La ciudad de Vigo destaca, entre otros muchos motivos, por ser la más poblada de Galicia. Precisamente en el censo del pasado ejercicio, el 2020, la urbe olívica batió el récord histórico de su censo municipal, superando los 300.000 habitantes y alcanzando los 300.395 empadronados.
Esta densidad de población, así como la importancia de su industria, su potencial económico y sus instituciones, han hecho que a lo largo de la historia muchos se hayan planteado la razón por la que esta gran ciudad no ostenta el título de capital de provincia, en manos de la vecina Pontevedra -y con una población de poco más de 80.000 habitantes-.
En la actualidad, no son muchas las ciudades en España que cuenten con más población que la capital de su provincia. Algunos ejemplos son Vigo y Gijón. Aunque la diferencia entre las urbes asturianas está muy lejos de la existente entre las dos ciudades del sur de Galicia. Así, cuenta la capital del Principado, Oviedo, con cerca de 220.000 habitantes según el censo del año pasado, frente a los poco más de 270.000 de la ciudad costera.
Dos aproximaciones y un sueño fugaz
La situación de Vigo como ciudad principal de la provincia vivió distintos momentos a lo largo de la historia, llegando incluso a lograr la capitalidad. Aunque aquel sueño no duró.
Tras la Galicia de las siete provincias, la primera aproximación de la ciudad olívica a este encumbramiento se dio en 1810, con José Bonaparte al frente de la Corona española. El Gobierno del hermano de Napoleón trató de reordenar el territorio español y elaboró una división en 38 prefecturas, que siguiendo el modelo francés recibirían nombres relativos a accidentes geográficos, fundamentalmente ríos y cabos. El decreto de esta ordenación fue firmado por el ministro de Estado, Mariano Luis de Urquijo, el 17 de abril de aquel año, en Sevilla.
En aquel decreto, Galicia quedaba dividida en cuatro prefecturas: Tambre al noroeste, con A Coruña como capital; Miño Alto al noreste, con Lugo como ciudad principal; Ourense sería la capital de Sil, y Vigo se convertiría en la capital de Miño Bajo.
Como cuenta el profesor Jesús Burgueño Rivero en su libro Geografía política de la España constitucional. La división provincial (Madrid, 1996). "La inestabilidad del gobierno josefino derivada de la situación bélica y su incapacidad para actuar en los territorios que Napoleón pretendía anexionar a Francia, impidieron el establecimiento del esquema administrativo napoleónico completo. En la práctica, apenas hubo algo
más que un simple cambio nominal: intendente por prefecto y provincia por prefectura. Es más, a menudo los nuevos límites fueron ignorados".
Aunque aquel decreto que dividió el país según el modelo francés tuvo una implantación prácticamente nula en gran parte del territorio, quedaría marcado en la historia, fundamentalmente en la memoria de algunos territorios que aspiraban a una capitalidad o que la perdieron después, como es el caso de Vigo. Aquella reorganización forma, indudablemente, parte de la historia de la ciudad.
Trienio Liberal (1820-1823): llega la capitalidad
Tras el sexenio absolutista de Fernando VII (1814-1820) se estableció un gobierno de carácter liberal, el denominado Trienio liberal o Constitucional, que duró hasta 1823. Esta etapa de la historia de España se inició con un pronunciamiento protagonizado por el Coronel Rafael del Riego y por el que se obligó al Rey a acatar la Constitución de 1812 -que Fernando VII había abolido tras su regreso-, decretar una amnistía y convocar elecciones.
En marzo de 1821 se nombra una "Comisión especial de la división del territorio español" encargada de elaborar un dictamen que presentó el 19 de junio del mismo año. En este primer proyecto se presentó la división de España en 51 Provincias y, en el caso de Galicia, se reducía a cuatro las siete provincias del antiguo reino y se nombraba a Pontevedra capital de la provincia.
Las protestas llegaron pronto. Tui perdía la capitalidad y la denominación de la provincia y Vigo, la oportunidad. "La pugna fue a tres bandas ya que Pontevedra al ver peligrar su posición movilizó todos sus recursos políticos, económicos y sociales, al igual que las otras dos candidatas", reza el Boletín nº22 del Instituto de Estudios Vigueses.
"Tuy quedó descartada como capital de provincia por su excentricidad,
pero la disputa continuó entre Vigo y Pontevedra hasta que el 14 de octubre de 1821 las Cortes Extraordinarias iniciaron los debates sobre la capitalidad", se añade en la publicación.
Tras ser sometida a votación, la propuesta viguesa se erigió vencedora con 56 votos a favor frente a los 40 que obtuvo su contrincante. Tras esta victoria, el diputado por Galicia (elegido en Ourense) Francisco Javier Martínez de Arce y Noguerol, marqués consorte de Valladares, propuso además que la provincia tomase el nombre de Vigo, lo que también fue aprobado.
