiguo territorio de canteros así como también de un importante punto de referencia arqueológica en el presente. Además, entre los aspectos más curiosos de Cerdedo-Cotobade destaca que este rincón del rural gallego está considerado el lugar con la mayor concentración de hórreos de España.
Pero más allá de los atractivos ya mencionados, lo que muy poca gente sabe sobre este destino gallego es que entre sus límites se esconde un singular memorial dedicado a los represariados gallegos durante el período más oscuro del franquismo. Este simbólico paraíso de piedra recibe el nombre de Campo das Laudas y fue instalado en el 2016 por el colectivo Capitán Gosende (el cual viene de recibir el Premio Galiza Mártir 2023), en un prado situado en el lugar de Fontedorraca, tierra de As Raposeiras (Meilide-Cerdedo). Sobre estas lápidas talladas a mano se esculpen los nombres y apellidos de aquellos vecinos que dieron la vida por sus ideales republicanos, la democracia y la libertad.
Piedra a piedra por la memoria histórica
El Campo das Laudas de Cerdedo-Cotobade conforma un auténtico santuario a la memoria. Un testimonio pétreo que emerge de la tierra y que trasciende al tiempo para recordar a aquellos que alzaron la voz contra la opresión, aún a riesgo de perder su vida, en una de las épocas más sombrías de la historia reciente de España. Lo cierto es que desde que fuese establecido en el 2016, el memorial promovido por la asociación Capitán Gosende no ha parado de crecer, pues hace apenas unos meses tuvo lugar la instalación del undécimo monolito, obra del escultor Marcos Escudero, también autor del resto de lápidas.
En este santuario terrenal, las piedras esculpidas susurran a sus visitantes once historias de valentía y resistencia. Historias como la Xosé Cortizo González, un carpintero y militante socialista de Barro de Arén que fue asesinado en la ciudad de Pontevedra un 11 de agosto de 1936. También resulta curioso el relato que esconde el primer monolito del Campo das Laudas, un homenaje a la figura de Xosé Otero Espasandín. Poeta defensor de la República, en tiempos de guerra cruzó la frontera francesa y acabó retenido en el campo de concentración de Saint-Cyprien, para después terminar muriendo en el exilió en Estados Unidos. Lo más curioso es que en un poema que escribió sobre su Cerdedo natal (Pico de Castrodiz), este pedía tener en su hogar tan sólo "un metro y medio de tierra para descansar en paz". Con la instalación de su lápida en el 2016, el colectivo del Capitán Gosende cumplió, aunque fuese de manera simbólica, uno de sus grandes anhelos.
Sobre el verde del Campo das Laudas también reposa la escultura pétrea de Martiño Ferreiro Álvarez, concejal de Obras y Teniente de Alcalde en la ciudad de A Coruña adscrito a la Izquierda Republicana. La historia de su vida es digna de documental. Tras un tiempo oculto, Ferreiro Álvarez regresó al frente de guerra para combatir el franquismo en Levante y Cataluña. Sin embargo, en el momento que el frente republicano fue desarticulado, este gallego se vio en la obligación de cruzar la frontera con Francia, aunque acabó retenido en el campo de Argelès-sur-Mer, capturado más tarde por la Wehmarcht y deportado al campo de concentración de Mauthuasen-Gusen donde murió con el número 4983 grabado en uno de sus brazos.
Más allá de los nombres propios, algunos de los monolitos también son el reflejo de familias enteras. La lápida dedicada a Xosefa Rivas Touriño (matriarca de los Ventín) también contiene otros seis nombres y apellidos que recuerdan a la estirpe de los Ventín, los cuales fueron acusados de un delito de rebelión militar y condenados a muerte en Zamora. Militantes del PSOE y afiliados a UGT, la mayoría de ellos eran trabajadores de las obras del ferrocaril que iban a unir Galicia con la meseta a la altura del túnel de Padornelo. Por otro lado, entre las últimas incorporaciones al santuario pétreo se encuentra un monolito dedicado a Luciano García Ventín, Teniente de Alcade republicano de Cerdedo en la época. También la bandera nacional de Castelao, con su emblemática frase "Denantes mortos que escravos", ondea desde entonces en la parte más alta de este campo a la memoria de los represariados gallegos.