En la ciudad olívica todavía se pueden observar algunos símbolos del Franquismo, a pesar de que la Ley de Memoria Histórica entró en vigor hace algo más de 13 años. La gran cruz del Castro es el mayor de estos símbolos y ha sido protegida del derribo por el gobierno local, por lo que se mantiene en su pedestal con privilegiadas vistas a la ría.
No obstante, no se conservan los nombres de las calles dedicados únicamente a ensalzar figuras de la dictadura, a pesar de que muchas calles permanecen con el mismo nombre pues no todos tenían relación con el dictador. Algunas de las más emblemáticas, desconocidas para los más jóvenes, todavía despiertan nostalgias entre los vigueses que vivieron aquella época.
En su mayoría los que se han cambiado son nombres de políticos, héroes del bando nacional o símbolos de la dictadura, que a su vez sustituían a políticos republicanos. En esta lista no están todas pero sí buena parte de ellas, aquellas que más recuerdan las generaciones que todavía vivieron la dictadura.
Gran Vía del Generalísimo: Gran Vía
La espina dorsal de la ciudad, como en muchas otras urbes españolas, adquirió el nombre del Jefe de Estado: el Generalísimo Francisco Franco.
Antes del triunfo del golpe de estado, la misma avenida llevaba el nombre del escritor naturalista Vicente Blasco Ibáñez, conocido por obras como Cañas y Barro o La barraca. De marcadas ideas republicanas, el también político valenciano perdió su calle en Vigo cuando Franco llegó al poder, rebautizándola con el suyo propio.
Actualmente la Gran Vía de Vigo solo ha perdido el apellido, ‘del Generalísimo’, por lo que es de las pocas calles que siguen llamándose casi igual que en tiempos de la dictadura.
José Antonio: Urzaiz
Algunos nostálgicos siguen llamando a esta calle así, pues sigue siendo una de las más transitadas de Vigo. La actual calle Urzaiz, que recibe el nombre de uno de los políticos más importantes para la ciudad en el cambio del siglo XIX al XX, se llamaba hasta 1981 calle de José Antonio (Primo de Rivera).
Fundador de la Falange Española y primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera, llegó a ser uno de los grandes iconos de la dictadura franquista. Fusilado en julio de 1936 durante su estancia en la cárcel de Alicante, se convirtió en mártir, símbolo y padre del fascismo en España.
Por todo esto, la calle dedicada a Ángel Urzaiz tras la declaración de la Segunda República pasó a honrar al ídolo del partido nacional en el año 1937. Hasta pasados los primeros años de democracia no se recuperó el nombre original, por lo que todavía hay vigueses que recuerdan el nombre que la calle tuvo durante más de cuarenta años.
Queipo de Llano: Progreso
Gonzalo Queipo de Llano fue un héroe de la Guerra Civil en el bando nacional, un teniente general de Caballería conocido por dirigir el golpe militar en Sevilla y ganar la ciudad con solo unos pocos hombres bajo su mando. Descontento con el rumbo que tomaba el gobierno de la República, fue uno de los cabecillas del golpe de estado junto a Mola y Sanjurjo.
La actual calle del Progreso recibía el nombre del militar también en 1937, cuando se hizo una gran reforma en el callejero en algunas de las ciudades que ya eran nacionales. Hasta ese momento recibía el nombre de Jaime Vera, médico y político, considerado uno de los fundadores del Partido Socialista Español, por lo que no tenía cabida en el mapa del franquismo.
Calvo Sotelo: Elduayen
Otro de los mártires del franquismo, quizás el más conocido junto a José Antonio, fue José Calvo Sotelo, político y Ministro durante la dictadura de Primo de Rivera que se vio obligado a exiliarse con el triunfo de la Segunda República. No obstante, logró un escaño tras beneficiarse de una amnistía en 1934, y llegó a defender como diputado que el Ejército restableciese el orden público terriblemente quebrado a principios de 1936. Fue su detención y fusilamiento, a solo tres días del Golpe de Estado, el verdadero detonante que hizo que Franco se uniese al levantamiento.
