Recorrer las calles del Casco Vello, descansar en los jardines de Quiñones de León o aventurarse en la búsqueda de las mejores vistas de la ría; son muchas las actividades y planes que se pueden llevar a cabo en el área metropolitana de Vigo.
Sin salir de las fronteras de la urbe o acercándose a los municipios vecinos, uno puede encontrarse con rincones mágicos que van más allá de la belleza. La historia, la cultura y la calma impregnan estos enclaves privilegiados, que bien merecen una visita.
Fortaleza de O Castro (Vigo)
En lo alto del Monte O Castro se encuentran los restos de lo que fue una majestuosa fortaleza medieval del siglo XVI. En sus inicios, esta construcción estaba unida a la Fortaleza de San Sebastián por la muralla de la ciudad, hoy en día desaparecida. La ciudad recibía constantes ataques en el siglo XVI -especialmente por parte de los ingleses-, por lo que se decidió fortificarla completamente. En 1665, durante la guerra con Portugal, comenzaron los trabajos de fortificación.
Una vez terminó la guerra, el interés por fortificar la ciudad perdió fuerza. Con algún intento de nuevo tras la batalla de Rande, la fortaleza no volvería a ser protagonista hasta la invasión de los franceses. A día de hoy uno puede subirse a lo alto y observar la ría de Vigo en todo su esplendor, e imaginar cómo los guardias vislumbraban a lo lejos a los invasores que desembarcaban con intención de saquear la villa.
Mirador de la Virgen de la Roca (Baiona)
En el municipio de Baiona, la Virgen de la Roca -una espectacular estatua de 15 metros de altura- contempla expectante la inmensidad del océano. Este gigantesco monumento en piedra se inauguró en 1930, después de 20 años de trabajo, como consecuencia de las dificultades económicas. La talla en piedra fue realizada por el conocidísimo arquitecto Antonio Palacios, mientras que las manos y la cara -hechas en mármol blanco- las hizo Mariano Benlluire, escultor valenciano.
El interior de la Virxe cuenta con unas escaleras de caracol que van hasta el barco que sujeta en sus manos. Situada en un ala del monte de San Roque, la Virgen de la Roca invita a sus visitantes a contemplar el mar con ella. Se trata de uno de los miradores más originales de la provincia de Pontevedra.
Cabo Estai (Vigo)
El Cabo Estai, en la parroquia viguesa de Oia, es uno de los puntos más occidentales de la ciudad. Se trata de un curioso enclave digno de visitar; sus vistas son inmejorables gracias a su privilegiada situación respecto a la ría de Vigo. Se encuentra algo escondido entre chalets y muros de roca gris, pero merece la pena aventurarse en la búsqueda de este rinconcito tranquilo y agradable.
El paseo de Cabo Estai, adornado por las rocas y las calas de la zona, puede llegar a ser algo peligroso en caso de haber mareas vivas, sin embargo, es un remanso de paz en los meses de verano. Un lugar estupendo, tanto para pasear, como para bañarse y sacar unas buenas instantáneas de la ría.
Monte Cepudo (Vigo)
En la parroquia de Valladares se encuentra el hermano gemelo del Monte Alba. Igual que con su vecino, el que visite el Monte Cepudo puede encontrarse con unas las vistas panorámicas más impresionantes de la ría de Vigo. El Cepudo es un poco más alto que el Alba, con 527 metros de altura.
El parque forestal en el que está integrado el Monte Cepudo cuenta con 42.000 metros cuadrados y, en sus inmediaciones, hay infinidad de planes interesantes que realizar además de ver las vistas. Por la zona hay varias esculturas de piedra que forman parte del programa Arte y naturaleza, que se llevó a cabo para impulsar la renovación y recuperación de los montes de Valladares.
Templo Votivo do Mar (Panxón)
Esta gran construcción religiosa situada en el Concello de Nigrán es un templo católico en honor a San Juan Bautista que, a día de hoy, es la iglesia parroquial de la parroquia de Panxón. Este impresionante templo fue diseñado por el arquitecto Antonio Palacios y, a pesar de mantener el estilo característico del arte gallego, cuenta con influencias góticas, musulmanas y modernistas.
Su inauguración data de 1937 y desde entonces es un enclave de interés turístico en la provincia de Pontevedra, como consecuencia de su cuidada arquitectura y de su majestuosidad. En sus inmediaciones se encuentran los restos de la antigua iglesia parroquial del siglo VII. Ambos son una parada indispensable para aquellos que visiten la zona.
Pazo de San Roque (Vigo)
Volviendo a la urbe olívica nos dirigimos al Pazo de San Roque, uno de los pazos más antiguos y mejor conservados de la ciudad. El edificio que alberga es propiedad de la Afundación, sin embargo, los jardines son un parque municipal completamente abiertos al público. Cada 16 de marzo, los jardines del pazo acogen las famosasy multitudinarias fiestas de San Roque.
La historia del Pazo continúa siendo en parte desconocida, como consecuencia de la falta de documentos al respecto. Se sabe que la capilla de San Roque data aproximadamente del 1600, ya que se construyó después de que la peste afectase con fuerza a la ciudad, puesto que la gente relacionaba la curación de sus enfermos con San Roque. Por su parte, el Pazo se construyó en 1688.