Fue así como mediante el decreto del 27 de enero de 1822, se llevó a cabo una nueva división territorial en todo el país que dividía finalmente el territorio en 52 provincias. Y por el que se establecieron en Galicia cuatro de ellas: A Coruña, Lugo, Ourense y Vigo, alcanzando así la ciudad olívica el protagonismo territorial que, al menos por población, le correspondía.
El apoyo de Francia a Fernando VII con el envío de tropas en abril de 1823 (los Cien Mil Hijos de San Luis), supuso la caída del liberalismo y la restitución del absolutismo. El monarca volvió a suspender la Constitución de Cádiz y declaró ilegales y "nulos y de ningún valor" todos los actos de gobierno y normas dispuestas durante el Trienio Liberal. La división administrativa que había otorgado la capitalidad de provincia a Vigo quedó sin validez, volviendo a la del Antiguo Régimen.
Será en agosto de 1823 cuando termina la capitalidad de Vigo, momento en el que entra en la ciudad olívica el ejército absolutista al mando del general Morillo.
1833: la última división territorial
Tras las muerte de Fernando VII en 1833 y con María Cristina de Borbón como Regente, se inicia un nuevo proceso de reorganización territorial que cae en manos del secretario de Estado de Fomento, Javier de Burgos.
La división en provincias de De Burgos fue muy similar a la que había tenido España durante el Trienio Liberal, y muchos territorios recuperaron la capitalidad de aquella época con el Real Decreto del 30 de noviembre de 1833. Solo el caso de Vigo constituyó una excepción.
La razón para situar la capital de provincia en Pontevedra, según los vigueses de la época, fue el caciquismo de varios influyentes personajes, valedores de aquella ciudad, de cuyas presiones no pudo zafarse Javier de Burgos.
Una Real Orden "desaparecida"
Según explica el Boletín nº22 del Instituto de Estudios Vigueses, hubo un intento de revocar aquella injusticia. "A instancia del Ayuntamiento de Vigo se dictó una Real Orden, firmada por el Duque de Rivas, de 26 de mayo de 1836, por la que se ordena el traslado de la capital a Vigo. Esta Real Orden no fue apoyada por las autoridades competentes, perdiéndose en vericuetos ministeriales, y no llego a ser publicada en los Decretos de la Reina Nuestra Señora Doña Isabel II".
A mediados del año 1836 el gobernador civil de Pontevedra ocultó y no ejecutó la Real orden por la cual se restituía a la ciudad de Vigo la capitalidad de la provincia que ya disponía durante la época constitucional. "Alertados los políticos aristocráticos de Pontevedra y del norte de Galicia, contrarios a la capitalidad de Vigo, se pusieron manos a la obra para presionar en Madrid ante el gobierno y la Corona, con el fin de tumbar la Real orden costase lo que costase. No hay duda que se salieron con la suya en perjuicio de Vigo que sigue sufriendo en el siglo XXI las consecuencias de una histórica injusticia", cuentan desde el Instituto de Estudios Vigueses.
Como prueba, el Tomo XXI de los "Decretos de la Reina Nuestra señora Doña Isabel II, dados en su Real Nombre por su Augusta Madre la Reina Gobernadora, y Reales Órdenes, Resoluciones y Reglamentos Generales expedidos por las secretarias del Despacho Universal desde 1 de enero hasta fin de diciembre de 1836". En este documento se observa cómo se pasa de la Real Orden en 25 a la 27, eliminando aquella que ordenaba la capitalidad de Vigo como provincia.
Cuando Vigo conquistó Pontevedra: la autoproclamación
La lucha y los debates por la capitalidad de la provincia continuaron los años siguientes. El levantamiento progresista de Espartero en septiembre de 1840 supuso la movilización inmediata de las ciudades gallegas de Vigo y Ferrol. En la ciudad olívica "la cuestión política va a aparecer entremezclada con el debate sobre la capitalidad de la provincia y termina con el curioso hecho de la toma militar de Pontevedra por parte de tropas procedentes de Vigo", señala Luis Rodríguez Ennes, Catedrático de la Universidad de Vigo, en su artículo La denominada "guerra de las dos ciudades" entre Vigo y Pontevedra por la capitalidad provincial.
En este contexto, la Junta de Vigo declaró su capitalidad el 10 de septiembre de 1840 y el 21 de octubre se publicó el primer Boletín Oficial de la Provincia de Vigo (del que solo salieron nueve números), "pero el territorio provincial vigués se circunscribirá solamente al sur de la actual provincia", explican desde el Instituto de Estudios Vigueses.
Quizás los vigueses, que se alzaron en favor del movimiento liberal de Espartero, pensaron que contarían con su favor para reconocer y consolidar la nueva provincia. Nada más lejos de la realidad.
El 6 de noviembre de 1840 el gobierno de la Regencia señaló que la capitalidad de la provincia (de una única provincia) se fijara en la ciudad de Pontevedra.
A partir de ahí ha habido debates en torno a este asunto que incluso han llegado a la actualidad. Muchos piensan que una gran injusticia se cometió con la ciudad del olivo.