Por eso su nombre sustituyó al de Aída Lafuente, militante comunista, en la actual calle Elduayen. Lafuente se convirtió durante la Guerra Civil en un símbolo para el bando republicano, por lo que rápidamente se le quitó su nombre a la calle.
El nombre por el que se eliminó a Calvo Sotelo del callejero no fue otro que el de José Elduayen Gorriti, uno de los políticos que más hizo por Vigo y su puerto durante el siglo XIX. Autor del relleno que hoy ocupa la Alameda, trajo el ferrocarril a la ciudad olívica, ordenó la demolición de las murallas y la construcción del ensanche, y engrandeció el Puerto de Vigo con la apertura de nuevos muelles y el ascenso a categoría Primera Especial. Fue sustituido en el Congreso por Ángel Urzáiz.
Plaza del Capitán Carreró: Puerta del Sol
El autor de la declaración del estado de guerra en Vigo dio nombre a una de sus plazas más importantes durante más de cuarenta años. Dirigió la batalla en la ciudad y fue tomando todos los puntos estratégicos que harían caer a los republicanos en Vigo, empezando por la Casa Consistorial y terminando por el barrio que más resistió, el Calvario.
Poco después de la batalla de Vigo se juzga a los dirigentes del bando republicano en la ciudad, a quién él mismo ordena fusilar: Emilio Martínez Garrido, Heraclio Botana, Antonio Bilbatúa, Ignacio Seoane y José Antela, alcalde de Lavadores. Tras su papel en la toma de la ciudad olívica parte al frente a Asturias, donde fallece en septiembre de 1936.
Con el nuevo callejero instaurado en 1981, la plaza recuperó el nombre que tenía durante la Segunda República y volvió a ser la Puerta del Sol.
Felipe Sánchez: Areal
El jefe del gobierno militar en Vigo, Felipe Sánchez, recibió una de las calles más antiguas de la ciudad, hasta entonces llamada también Areal. Dirigía el bando sublevado aunque la batalla la librase Carreró y llegó a ser considerada la mano más dura del franquismo en la ciudad durante la guerra.
Hijo predilecto de Vigo, también recibió la primera medalla de platino que entregó la ciudad, recién estallada la guerra a principios de agosto de 1936, y que él depositó a los pies del Cristo de la Victoria como símbolo de humildad cristiana. Tan importante llegó a ser que se le rindió un emotivo y multitudinario homenaje a su muerte en 1955.
General Aranda: Pi y Margall
El jefe del Ejército en el norte también recibiría una calle en la ciudad olívica, nada menos que la que rendía homenaje al político e historiador Francisco Pi y Margall. Tras el sitio de Oviedo, Aranda fue designado jefe del Cuerpo de Ejército de Galicia hasta el fin de la guerra civil, cuando partió a Valencia.
Su importante papel durante la guerra fue opacándose a lo largo de la dictadura, pues no tenía buena relación con los falangistas y se fue distanciando poco a poco de Franco hasta ser considerado opositor del régimen. Llegó a colaborar con el servicio secreto británico conspirando contra la dictadura, pero nunca hizo mucho más que hablar y nunca llegó a planear un golpe de estado.
Tras la muerte del dictador y la llegada de la democracia, la calle recuperaría el nombre de Pi y Margall, que llegó a ser Presidente del Poder Ejecutivo durante la Primera República.
Almirante Carrero Blanco: Travesía de Vigo
Aunque de manera fugaz, a la Travesía de Vigo se le puso el nombre del asesinado por ETA más conocido de España. Tras su muerte en 1973, como homenaje, se cambió el nombre de esta calle viguesa y se le llamó Almirante Carrero Blanco.
Poco duró el nombre del político que sustituiría a Franco a su muerte en el callejero vigués, pues en 1981 se le devolvería su Travesía original como parte de aquella reforma que quería borrar los vestigios de la dictadura.