Jardines y Museo Quiñones de León (Vigo)
El Museo y los jardines Quiñones de León forman parte del Pazo de Castrelos, un enclave declarado monumento histórico artístico desde el año 1955. El museo acoge una colección permanente que cuenta con variedad de pinturas gallegas, así como una sección de arqueología. Los jardines, por su parte, tienen un estilo con claras influencias francesas e inglesas.
Desde 1678 hasta 1918, el pazo perteneció a la familia "Gago de Mendoza Oca Sarmiento y Montenegro". El último propietario fue Fernando Quiñones de León, que al no tener nietos donó la propiedad al Concello de Vigo.
Paseo del borde marítimo del Monte da Guía
El paseo del borde marítimo del Monte de la Guía tiene todo lo que se le puede pedir a la ciudad de Vigo: monte y mar. Una ruta tranquila que puede comenzarse desde la ETEA y terminarse en la playa de A Lagoa, o avanzar hasta lo más alto del monte y visitar la ermita de Nuestra señora de A Guía.
Grandes grúas color azul celeste, rodeadas de pequeñas playitas como A Punta, Areiño o Temoeiras, acompañarán los pasos del visitante, junto con la agradable brisa marina. La diversidad de paisajes del obrero barrio de Teis convierte a este paseo en único. Otro detalle curioso de este recorrido es que en él se encuentra el segundo faro más antiguo de Galicia: el Faro de A Guía, también conocido como Faro de la Punta.
O Piricoto do Vilar (Camos)
El Concello de Nigrán habilitó en el año 2020 este impresionante mirador que permite apreciar las vistas del Val Miñor y la ría de Baiona desde una perspectiva diferente a la habitual. Esta plataforma de unos 15 metros cuadrados está situada en el parque forestal conocido como O Piricoto do Vilar, muy próximo al sendero de As Medoñas que empieza en Priegue y finaliza en Chandebrito, pasando por Camos.
Una opción excelente para llegar a este mirador es precisamente hacer la ruta de As Medoñas. Una parada espectacular con unas vistas a 500 metros de altitud. Se trata de un enclave poco común y muy reciente, perfecto para probar nuevos rincones especiales en la provincia de Pontevedra.
Faro de Monte do Faro en las Islas Cíes (Vigo)
Las Islas Cíes representan uno de los rincones más mágicos de Galicia en sí mismas pero, aun así, cada uno de los espacios que las conforman convierten su visita en una experiencia única. El Faro del Monte do Faro es el enclave por excelencia, ya no solo por las vistas sino por la satisfacción que uno siente al llegar a ellas.
La ruta hacia el Faro cuenta con 3,5 kilómetros desde la caseta de información de las Cíes. Algunos la consideran una "ruta para valientes" pero, en realidad, una vez llegas arriba se convierte en una ruta para afortunados. Después de la ruta serpenteante hasta la cima, a 175 metros de altura del nivel del mar, todo el cansancio desaparece ante el paisaje.
Playa de Samil (Vigo)
La Playa de Samil, situada en la parroquia de Navia, es uno de esos lugares cabecera de las tardes de buen tiempo viguesas. Aunque algunos puedan considerarlo un lugar "muy visto", la realidad es que cuando el sol empieza a ponerse y cielo del atardecer se junta con el mar, la playa de Samil se convierte en un rincón mágico.
Recorrer el paseo, caminar por la arena de la playa, hacer un picnic o simplemente sentarse en las zonas verdes a observar… La playa de Samil ofrece un sinfín de posibilidades de ocio a sus visitantes. Aunque puede convertirse en un enclave masificado en ciertos momentos, toda parte negativa desaparece con la puesta de sol en uno de los lugares favoritos de los vigueses.
Mirador Campo da Rata (Redondela)
El conocido como el "mejor banco del mundo" no necesita presentación. Probablemente este enclave privilegiado se haya convertido en uno de los más fotografiados en los últimos años. El mirador se encuentra en Cediera, Redondela, y algunos afirman que llegar a él no es tarea sencilla. La realidad es que no es tan complicado como dicen, uno puede dejar el coche relativamente cerca y caminar por una pista forestal hasta el banco.
El debate por cual es el mejor mirador de la comunidad ha estado servido en estos tiempos, sin embargo, la realidad es que este banquito de Redondela seguramente sea uno de los favoritos. Muchos consideraron la afluencia de visitantes una maldición, así que decidieron destrozar el banco en repetidas ocasiones; por suerte, la belleza se abre paso y, a día de hoy, después de reforzarlo en varias ocasiones, sigue siendo un lugar del que disfrutará todo aquel que desee visitarlo.
Las calles del Casco Vello (Vigo)
Nuestra lista de rincones mágicos en el área metropolitana viguesa no puede terminar sin una mención al Casco Vello de la ciudad olívica. Cuantas cosas han pasado por esas callejuelas, cuantas historias las acompañan.
El barrio histórico se abre paso a todo aquel que visite la zona vieja. Cultura y gastronomía se dan la mano, ofreciendo juntas las mayores virtudes de la ciudad. Lugares como la Colegiata, Cesteiros, la Plaza de la Constitución o el barrio del Berbés, representan un Vigo diferente entre el bullicio de la urbe, en los que a veces parece que el tiempo haya pasado más despacio.