El parque de Castrelos, situado en la parroquia viguesa homónima, es un gran espacio verde que cuenta con una superficie total de 24,3 hectáreas, coronándose como el parque de mayor tamaño de la urbe.

Los orígenes del parque de Castrelos se remontan a la antigua Torre Lavandeira, desde donde se protegían los intentos de incursión de los piratas que entraban en la ría de Vigo. La torre fue utilizada como defensa en los enfrentamientos de la guerra entre Castilla y Portugal, lo que acabaría por provocar su destrucción. En su lugar se construiría en 1670 el conocido como pazo de Lavandeira, años después de que el capitán portugués Juan Tavares se casase con la que era su propietaria, Benita Núñez, y decidiese fundar un mayorazgo.

Hasta el siglo XVIII, la familia de los Tavares sería la propietaria del pazo, posteriormente lo heredarían los Montenegro y finalmente, a comienzos del siglo XIX, el marquesado de Valladares; quienes lo donarían al Concello de Vigo en 1924 para convertir el pazo en museo y la quinta en parque municipal.

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Más allá de ser un espacio para el paseo al uso, en el interior de este pulmón verde vigués el visitante puede encontrarse un museo, un auditorio, amplias zonas con arbolado, un lago artificial, espacios para la práctica deportiva y, por supuesto, los impresionantes jardines del Pazo de Castrelos.

El parque se ha convertido en un lugar estrella para los habitantes de Vigo, que no solo lo escogen para visitarlo sino también para realizar diferentes actividades y eventos al aire libre, como bodas civiles.

El museo

El pazo de Castrelos acoge a día de hoy el museo municipal de Vigo Quiñones de León, que contiene una de las mejores exposiciones permanentes de pintura gallega y una sección de arqueología, así como la gran muestra permanente de pintura europea de los siglos XVII y XVIII legada por Policarpo Sanz.

La planta baja busca conservar la ambientación de cuando los marqueses residían en él, sin embargo, no se trata del mobiliario original, puesto que los bienes muebles de la casa no formaron parte de la donación que hizo el Marqués de Alcedo a la ciudad.

El jardín

Sin duda, uno de los puntos fuertes del parque de Castrelos son los jardines del pazo. Botánicamente se trata de un jardín especialmente valioso, con especies exóticas y una gran variedad de plantas ornamentales, tanto es su valor que en 1955 fue declarado Jardín Histórico y Bien de Interés Cultural.

El jardín, trazado a finales del siglo XIX, está dividido en cinco sectores: el jardín de acceso, la rosaleda, el jardín francés, el jardín inglés -también llamado pradera del té- y el bosque. Algunas de las plantas que pueden encontrarse en este espacio son centenarias, gracias a la suavidad del clima vigués debido a su proximidad al mar. Uno puede encontrarse con un camelio de unos doscientos años, exóticos tuliperos procedentes de Virginia o las viejas magnolias, entre las que se encuentra la de mayor tamaño de Galicia.

El auditorio

En el auditorio de Castrelos es uno de los puntos de encuentro por excelencia de la ciudadanía viguesa en verano, puesto que en él se han celebrado algunos de los conciertos más célebres que ha vivido Vigo. Metallica, Oasis, Norah Jones, Beach Boys, Patti Smith o Leonard Cohen, entre muchos otros, han llenado de música el parque y sus inmediaciones, congregando a miles de personas.

Desde su construcción, hace más de 60 años, ha acogido unos 250 conciertos. El espacio cuenta con cerca de 9.000 localidades gratuitas, por lo que ha conseguido democratizar la cultura en la ciudad y acercar la música al gran público.

Vista del auditorio de Castrelos.

La oferta del resto del parque de Castrelos se completa con su amplio espacio arbolado, con senderos, un paseo por la orilla del río Lagares, un gran parque infantil y un lago artificial con pequeñas cascadas y chorros de agua que puede ser atravesado por un puente.

También son muchos los que escogen este parque olívico para realizar ejercicio físico, tanto actividades en grupo como deporte individual. Un lugar perfecto para correr, pasear, hacer yoga, andar en bici e incluso jugar al baloncesto, ya que cuenta con dos canchas para realizar este deporte.

Sus 220.000 metros cuadrados y su gran versatilidad de opciones lo han convertido en uno de los enclaves predilectos de los vigueses. Pocos quedan que no lo hayan visitado aún pero en el parque de Castrelos nunca se acaban las opciones de actividades al aire libre, por lo que, siempre es un buen momento para acercarse de nuevo a este interesante rincón de la ciudad olívica.